La historia de Los Redondos tiene más ramificaciones que un mapa de Buenos Aires, pero tres personalidades permanecen comandando la nave ricotera: el Indio, portavoz y emblema de la banda, la ya clásica viola de Skay y la Negra Poli. En este informe te contamos de dónde salieron, quiénes son los otros músicos redondos, e intentamos un resumen de la tortuosa ruta- en lo que a músicos se refiere- de Patricio Rey y sus acólitos.
Autor: Revista Vos. Año 1995

INDIO SOLARI:
Cuarenta y seis años de vida le costaron a Carlos Solari llegar a ser simplemente el Indio, letrista, voz e imagen de Los Redonditos de Ricota, su banda de siempre. Un periplo vital que arrancó en la universitaria y algo pacata La Plata, y que tuvo su primera manifestación de disconformidad cuando lo echaron de un curso paralelo de Bellas Artes por… orinar en clase. Claro que para ese entonces, el muchacho ya era también una rata de biblioteca- a los diez años se mataba con Truman Capote-, se copaba con los existencialistas franceses y los beatniks yanquis que abrieron el camino a la generación hippie. También le gustaba la ciencia ficción y la historieta.
Artísticamente, sus inclinaciones tenían que ver con la composición de canciones en guitarra, el dibujo y la escritura. Como salida de todo ese bagaje había regenteado un tallercito de estampado en tela llamado El Mercurio, en sociedad con Guillermo Beilinson, amigo personal y hermano de un tal Skay…
Antes de pasar a formar parte de Los Redondos, que comenzó más como un grupo de amigos que vivían la cultura rock antes que una banda propiamente dicha, el Indio vivió un tiempo en Valeria del Mar. El balneario era por entonces un refugio de bohemios, artistas y gente de la cultura: iban desde el escritor Leopoldo Marechal hasta la modelo Chunchuna Villafañe. También había pasado por derpas céntricos y no tanto, y en un tiempo recaló en City Bell. Hasta que conoció a Skay y Poli, casualmente presentados por Guillermo, el socio- amigo de la época de El Mercurio.
SKAY: Viajero trotamundos, la circunstancia le permitió a Skay Beilinson ser testigo privilegiado de los disturbios de Mayo del 68, cuando los estudiantes de París salieron a la calle bajo la consigna «La imaginación al poder». Ese contexto revolucionario marcó indeleblemente al joven platense que volvió a su pago munido de una guitarra Grestch, un amplificador Marshall, un pedal de distorsión y uno de wah- wah, además de una bocha de ideas nuevas que empezó a llevar a la práctica. Primero incorporándose a la banda Diplodocum Red & Brown ( aunque tocando el bajo ) y luego relacionándose con los integrantes de otra banda, La Cofradía de la Flor Solar. Justamente, en 1969, ambas agrupaciones producen un recital conjunto en el Teatro Opera de La Plata y ahí nomás Skay conoce a una estudiante de teatro, Poli Castro, más conocida de ahí en más como la Negra Poli. Paralelamente a su desempeño en los Diplodocum, el larguirucho músico conforma un trío acústico con los cofrades Morci Requena y Kubero Díaz y también mete coros en el único disco de La Cofradía para el sello Microfón. Posteriormente, la intención vanguardista del grupo los llevó a una experiencia de vida comunitaria, que arrancó en su ciudad y se mudó luego a Sierra de la Ventana. Tras su disolución, Skay y Poli se instalaron en una casa en Tolosa, que sirvió de punto de encuentro para que Guillermo y el Indio empezaran a trabajar en una película: Ciclo de Cielo sobre Viento, título tomado del I Ching. Cuando por intermedio de su hermano Skay conoció al futuro cantante de Los Redondos, la dupla se largó a componer los primeros temas ( Mariposa Pontiac, Un tal Brigitte Bardot, Perra dinamita, Maldición va a ser un día hermoso) en un sótano de La Plata. Corría 1976 y era tiempo de otros perros, los homicidas…
POLI: Ingeniera psíquica, hechicera o la 9 mm (como la han denominado ellos mismos en sus discos), la Negra Poli supera con creces la condición de simple manager de la banda. De alguna forma difusa, ella es el motor que mantiene a Los Redonditos rockeando y con nuevas metas por ganar. De ahí sus personales inspecciones a los lugares que la banda ha tenido que ir descubriendo para dar cabida a su creciente capacidad de convocatoria( por ejemplo, el estadio porteño de Huracán, nunca antes usado por una banda de rock). Allá lejos y hace tiempo quedaron las resistencias generadas por el hecho de ser una mujer quien desempeñara una función en la que se debe lidiar con truchos y rufianes de toda laya. En perspectiva, puede decirse que también ha hecho escuela: hoy son muchas las mujeres que ocupan ese puesto, un paso atrás o al costado de las luces del escenario.
