Durante la presentación de «Recuerdos que mienten un poco» en la Feria del Libro, transmitieron una entrevista que días atrás Marcelo Figueras le realizó al Indio. Allí contó cómo fue la experiencia de reconstruir algunos recuerdos que creía perdidos, se mostró muy preocupado por la actualidad política y social, contó cuáles son sus próximos proyectos y se refirió a un posible retorno a los escenarios… a través de un concierto que se transmitiría por streaming.
Autor: Redondos Subtitulados, viernes 17 de mayo de 2019
El pasado 12 de mayo el escritor Marcelo Figueras presentó en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires la autobiografía de Indio Solari. El libro, titulado Recuerdos que mienten un poco (Sudamericana), reúne las memorias del artista, que son el resultado de las charlas que mantuvieron a lo largo de cuatro años. Fueron abarcando los temas en orden cronológico, comenzando por la historia familiar del Indio y terminando con el show de Olavarría. El diálogo, por momentos, alcanza un gran nivel intelectual, aunque sin convertirse en un texto cuya comprensión esté reservada para una minoría. Se puede leer con fluidez, y los conceptos están explicados con suficiente claridad como para que todos lo podamos entender.
Figueras fue el encargado de redactar y estructurar el libro, que contó con la aprobación de Solari.
Esta obra literaria es la segunda del Indio: en 2018 publicó Escenas del delito americano, que recopila una historia post-apocalíptica ilustrada de forma magistral por Serafin.
La presentación se desarrolló en la Sala Jorge Luis Borges del Predio Ferial de Palermo. Desde temprano el lugar estuvo colmado de fanáticos ricoteros. La capacidad oficial era de mil personas, pero hubo mucha gente de pie y sentada en el piso, por lo que el número sin dudas fue mayor.
En la previa hubo cantitos, banderas, remeras del Indio y de Los Redondos… y no faltaron las sonrisas y la sorpresa del resto del público de la feria. Y sí, se celebró una misa ricotera en pleno Palermo.
Durante la presentación, luego de las palabras del representante de la editorial Penguin Random House, tomó el micrófono Marcelo Figueras, que agradeció al público presente en su nombre y del Indio, y sin demorarse le dio paso a lo que todos estaban esperando: la entrevista.
Más allá de algún comunicado circunstancial, no es habitual escuchar la voz de Solari. Con suerte una vez al año otorga algún reportaje, generalmente relacionado con la publicación de un disco, o anunciando un recital, o, como en este caso, presentando su autobiografía. Su última entrevista había sido el 2 de agosto del año pasado, cuando recibió en Luzbola a la gente de FM La Patriada, de La Garganta Poderosa, a los Redonditos de Abajo y a algunos amigos como Aníbal Fernández.
Por motivos de salud que son de público conocimiento, y para evitar que se juntara una multitud desbordante en La Rural, Solari no participó personalmente de la presentación de su libro, sino que lo hizo a través de un video, grabado el 3 de mayo, donde se lo puede ver y escuchar charlando de forma muy distendida con Figueras.
En el video vimos al Indio explicando con sinceridad por qué aceptó escribir sus memorias: «no me pareció mal a esa altura de mi vida, y de la jornada rockera que he tenido a lo largo del tiempo, de terminarla de esa manera: contándoles la tramoya, lo que había detrás de cada una de las cosas que habían sucedido en mis proyectos públicos. Quería contárselo a la gente que ha manifestado una fidelidad muy grande… hasta tomé la decisión de mostrar mi ojos (en la tapa), que siempre habían estado protegidos por anteojos. Era una inducción, que yo estaba desnudándome públicamente»
La charla con Marcelo Figueras fue recorriendo su infancia. El Indio recordó que cuando llegó la «Revolución Fusiladora», tal como definió a la autodenominada «Revolución Libertadora» que derrocó al presidente constitucional Juan D. Perón, en 1955, su padre, que era empleado de Correos, con «un sueldo que era casi ministerial», perdió su trabajo y entonces la situación económica de la familia cambió de un año para el otro: «un año recibí en Navidad un Mecano… y al año siguiente un calzoncillo».
