Las páginas que siguen tratan humildemente de reflejar el resultado de largos y enriquecedores encuentros con ellos para que ustedes saquen sus propias conclusiones y tengan la verdadera capacidad de elegir.
Revista Rock & Show, Número 2 (segunda edición) – Editorial Rock N’ Shows. Diciembre de 1992

A los lectores:
Después del primer número de Rock N’ Shows Collection, sobre Guns n’ roses… ahora Los Redonditos de Ricota. ¿Por qué? Como nosotros hicimos esta publicación para los jóvenes y con profundo respeto, nos interesó saber que era lo que ellos querían para el segundo número. Decidimos hacer una encuesta y averiguarlo. Entrevistamos a 3000 jóvenes de entre 12 y 20 años, de ambos sexos en partes iguales y de diferentes condiciones sociales, culturales, de colegios públicos y privados y de diferentes zonas. Centro, Barrio Norte, Caballito, Belgrano, Flores y Almagro. Sorpresa. Estos chicos se volcaron a Los Redonditos de Ricota en forma mayoritaria y contundente. La decisión estaba tomada, pero ahora venía lo más difícil. Comenzaron a sonar las voces: -Los Redondos no reciben a la prensa, son difíciles…etc, etc. Pero el pedido de los chicos era un mandato. Así decidimos no hacer caso al “consejo de los conocedores” y nos lanzamos a la tarea de contactarnos con el grupo…y lo logramos.
Una nueva sorpresa, nos encontramos con un grupo humano maravilloso, cálido, afectivo y abierto, con ideas muy claras. Las páginas que siguen tratan humildemente de reflejar el resultado de largos y enriquecedores encuentros con ellos para que ustedes saquen sus propias conclusiones y tengan la verdadera capacidad de elegir.
Liliana Baldomir (Editora)
LA HISTORIA
No se pintan la cara. No son rubios. No ponen su figura dentro de la “caja boba”.
Desde hace mucho tiempo, la intuición genuina, les dijo que esto habría de suceder. Y fue nomás.
Los chicos querían divertirse. No eran chicos del montón con pelotas de fútbol bajo el brazo ni blondas “Rayito de sol” para jugar a la mamá. Crecieron adolescentes con el firme objetivo de hacerle frente al aburrimiento de aquella época que se extendía como una enredadera sobre todo. Lo impuesto estaba muy lejos de sus locas cabezas. Y por momentos, daba la impresión de que tenían muy bien en claro qué era lo que querían no hacer, anteponiéndose a lo que se “debía” hacer.
El mundo, por entonces, había sido objeto del arrollador aporte creativo del hippismo. El “Flower Power” apoyaba su irreverente nariz contra la vidriera del poder. Sin embargo, en nuestro país, las páginas de la nueva revolución se escribían diferentes. Había aparecido como una inmensa sombra negra, el triste Proceso de Reorganización Nacional.
Si bien era cierto que, en un principio, las voces militares no retumbaban tanto como lo habrían hecho después, todo lo oculto y lo malo se sabían en silencio. Por lo tanto, algo podía hacerse. Estos platenses alquilaron un sótano que les quedó chico en poco tiempo y armaron la mudanza hacia un teatro que sostuviera “La fiesta”. Por ese lugar pasaron un sinnúmero de músicos, actrices, actores, mimos, que decoraban la escena generando así una energía grupal integracionista. De todas maneras, divertirse no significaba precisamente hacer las cosas mal. “Divertirse” necesitaba tiempo, esfuerzo, trabajo en grupo y preparación. Las fiestas se fueron haciendo cada vez más grandes y exigentes, como así también la sociedad argentina se fue volviendo cada vez más totalitaria.
Nace un fuerte concepto de vocación entre los integrantes. Ya no alcanzaba “celebrar” a solas. Ahora, tenían que celebrar a la vida misma.
Tiempos duros
Guillermo, hermano de Skay, estaba preparando una película, una de sus diversiones preferidas y les dice a los chicos del grupo que compongan la música. Lo hacen. Suena bien, fuerte. Pega. Varios de los chicos juegan también a ser actores. Deciden encaminar de una buena vez y para siempre el concepto ritual de los encuentros platenses. Pero el ambiente en Buenos Aires está cada vez más irrespirable. Arman “la fiesta” (ahora más popular) y rajan. Algo así como un “toco y me voy”. No fue fácil establecerse. Poly y Skay trabajaban en el campo, más exactamente en el monte del Chaco Salteño. El Indio tenía su base en Valeria del Mar. Sin embargo, Patricio Rey se hacía escuchar a pesar de la distancia…
Este es el origen mismo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. O de Patricio Rey y sus Sachets vacíos. Patricio puso la cara. Una cara que puede tener tantos y tantos perfiles como uno lo prefiera. Puede vestir saco y corbata pero, al mirarle las manos, se puede descubrir al demonio mismo. “No importa, me acerco igual porque yo quiero. Vení, vamos a tomar un café”. Y Los Redondos pusieron el envase. Lo rellenaron con ricota para placer de quien quiera escucharlos. Hoy, son miles. Las bandas saben muy bien de qué se trata.
