El debut (y cancelación) de Patricio Rey en Buenos Aires

El viernes 18 de agosto de 1978 Los Redondos tocaron por primera vez en la Capital Federal, en un pequeño teatro llamado «Centro de Artes y Música», ubicado en la calle Cerrito 228. Fue una noche disparatada que sorprendió a todos los que estuvieron presentes. El grupo había reservado dos fechas consecutivas, pero los dueños de la sala, luego de ver la performance del viernes se asustaron y decidieron suspender el concierto del sábado.

Redondos Subtitulados 27 de enero de 2023

Hoy compartimos un video muy especial. En él les contamos la historia de la primera presentación de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en la Ciudad de Buenos Aires. También fue la historia de la primera cancelación que sufrió el grupo, ya que los dueños de la sala luego de ver el espectáculo decidieron suspender el segundo concierto.

A continuación les comparto el guión del video. Llevó mucho trabajo no solo para recolectar información, sino también para escribirlo, corregirlo y finalmente para editarlo.

Ojalá que lo disfruten y que sea el primero de varios videos sobre recitales históricos de la banda.

Entre las fuentes consultades están:

  • «Recuerdos que mienten un poco», el libro autobiográfico del Indio
  • «Fuimos reyes», el libro de Marino del Mazo y Pablo Perantuono
  • «Indio Solari: el hombre ilustrado», el libro de Gloria Guerrero
  • También consultamos varios artículos periodísticos que aparecen en nuestra web. Acá les dejamos el enlace

GUION

Los Redondos tocaron por primera vez en la ciudad de Buenos Aires el viernes 18 de agosto de 1978. Un día después, el grupo fue prohibido y tuvieron que pasar casi tres meses para regresar a los escenarios.

Para comprender la historia tenemos que remontarnos un año atrás. El 26 de noviembre de 1977 un grupo de amigos alquiló el Teatro Lozano de la ciudad de La Plata para una serie de conciertos que se conocerían como “Lozanazos”.

No era algo muy organizado, eran espectáculos que mezclaban la improvisación, el circo y el rock, y del que todos podían participar.

Por aquel entonces, el país transitaba la etapa más dura de la dictadura que desde 1976 controlaba los destinos del país. Y los miembros del grupo sufrían como todos la presión militar. El Indio tuvo que refugiarse en Valeria del Mar, mientras que la Negra Poli y Skay contaron que en más de una ocasión les allanaron la casa que compartían. Por suerte no estaban en ese momento en el domicilio, pero la impresión que se llevaron fue muy grande y decidieron abandonar la ciudad.

Por seguridad se fueron de La Plata, y comenzaron a peregrinar por varias provincias, hasta que terminaron viviendo en la ciudad de Buenos Aires, en un departamento ubicado en Cangallo (hoy Perón) y Montevideo.

Pese al exilio, una vez por año se reunían para tocar y compartir un buen momento entre amigos. Después del recordado viaje a Salta en enero del 78, el grupo decidió cambiar de aire y trasladar todo el arte y la locura de los Lozanazos a la Capital Federal.

Poly, que ya comenzaba a tomar las riendas de la organización, alquiló durante dos noches un pequeño teatro llamado “Centro de Artes y Música”. El recinto estaba ubicado en el subsuelo de una galería con entrada por la calle Cerrito 228, al lado de un bar llamado “Avencor”. Para que se ubiquen los que no conozcan la ciudad de Buenos Aires, la calle Cerrito corre paralela a la Avenida 9 de Julio. El lugar está a menos de 300 metros del obelisco. 

El jueves 17 de agosto, por la tarde, Los Redondos utilizaron el Centro de Artes y Música para ensayar. Querían que el debut fuera perfecto, para poder ampliar el número de seguidores. Los protagonistas cuentan que alguien se olvidó una canilla del baño abierta. Por eso al día siguiente, cuando se acercaron al teatro para el show encontraron todo inundado, con las alfombras llenas de agua.

En su libro, el Indio contó que “Entrabas, y al pisar la alfombra hacía: plaf, plaf… Lo cual, por cierto, nos salvó. Porque el Doce, disfrazado de sultán, entró a repartir los redonditos de ricota flanqueado por efebos que sólo vestían un pañal para adultos y llevaban bengalas encendidas. Y de esas bengalas, claro, saltaban chispas. Tantas, y tan peligrosas, que después del concierto descubrimos que habían producido quemaduras en la alfombra… ¡a pesar de que estaba empapada! De no ser por la inundación, capaz que incendiábamos todo”.

El show del viernes salió como lo habían previsto: Skay apareció vestido de “punk” y el Indio de overol blanco. Los acompañaban Pepe Fenton y Nestor Madrid en el bajo, Gabriel Jolivet en guitarra, Guillermo Migoya en batería. Los coros estuvieron a cargo del “ballet ricotero”, algunas vestidas de Superman. El doce estaba en taparrabos, repartiendo los auténticos redonditos de ricota. Los monólogos de Mufercho Martínez, vestido de momia, provocaron risas en el público. Quique Peñas estuvo con su cámara, retratando el momento para la posteridad.

Fue una noche muy loca, en la que hasta hubo tiempo para que un amigo del grupo, Carlitos de La Plata, se subiera al escenario, se quitara su reloj Rolex, lo arrojara al suelo y le empezara a zapatear arriba.