Mientras la entrevista proseguía, el Indio se tomó su tiempo para analizar cuál fue el aspecto de su personalidad que lo condujo a ser uno de los artistas populares más importante del país. «La curiosidad fue lo determinante. Creo que si uno reduce todo, por qué lo hice, por qué anduve chusmeando en distintos lugares, era porque la curiosidad me arrebataba del lugar al que había sido curioso para mí inmediatamente antes, y me transformaba en un tipo que iba a buscar una novedad, una puta novedad que era lo que me entusiasmaba para vivir». Y explicó que «yo fui un escéptico muy temprano. Pero un escéptico en serio. No como los chicos que están en la adolescencia, tienen conflictos, empiezan a descubrir que hay un mundo que no lo conocen… eso hizo que estuviera en la búsqueda de un estímulo que me pasara en la vida que la justificara. Eso me pasa desde muy temprano. Aún hoy en día, estoy por entregar el sachet y sigo pensando que pasé por acá ignorando todo, aceptando las convenciones más convincentes para mí, y aún así sigo con un hambre que mi cuerpo no me permite saciar.»
Luego la charla los condujo hacia el papel que las potencias hegemónicas cumplen en el adoctrinamiento social y cultural de las naciones subordinadas. Y ejemplificó con la situación que hace muchos años describió en la letra de la canción Masacre en el puticlub. «En el Puticlub están los tipos peleándose en el bar, pelotudeando, y de pronto aparece el «gas coreano» que no depende de vos, sino que depende del primer mundo, como el colisionador de hadrones que está en Ginebra. En ese momento (cuando se desarrolla la historia de Masacre en el puticlub) era la guerra de Vietnam, la Negritud, que no eran cosas de acá, pero que de alguna manera estaban ocurriendo en la cabeza del Imperio. Eso en algún momento iba a venir a parar acá de alguna manera. Y eso es lo que ocurre permanentemente. Desde las pavadas, que tenemos un barrio que se llama «Palermo Soho», o «Palermo Hollywood»… venimos copiando… quizá porque seguimos siendo colonia. Por más que no lo queramos reconocer, si está el Fondo Monetario gobernando el país no me queda más remedio que pensar que no tenemos decisión propia. La lectura de la última relación económica con el Fondo ya no dice «aconsejamos», sino que dicen «tienen que hacer esto»… eso siempre ha pasado. En un momento culturalmente fue Francia, después aparecieron los anglos, que todavía no se han ido, y aparece la transculturación… el género rocanrol no es nuestro. Hacemos como unos boleros rápidos imitando eso, pero es transcultural.»
Luego se sinceró cuando reconoció que en Argentina no puede hacer vida urbana, ya que cada vez que sale a la calle se junta una gran cantidad de personas y la situación se le torna inmanejable. Por eso viajó varias veces a Estados Unidos, donde nadie lo reconoce. Aunque admite que la identificación con EE.UU también tiene un fundamento cultural: «tengo recuerdos metidos en mis nervios de barrios de Nueva York o de Los Ángeles por las series de televisión que vi cuando era chico. Voy a Nueva York y reconozco cosas que acá en Bs As no reconozco. No quiere decir que yo esté desapegado a Argentina. Es mi patria, a mi país. Es donde está la gente que quiero…»
Un tipo que lleva vivido 70 años, y que admite haber pasado la peor etapa de su vida durante la década del setenta, se tomó su tiempo para analizar las causas históricas de muchos de los males que nos aquejan a los argentinos: «… un país que empezó con los contrabandistas y no dejó de serlo nunca. Los que tienen el poder son los que escriben las leyes, han estado toda la vida en un lugar privilegiado para ponerle palos en la rueda a lo nuevo… siempre tienen lugares privilegiados que quieren conservar para tener poder, que es una cosa sensual para ellos. Yo no creo que piensen en la sociedad, en el bien común. Yo no lo he visto en general, y tengo 70 años y soy muy curioso.»