Primeros pasos
El primer disco editado por Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota aparece por el año 1984 y es grabado en el estudio de Lito Vitale. “Gulp!”, primera producción independiente de la banda, está prácticamente financiado por los ahorros de cuánto recital convocó Patricio y “ayudado” por los músicos amigos ligados al grupo. La primera tirada del disco se agotó en cuestión de días.
1985 trajo para Los Redondos el pasaporte hacia la popularidad. Con un álbum en la calle, enfrentan el alquiler del Teatro Astros pero, días antes del concierto, Valeria Lynch agrega fechas y Los Redonditos quedan afuera.
Llega Cemento y Gulp es presentado oficialmente. Obviamente, los recintos son cada vez mas chicos. O las bandas son cada vez más numerosas. Si Cemento quedó un poco ajustado, probarían con Palladium. Como era de esperar, la convocatoria del grupo fue lo suficientemente numerosa como para que este lugar también quedara en vías de “reducción”. La última fecha: 28 de diciembre. También era de esperar…
Cambios
En mayo de 1986, otro Palladium. Ya presentan material del que sería el segundo disco: “Octubre” grabado en los Estudios Panda.
Daniel Melero que tocaba por entonces en “Los Encargados” (uno de los primeros grupos tecno nacionales) y Claudio Cornelio de Don Cornelio y la Zona, los acompañan como músicos invitados. Siguen más Palladium y Parakulturales.
En 1987 Los Redondos cambian integrantes. Piojo Ábalos rota por Walter Sidotti (ex_baterista de Los Argentinos) y Fargo D´Aviero deja colgada la guitarra. No ingresa ningún otro violero. Con Skay es suficiente.
La piedra fundamental para comenzar a grabar el tercer LP ya está colocada. Tienen suficiente material y se lanzan con “Vencedores vencidos”, “Todo preso es político”, “Todo un palo”, “Vamos las bandas”, en los estudios Panda nuevamente.
“Un baion para el ojo idiota” vería irónicamente la luz. Otra vez los Palladium, los Fénix de Flores… Y el viejo y querido Bambalinas de San Telmo. Dulces ocasiones de ricota para el recuerdo…
¡Estás liquidado!
El primer semestre de 1989 tuvo a Los Redondos prácticamente enclaustrados en los Estudios Del Cielito con la preparación y concreción del cuarto álbum. Así se preparaba ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado! “…las balas traen mala suerte. No era así como nosotros te queríamos. Ha sido una noche muy larga. ¡Mejorá esa cara por favor, danos esa ventaja…”
Pero las bandas, mejorando y mejorando sus caras, poco podrían hacer más que sentarse a esperar que, algún día, uno de esos lugares espaciosos abrieran sus puertas a Los Redondos.
El 2 de diciembre de 1989, finalmente, Los Redonditos de Ricota hacen su aparición en el cuestionado Obras Sanitarias (“Meca del Rock”). Los vientos de tormenta comenzaron a hacerse sentir cuando Carlos Polimeni, periodista del diario Sur, abrió el primer fuego en la batalla. Obviamente, el Indio Solari no se quedó callado y replicó duramente desde el escenario la actitud del escriba en cuestión. Allí mismo se hicieron oír las voces de los detractores y de los seguidores. Todos, absolutamente todos ingresaron a la contienda. Salvo Los Redondos mismos que dejaron “hacer” a los conflictivos periodistas. Planeando anticipadamente un nuevo festival (ésta vez se haría al aire libre), Patricio Rey convocó a sus seguidores al campo de hockey de Obras Sanitarias. Ese día comenzaron los problemas más importantes en materia de seguridad. Pudo verse a un Solari realmente enojado, ya que los espectadores poco hacían para que el descontrol se encausara de nuevo hacia lo que en un principio había sido la consigna: festejar. Las cosas pasaron a mayores cuando un grupo de exaltados decidió tomar por asalto un puesto de bebidas. Como resultado, el club decidió confiscar la recaudación del espectáculo hasta tanto no se pagaran los daños ocasionados a las instalaciones. En agosto de ese mismo año, Los Redondos tocaron nuevamente en Obras, tranquilizando los ánimos de los dirigentes del club… Y de las bandas.