El periodista Claudio Kleiman estuvo presente en el concierto. Compartió una crónica en la Revista El Expreso Imaginario, en la que definió el show como «una fiesta». También dijo que “el cantante, Indio, es una cosa seria. Hacía mucho que no veía alguien sobre el escenario cantar rock y blues con un sentimiento semejante”. Dijo que las chicas del ballet ricotero provocaron numerosos infartos, y que el final fue impresionante: “el grupo tocando la potente «Mariposa Pontiac», mientras un verdadero aquelarre de disfraces, bailes y pantomimas varias se desencadenaba sobre el escenario, intentando devolverle al rock and roll el carácter festivo que parece estar perdiendo”.

Sin duda Patricio Rey había llegado para cambiarlo todo, y para encender una luz de esperanza en el cruel invierno de la dictadura.

Algunas de las canciones que sonaron esa noche fueron:  «Mariposa Pontiac», «La chica de la cafetería», «El Supersport», «El Hidromedusa», «Espiroqueta», «Maldición, va a ser un día hermoso», «Algo escandaloso sucedió en el bazar de Wakeman and Fripp», «Blues del noticiero», un reggae, «Crecer, crecer» y “Solita, déjala solita”.

Por esas casualidades del destino esa noche, entre el público, estaba un jóven de 16 años llamado Andrés Calamaro, que ensayaba muy cerca con su grupo “Raíces” y se había acercado al lugar ya que tenía amistades que le permitían pasar gratis.

La gente que administraba el Centro de Artes y Música también presenció el show: la inundación, el despliegue de mujeres ligeras de ropa, la desfachatez y borrachera de algunos de los artistas y la alegría del público, en un contexto en el que prácticamente estaba prohibido ser feliz, los decidieron a suspender la segunda noche, «por haber transformado el Centro de Artes y Música en un cabaret», según argumentaron. 

«Si usted me lo suspende, yo vengo a la puerta para contarle la verdad al público», amenazó Poli. La respuesta de los empresarios fue contundente: «De la puerta para afuera haga lo que quiera, usted corre el riesgo».

Al día siguiente, mientras la gente se había juntado en la puerta de ingreso, apareció Poli con una pancarta que anunciaba que Patricio Rey estaba prohibido. La gente se interesó por lo sucedido, pero se dispersaron rápidamente pues era pleno invierno.

Poli se quedó hasta bastante tarde, masticando bronca. Antes de irse, decidió colocar un cartel en la puerta de acceso, para avisar al público la cancelación del recital:

“Como era de suponer, el concierto de Patricio del día diecinueve de agosto ha sido levantado porque el teatro no lo pudo soportar. Patricio lamenta que su público no pueda escucharlo por ser lo que es. Volverán.”

Así fue que el viernes 18 Patricio Rey tocó por primera vez en Buenos Aires. Y el sábado 19 fue la primera vez que le prohibieron que tocara. En pocas horas Patricio Rey comprendió que el camino no sería fácil, aunque tampoco iban a tirar la toalla.

En la sala también estuvo presente Oscar Lopez, un reconocido productor y manager que quería contratarlos. Pero no hubo acuerdo, Lopez y Patricio Rey eran como el agua y el aceite. Incluso en alguna oportunidad estuvo reunido con el Indio, Poli y Skay, pero Solari se negó categóricamente a abandonar el camino de la producción independiente.

Lo curioso es que en el afiche que anunciaba el show la banda ya efectuaba una declaración de principios que los acompañaría durante toda su trayectoria. Rocambole, el artista que creó los afiches y el arte de los discos Redondos, contó que el productor Oscár López no le caía muy bien. Evidentemente ellos sabían que Lopez estaba interesado en contratarlos. Por eso en el afiche dibujó un joven Patricio Rey con cara de preocupado. El niño simboliza al grupo dando sus primeros pasos en la música. Sostiene un papel con el logo de Rocambole. En la solapa de su abrigo se leen las iniciales “Pe” y “erre”, de Patricio Rey, por supuesto.

A su lado aparece un monstruo, que simboliza a Oscar Lopez. Se lo puede ver con sus garras posadas sobre Patricio Rey, intentando seducirlo con convertirlo en una celebridad. De sus manos brotan infinitas estrellas, ya que era un reconocido productor musical de la época. En la solapa del abrigo del monstruo aparecen las letras “o” y “ele”, de Oscár López.

Finalmente, el cartel con las palabras “Rock criollo” era una vieja idea de la época de la Cofradía de la Flor Solar. Ellos pensaban en unir la música con la poesía en castellano, que era una novedad. Por eso definieron el subgénero de esa forma. 

A finales de la década del setenta el Centro de Artes y Música cambió su nombre a Teatro del Plata. Con el correr de los años se convirtió en reducto punk. El teatro cerró en 2002 por problemas de habilitación comercial.

En el lugar también funcionó el Periscopio Café Concert.

Actualmente, el subsuelo es administrado por la Federación Argentina de Remises. Allí están construyendo un Centro de Formación Sindical, que se inaugurará en marzo de 2023.

En el resto de la galería hay locales comerciales.

Por supuesto que la prohibición no afectó al grupo. Tres meses después Los Redondos brindaron su segundo recital en la ciudad de Buenos Aires, en la Sala Monserrat, y desde entonces la convocatoria iría en constante aumento. Pero esa historia quedará para otro video. 


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