Volviendo a la música, contó que el primer grupo que lo conmovió fueron los Beatles; eso lo llevó a escuchar otros artistas que lo enriquecieron y lo formaron como músico. El rostro de muchos de esos personajes forman parte del arte de El ruiseñor, el amor y la muerte, su último disco, con el que los homenajeó.
Solari contó que en sus orígenes el rocanrol era contracultural, casi de protesta: «los negros hicieron el rocanrol, que era la gente desvalida socialmente, los que venían de alguna de las guerras de EEUU con un cheque que te daba el Estado porque habías ido a Corea o a Viet Nam... la cultura rock no es el género rock and roll. El genero rock and roll es una cosa. La cultura rock es todo lo que abrió camino en la música rock como música de fondo de todas las peleas que había en el mundo y que por ahí acá no había, había otras luchas.»
Siguiendo con el análisis del poder enceguecedor de los Imperios, y las fatídicas consecuencias que ese poder tiene para los países del tercer mundo, habló sobre el infantilismo de algunos de nuestros gobernantes. «En la guerra de Malvinas los militares de acá creyeron que porque los habían llevado a aprender a torturar a la escuela de las Américas, EE.UU. iba a apoyar a la Argentina. ¿A quien se le ocurre eso? ¿A quien se le puede ocurrir que EE.UU. iba a ayudar a la Argentina a luchar contra el Reino Unido?. Estos militares creyeron que porque tenían un par de amigos que se llamaban «Johnny», que eran los que les enseñaban a torturar, o a combatir al «extremismo», como lo llamaban ellos, nos iban a ayudar a nosotros en la guerra de Malvinas.»
Ante una pregunta de Figueras, pasó a analizar el fenómeno que provocó su figura en la sociedad: «Uno coincide en un momento determinado en la historia de un lugar, y pasa a ser en la historia de la música argentina un personaje muy significativo por la resonancia que hay en la gente, no por otro motivo. Y tiene que ver con eso: por qué en un momento determinado la gente proyecta en uno una imagen que crece de manera desmesurada, y te adjudican destrezas, conocimientos y roles que no no sucedieron». Opinó que con el correr de los años «tambien creció un cariño, un cariño particular. No es el cariño que tienen por un artista de verano. Es un cariño particular que llegó a cosas que yo no me puedo adjudicar… el otro día cuando veía… yo no he visto muchas cosas, no me gustaba ver mucho. Pero empecé a reconsiderar la historia de Los Redondos desde ahora, y el otro día cuando veía esa muchedumbre que fue a Olavarría, cuando vienen en esa calle, que es como un caño, que son como ¡lentejas!… ¿cómo te podes adjudicar eso? Hay una necesidad de la gente de proyectar en alguien un mont+on de necesidades y cayó Carlistos ahí…»
Para finalizar, Marcelo le trasladó al Indio las preguntas que habitualmente recibe por parte del público ricotero: «La gente siempre pregunta si va a haber alguna misa», le confió Figueras.
«Yo he aprendido a decir que no se. Yo realmente… el resto del cuerpo es el de un pibe de 28 años, en serio te digo, el problema que tengo es la dopamina… que no genero dopamina. Cada tres horas (la falta de dopamina) me provoca una hora y media que estoy muy mal. Estoy mal. No puedo viajar. Encima yo soy muy mal paciente, me olvido de los medicamentos (…) si yo pudiera tener una meseta, ¡qué más quiero hacer en la vida que tocar en vivo!. Yo me he sentido más cómodo arriba del escenario que en cualquier lugar. Es el lugar donde todo el mundo está a favor tuyo. Pero evidentemente en este momento no puedo, y tampoco tengo para adelante mucha vida, entonces… vamos a pensar de que no lo voy a hacer, pero mi intención es -si la medicina lograra mañana- tendría que ser rápido… (risas) si lograra una medicina que me mantuviera el estado, no que me curara, pero me mantuviera el estado que tengo ahora sería… habría que ver donde tengo que tocar, porque si mucha gente al leer el libro no se fue del cariño que tenia, no se donde voy a tocar, es mucha gente, se hace difícil…»
Posteriormente Figueras quiso conocer en qué proyectos estaba el Indio, qué lo mantenía ocupado. «Cuando hay tanta gente que se conmueve con lo que haces, proyectos no te faltan nunca… he vuelto a escribir, estoy dibujando. Estamos escribiendo algo en común (con Figueras), eso puedo decirlo. Como la pasamos bien estamos escribiendo una cosa. Vamos a ver si llega a buen puerto o no».
