Acerca del show de Patricio Rey en River.
RAN – Rock Argentino Noticias, 17 de abril de 2000

«Ya me hartó la función en la estrella del sur», dice Solari en «El árbol del Gran Bonete». Hoy puede leerse esa frase de una manera para nada feliz. Tal vez los shows del fin de semana del 15 y 16 de abril de 2000 queden en la historia por haber sido los últimos en la historia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
La triste realidad social argentina, la incapacidad de la Policía, y la impericia de la empresa de seguridad que fue contratada para controlar que no se repitieran los disturbios de los últimos tiempos atentaron contra una de las fiestas más grandes del rock argentino.
Cuando promediaba el show del sábado, todos sintieron en el ambiente que algo raro pasaba. El clásico cantito que llega cuando se arman grescas inundaba el estadio. «Qué boludos que son, no parecen Redondos, la puta madre que los parió», era el grito enfurecido de las 65 mil personas que llenaron River. Acto seguido se encendieron las luces y comenzó un intervalo larguísimo, que terminó cuando el Indio Solari tomó el micrófono y – enfurecido como nunca anunció que alguien ;enviado quien sabe por quien había lastimado a muchos chicos, y que así se confirmaba esto de que estábamos ante el último recital de Los Redondos. «Ah, – agregó – por orden del Juez tenemos que tocar con las luces encendidas», y arrancaron con «Pogo», mientras en las tribunas podían verse chicos agarrándose la cabeza, a otros llorando, a otros yéndose a sus casas.
LUNÁTICOS DIAMANTES
«Ya copamos Mar del Plata, ya copamos Santa Fe, no nos rompan las pelotas que copamos River Plate». Ése fue el hit del fin de semana ricotero. Unas 130 mil personas llenaron como nunca un estadio para presenciar un show de un grupo argentino. Y unos 300 «hijos de puta», como los definió el Indio, que sólo fueron para ver si podían entrar sin sus localidades, o robándolas,
o como sea. La imagen de la desconcentración del sábado recordaba a cuando el equipo de uno pierde una final. La desolación inundaba Nuñez, y la incertidumbre invade hoy a todos los que deseamos que Patricio Rey no muera.