SEMILLA: Amigo de amigos suele ser un requisito a cumplir en muchos de los relevos de ricota. Así le sucedió a Semilla Bucciareli, el más antiguo de los músicos que integran actualmente la banda. Su ingreso se produjo en 1983, de la mano del batero Pensa, quién a su vez venía de tocar con Rubén Soulé ( Vox Dei ). No es casualidad que el comienzo de su colaboración haya coincidido con una renovación casi total del repertorio, que a partir de ahí incluyó Golpe de suerte, Vamos las bandas y Criminal Mambo, entre otras nuevas composiciones.
WALTER: El ingreso de Walter Sidotti en el rol de batero se produjo tras el registro de Oktubre, segundo disco de la hasta ahí inclasificada formación. A simple vista y a juzgar por sus antecedentes inmediatos, Sidotti no aparecía como el candidato más firme a ocupar el puesto. Sus pergaminos se remitían a Los Argentinos, una banda de corte pop que supo rankear un hit en las radios (hablando en japonés). Paralelamente a la actividad con Los Redondos, el tipo ha venido manteniendo relación musicaal con la descendencia de aquella banda, que ahora- bajo la denominación de La Favorita- transita un rock más duro y batallador por el under porteño.
SERGIO: El benjamín de la banda, Sergio Dawi, ingresó por la puerta redonda tras el alejamiento de Willy Crook, quién después de integrarse brevemente a Los Abuelos de la Nada y pasar como invitado por muchas otras, desde Riff hasta Celeste Carballo, recalaría en España, donde formó Lions in Love. Sergio, por su parte, dejó atrás su participación en una experiencia llamada 2 saxos 2 para constituirse en la última adquisición ricotera.
LOS OTROS REDONDOS
Semilla, Sergio y Walter son ahora miembros inamovibles de la formación ricotera, pero en el momento de su ingreso eran sólo el último eslabón de una interminable serie de movimientos en la banda. Justificados un tanto por la política anárquica de los primeros tiempos, los cambios, recambios y contribuciones de muchos músicos y amigos han sido una constante en el seno de Los Redondos: Morci Requena, Kubero Díaz (bajista y violero de La Cofradía), Beto Verne y Ricardo Meyer (fallecido en un accidente) formaron parte de los tiempos fundacionales, así como las coristas Monona, María Isabel y Cecilia Solita.
Con la mudanza a Baires el grupo había quedado conformado por Néstor Madrid (bajo9 y Migoya (batería), más el Conejo Jolivet en violas. La base fue reemplazada luego por el baterista Marcelo Puchi ( de Los Dulces 16 como Jolivet) quién se trae a León el blusero, que se incorpora como tercer violero. Después hubo una etapa de regreso a las raíces, con integrantes platenses (Fentom, bajo, Verne en guitarra y Tzoceh en batería) y más modificaciones (Topo D´Aloisio en bajo, Diego Rodríguez en bajo, Pato en guitarra y Ricky Rodrigo en teclados y violín). Más cambios: ingresan Rodolfo Gorosito en guitarras y su mujer Laura Hutton en coros, Pensa en batería, Semilla en el bajo y el Gonzo Palacios en el saxo. Simultáneamente, hay una pléyade de números escénicos que hacen de las suyas en cada presentación, como los del periodista Enrique Symms. Tras esta etapa ingresan Tito Fargo en viola, el Piojo Avalos en batería y Willy Crook en saxo, además del tecladista Andrés Teocharidis ( tras su muerte en un accidente Los Redondos prescindirían del teclado en sus shows, utilizando para las grabaciones los servicios de Lito Vitale). La última formación data de 1987 cuando estos nombres encuentran reemplazantes por motivos diversos, quedando conformada como la conocemos hoy en día.