El debut discográfico de Skay Beilinson

Los argentinos de Los Redondos se tomaron un año sabático, y era de esperar algo como «A través del Mar de los Sargazos», el debut solista de Skay Beilinson.

Autor: Rockaxis, Chile, 4 de noviembre de 2002. Por Alfredo Lewin

Los argentinos de Los Redondos se tomaron un año sabático, y era de esperar algo como «A través del Mar de los Sargazos», el debut solista de Skay Beilinson. Este gran guitarrista, cómplice del Indio Solari en una de las bandas de rock más emblemáticas de nuestra tierra hermana trasandina, también podría ser «el Redondo silencioso». Nunca ha sido el portavoz de la banda luego de décadas de carrera al comando de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota –una banda que marcó un fenómeno masivo sin precedentes, con profundas derivaciones en el terreno social, cosas que harían palidecer a Los Piojos, a Las Pelotas, La Renga o a los mismos Divididos -aunque estos últimos también captaron la esencia «oscura» del nuevo siglo en Argentina.
Armado de sus casi 50 años, guitarra y ahora voz -también es una suerte de multi-instrumentista- edita «A través del Mar de los Sargazos» recorriendo su cosmos en el inmenso mar, convirtiéndolo en uno de esos discos abiertos a la interpretación. Las letras son crípticas pero se entienden; son sin duda apocalípticas, desde una perspectiva de manicomio y naufragio se describe la ya conocida debacle Argentina. Y hay salvación (perdonen que les cuente el final de la historia del disco) aunque algunos lo pueden ver como un viaje a través de su historia personal o como una historia de pura ficción lo más seguro es que se trata de una súper-fábula sobre la realidad. De lo que no me cupo duda desde el principio es la excelencia musical que Skay exhibe en este trabajo, uno de los grandes álbumes aparecidos este año en el rock argentino conteniendo 12 canciones. Sólo el arranque del Motor Beilinson que optó por la diversidad desde el techno-industrial-medieval ‘Gengis Khan’.

Para Beilinson quizá hubo más de alguna complicación cuando finalmente se dio cuenta que ya no contaba con el Indio para la parte de las letras y para cantar. Con los Redondos Skay a veces escribía letras para los temas, pero eso era distinto. Esto es un álbum solista y ojalá no sea el último, de sólo escuchar el ritmo demencial de ‘El Pozo de la Serpiente’ y la sicótica ‘Kermese’, una brutal canción de manicomio open-door, en esa vibra media enfermiza y circense le sigue ‘Alcólito’ (¿o Alcoholico?), otro tema ebrio y narcotizado.

Volviendo al hito de Skay Beilinson fuera de Los Redondos, este impasse seguramente le dio a él la oportunidad de poner en «El Mar de los Sargazos» un montón de cositas y riffs e ideas que le gustaban y no entraban en un disco de su banda de siempre, quienes por lo demás el 2001 lanzaron «Momo Sampler»; si es que hubo demos antiguos lo primero que debió hacer Beilinson fue tomar esos demos y darles estructura de canción: ponerles letra, cantarlos y…hacerlo bien. La hizo. La diversidad (o libertad) hace que cada tema resulte una sorpresa, lo que hace de esta placa algo bien entretenido de escuchar. El ancla a la que se llega al final de los 12 temas del Mar De Los Sargazos siempre está puesta en ese sonido ricotero, del cual evidentemente Skay es cómplice en gran medida. Ya volveré a ese punto con una de esas comparaciones odiosas.
En conseguir un sonido de banda, sin demasiada tecnología, con guitarras, bajo, batería y algunos teclados par dar matices en esta acuarela macabra -hay algunas cosas que suenan como vientos, tocados con una guitarra sintetizada que gatilla desde sonidos de órgano hasta algunos vientos. Pero por muy Skay Beilinson que sea para construir el «Mar de los Sargazos» debió contar con algunos socios: el Negro Colombres y Dani Castro para armar la base y también como invitados estuvieron Patán Vidal en piano y Sebastián Schachtel en acordeón -en un tema como ‘Oda a La Sin Nombre’ participan casi todos, un temazo que también pinta para single junto a ‘Astrolabio’,’Síndrome del Trapecista’ o ‘Memorias de un Perro Mutante’.

