Amanecer de un fin de semana agitado

En Núñez volvió la paz después de los Redondos

Diario La Razón, 17 de abril de 2000

El barrio River volvía hoy a la normalidad luego de un fin de semana en el que más de 130.000 personas vieron en el estadio Monumental dos recitales de los Redonditos de Ricota. En medio de un gran despliegue de seguridad, entre sábado y domingo hubo 150 personas que precisaron asistencia médica y medio centenar fue detenido o demorado.

A media mañana, las empresas recolectoras de residuos ya habían limpiado totalmente la zona, luego de siete horas de labor. Los vallados policiales habían sido levantados casi por completo y los alumnos del colegio existente dentro de River asistían a clase normalmente. Anoche, al menos 35 jóvenes resultaron heridos, cuatro de ellos de bala de goma y uno apuñalado, y 25 fueron detenidos durante desmanes ocurridos en la esquina de Figueroa Alcorta y Monroe, cuando unos 300 fans intentaron atravesar los vallados sin contar con la entrada para el show, informaron fuentes policiales. La Policía utilizó caballos, camiones hidrantes, gases lacrimógenos y disparos con balas de goma para dispersar a los seguidores que causaban desmanes.

A causa de los disturbios también resultaron lesionados dos policías que fueron apedreados y debieron ser asistidos por médicos del SAME. Pasadas las 20.30, cuando el recital ya había comenzado, los incidentes continuaron a tres cuadras de los vallados, en la esquina de Monroe y Húsares. Un grupo de jóvenes que no había podido ingresar en el estadio porque no tenía entrada destrozó un auto y una garita utilizada por la vigilancia privada del barrio. Allí, la Policía volvió a utilizar balas de goma, gases y caballos. Uno de los heridos presentaba una herida de arma blanca en la espalda, pero no se sabe si la sufrió al resistirse a un robo o durante una pelea entre grupos rivales. El sábado, durante el primer recital que ofrecieron los Redondos, 115 personas debieron ser asistidas, siete de ellas heridas con armas blancas, 13 fueron detenidas y ocho demoradas.

Quizá haya sido el último show de la banda local más grande
Por Víctor Pintos

Fue la última vez? Quizá sí. Lamentablemente. El sábado, cuando se advirtió que las corridas entre el público ubicado en el campo habían dejado como saldo un par de heridos, los Redondos detuvieron el show, que avanzaba ya por la segunda y supuesta última parte. Y al volver, después de quince minutos de tensión y silencio, el Indio Solari se quejó.

Dijo que el grupo iba a seguir con el concierto sólo por respeto al público, pero que su corazón lamentaba los incidentes -qué importante fue que hablara con el corazón en la mano-, y que por culpa de los violentos que habían convertido la fiesta en drama, sentía que éstos eran los últimos conciertos de la banda. Porque así no se puede más, dio a entender, y se le entendió.

Si esto se confirmara -en el concierto de anoche no hubo incidentes importantes dentro del estadio, pero sí afuera-, quedará en claro que los Redonditos de Ricota hicieron esta vez todo lo que debían hacer para tener una gran fiesta con las bandas -su público-: eligieron el mejor y más grande estadio de la ciudad y contaron con la más cuidada organización de su historia. Pero la realidad los desbordó. La realidad -la violencia, el descontrol- es eso con lo que, evidentemente, la contundencia del mejor rock que hay en el sur del mundo no puede. Por eso, los dos conciertos en River ante 130 mil fieles seguidores, quizá fueron los últimos de su historia.

Más allá de aquello en lo que se regodearon durante el fin de semana algunos medios periodísticos interesados en relacionar al rock con la violencia, hubo instantes de felicidad suprema, vividos durante estos conciertos de los Redondos. Porque eso, al fin, será lo inolvidable, lo eterno.

Estos son tiempos en que hay millones de postergados, desesperanzados, descreídos, desilusionados. Y parado en este tiempo, un grupo de rock de acá contiene a los que aún creen en que es posible tener un momento de felicidad. Quizá con un exceso de simplificación, ésa es la importancia de esta gran banda de rock. La que dice: «Nuestro amo juega al esclavo / de esta tierra que es una herida / que se abre todos los días». Ese tema propone un coro que, en River, la multitud cantó -gritó- para que todos oigan, por si acaso éstos eran los últimos conciertos de los Redondos: «Violencia es mentir». Ojalá que esas voces nunca se callen.


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