El Indio nos regaló una de sus frases cargada de significado: «La belleza está en todas partes. La belleza es del que la lee, no del que la propone.»
«¿Que emociones en particular te produce este libro?», le preguntó Figueras. «Que está inconcluso (risas). Empezas a recordar… hemos trabajado tres años, o cuatro, Eso hace que haya un hábito, como el que tenia de escuchar el programa que ya no está mas… esto es lo mismo. Cuando empezas a recordar tu vida, terminó el libro, porque en algún momento te echa, como sucede con los libros… «lo que me pasa es que uno queda con la inercia de lo que está haciendo, y empieza a recordar más cosas. Por primera vez en mi vida tengo memoria, y recuerdo todas las cosas. Todas esas fotos me abrieron un árbol de otras cosas que te pasaron. En 70 años pasan un montón de cosas, por más que haya algunas que uno las viste en traje de luces… un día te acordas de algo que hiciste, que en ese momento no recordaste, y que forma parte de tu vida. Yo reaprendí mi vida. No creyéndome todo lo que uno dice porque, insisto, uno mejora un poco las anécdotas. En ese sentido no hemos sido muy imaginativos. Pero supongo que alguna cosa de la niñez, que uno recuerda más por la reiteración de la familia, hay alguna cosa que se ha escapado.»
Por primera vez adelantó sus proyectos para armar una página de internet. No aclaró si se trata de un sitio web o de un perfil en una red social: «voy a hacer la página mía, como hacía en Facebook para un grupo de amigos. Voy a dedicarme a hacerlo para la gente, esos recortes para la vida, informativos para la gente, hablar de teatro, de cine… una página mía, diseñada para mi».
Finalmente habló de lo que todos estábamos esperando: de las posibilidades de realizar un nuevo show. Contó que existe la posibilidad de transmitir un show por streaming, es decir a través de internet: «por otro lado algún streaming haré. El vivo lo quiero hacer, el directo, quiero correr ese riesgo. Hacer con los músicos en el mismo horario, que lo vea la gente, estar tocando acá en el estudio probablemente. El gran problema es que hay que contratar una empresa extranjera, porque calculan un millón de personas el encendido. Vorterix no tenia eso, yo pensaba en ellos. No conozco el mercado, por ahí hay una empresa que puede manejarse con eso. Es un cálculo que hace la gente, yo no tengo ni idea. Si me hubiera avivado antes tocaba de acá, para qué iba a ir a Olavarría, hacer ir toda la gente allá…» (risas)
Sobre el final, Marcelo le realizó las últimas preguntas: «Qué le dirías, para despedirte, a la gente que se vino hasta la feria». «Que disculpen que no pude estar ahí con ellos. Vivo haciendo mensajes de pantalla, pero si tienen a su alcance la posibilidad de leer el libro, que es un libro que es ameno. He encontrado en los resúmenes de la gente que hablamos de cosas significativas algunas veces, pero que ha sido en un lenguaje ameno, no lo hemos rodeado de cosas que se hagan difíciles de leer para cualquiera que quiera leerlo. Es un libro que al menos a mi me resulto muy cómodo leerlo.»
La entrevista culminó con una última pregunta, y la emoción del Indio: «¿Qué te produce cuando te enteras, porque te llega, esto de que los chicos se juntan a leer el libro en las plazas, o en los cafés?». «Y… -respondió Solari muy emocionado- qué te puede pasar…»