Esto no es algo totalmente distinto al último «Momo Sampler», pero imagino que sólo el no tener encima la presión de tener que estar a la altura de los Redondos alivianó la marcha. Un año sabático libera a cualquiera, hasta de Patricio Rey y Los Redondos de Ricota. Como una totalidad el disco tiene un pulso muy humano, mientras que en los últimos de los Redondos había una mayor orientación hacia la parte tecnológica, aquí se siente algo más rockero orgánico y el más noble instrumento de todos aparte de la virtuosa guitarra de Skay, es la voz que el mismo se produjo, y que alteró para deformarla un poco, pasándola por una distorsión. Suena como el Indio Solari en todo caso, pero donde no hay nada parecido es en las letras. A Skay se le entiende todo, aún siendo alegórico: esto no significa que las letras estas no tengan gran altura, las tienen; cuando se llega al final del disco con ‘Lágrimas y Cenizas’, el álbum ya te atrapó, un temazo a la Dylan, como la marcha casi de funeral de aquella gospel del tema…Horses -creo que se llamaba. Aquí hay una super letra: «persiguiendo tu estrella/ una luz en la oscridad/ voy a andar los caminos/ Y volverte a encontrar». Para mí es una referencia a llegar a la Argentina sana y contenta.
Como el nombre de uno de los temas del disco, ‘La Grieta’, «el Mar de los Sargazos» es un mar que está cerca de las islas Bermudas (piensen en el famoso Triángulo) lugar que se cubría de algas, por tanto muchos barcos quedaban ahí varados, y auque veían la tierra no podían moverse del lugar. Es la partida de la leyenda y la trama del disco: se crea el mito de los marineros que juraban que aparecían monstruos que se devoraban las embarcaciones. Hasta con la belleza de un tema como ‘Con Los Ojos Cerrados’, Skay logra cruzar más de la mitad del terreno… o las aguas. El gran tema ‘Síndrome del Trapecista’ habla mucho de cruzar aguas y afirmar con manos apretadas el timón porque el mundo se puede parar en cualquier momento -e imagino que muchos se bajarían. Para muchos esta marítima área catastrófica es el espejo de un disco que se compuso y se grabó durante un período de mucha ebullición social y política.

Es obvio aunque inevitable, decir que «A través del Mar de Los Sargazos» suena muy parecido a los Redonditos de Ricota y es que Skay Beilinson es el co-alma mater de la banda más convocante y extravagante del rock argentino. Aquí voy de nuevo: no quería presentarlo así, pero una odiosa comparación es referirse a esto como en las instancias de Keith Richards fuera de los Rolling Stones con los X-Winos – claro Richards suena como los Stones y la hegemonía de los Glimmer Twins, Jagger/Richards son los Rolling Stones; tal y como el Indio y Skai son Los Redondos. También porque Los Redondos son Rock&Roll y fenómenos en Argentina y al igual que Keith; de las manos de Skay nacieron los riffs y la mayoría de las canciones de Patricio Rey o como quieran llamarle, han sido más de 20 años de carrera. ¿Qué pasaría si esto fuera en realidad PR y los de Ricota? A estas alturas no vale ni la pena preguntarse si estas canciones hubieran visto la luz como un nuevo disco de Los Redondos; pero de seguro varios se habrían tornado en clásicos redondos.

Y es que resuena el espíritu «redondo» el cual por ejemplo es convocado en un tema como ‘Astrolabio’, bellísimo en su interludio instrumental y luego el coro que te urge ser valiente; este es el verdadero viaje a través del Triángulo de Las Bermudas o el Mar de los Sargazos y sus estrofas son puro Redondos de Ricota, lentas y arrastradas… raro para un tema que pinta para positivo, como el poder capear el temporal y zafar para llegar a tierra; algunos dirían es el color de la esperanza ya que cada canción en el cuadernillo viene acompañada de un cuadro, pintura -un arte impecable que incluye letras. Ya está claro que el Astrolabio anterior sirvió para encontrar un rumbo que resuena en el reggae lento, tanto como la velocidad del capitán/piloto/botero/barquero para encontrar el rumbo a su salvación y la de los suyos. En este y otros varios sentidos «A Través del Mar de los Sargazos» es un disco cuasi-conceptual; sólo bastaría con hacerle esa pregunta al propio Skay Beilinson y sé cual es la respuesta. Gran disco para cerrar el 2002.


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