Lo que fue
Un día ensombrecido por la muerte llegaría con el invierno. En un operativo de control del espectáculo en la parte externa, por parte de efectivos de la comisaría 35ª. Walter Bulacio fue detenido sobre la calle Libertador. Cinco días después moría en un Sanatorio de la Capital Federal. El certificado de la defunción decía “muerte por aneurisma”.
Mucho se ha escrito sobre este episodio. Poco se hablaba sobre las fallas del sistema y los intereses en juego existentes. Políticos, sociólogos, psicólogos, todos vertían su opinión. La prensa también usaba una nueva noticia impactante.
Sin embargo, lo más importante de destacar son las fallas del sistema y la lucha por su corrección. Ahora las cosas son distintas y aunque seguramente que la gente no cambió, el marco jurídico es diferente y por lo tanto es una mejora del sistema de vida en este aspecto. Igualmente es un hecho que quedó íntimamente ligado a la historia de este grupo de personas que decidieron hacer rock como su vida. Una de estas historias tristes que no se deberían repetir.
Moscas y sopas
Esperando… “La mosca y la sopa” trajo consigo un resumen total de los trabajos anteriores de Los Redondos. La guitarra de Skay, el saxo de Dawi, la batería de Sidotti, el bajo marcador de Bucciarelli. Y la voz… Solari haciendo malabares de cuerdas propias preparadas para cantar. “La mosca…” demandaría un intenso set de grabaciones en el estudio Del Cielito y tendría a Lito Vitale como invitado a sentarse a los teclados. La presentación oficial del nuevo álbum se produjo en un inmenso hangar llamado Autopista Center y que anteriormente fue usado como centro de exposiciones y cierres de campañas políticas. Tres funciones con lleno total, pese al calor.
Volvieron a Obras, volverán a cualquier gran lugar que les abra la puerta. Ah, la puerta de “Los Redonditos de abajo”, está abierta desde hace mucho, mucho tiempo…
Comunicándose con Patricio Rey
En una de esas comunicaciones energéticas, propias de un estado dinámico de la dimensión creativa, pudimos interpretar los conceptos principales de Patricio que rigieron la vida del grupo durante 17 años y que, seguramente lo harán por muchos más.
Nos planteamos diferentes preguntas a nosotros mismos. Obtuvimos diferentes respuestas. Todo en un marco de poder interpretar los principios rectores del grupo.
Cuando pretendemos hablar de esta música es imposible alejarse de la esencia misma del rock. El rock tiene sus orígenes en el blues y, heredó de él el espíritu contestatario. En un momento en que la sociedad estaba superestructurada, los adolescentes de la época marcaron un nuevo rumbo por medio de la música expresando de este modo, su sentido sincero de diversión y de sus desconformidades.
Sin embargo, para que esto no sea llevado a un estado anárquico, debe existir un orden. En ese sentido es conveniente usar el ejemplo del Universo, que muy pocas veces se lo tiene presente.
En el Universo, todo está en continuo movimiento y en planos dinámicos, es decir, no está estructurado. Pero, al mismo tiempo, existe un armónico y perfecto orden, rector de la vida misma.
En el universo del rock sucede lo mismo. Hubo una generación que apareció cansada desde el vamos, de soportar estructuraciones hipócritas por parte de una sociedad en decadencia, de los verdaderos valores espirituales del hombre y, por eso, comienza a liberar sus propias fuerzas energéticas. De esta misma vibración surge la dimensión creativa de una expresión musical que conmueve al mundo. Pero no fue suficiente. El propio “sistema de vida” se encargó poco a poco de ir ganando posiciones en un marco de fabricación de ídolos, con el único objetivo de administrar monopólicamente los gustos, características e ideales de aquellos que comenzaron a sentirse identificados con esta expresión musical que les proponía un estado de libertad más pleno y verdadero. Las adicciones sociales, desde el alcoholismo hasta el consumismo, de estos días y el terrorífico avance de la drogadependencia fueron también instrumentos utilizados por el sistema para frenar ese avance vertiginoso del desarrollo individual e integracionista de la libertad. Esto, sin duda, se ha dejado traslucir en la música y fueron muy pocos los que han podido escapar a esta situación.
La creación de ídolos
“Si la gente necesita lo bueno y lo provechoso y lo clarificador, dejad que ellos lo busquen; que ellos lo descubran por sí mismos”.(Wilhelm Reich)
Seguramente, basado en este concepto de Reich, Patricio y su grupo pudieron crear un estilo de vida, que permitiera a sus muchachos realizarse dentro de la música de rock sin necesidad de caer dentro de las trampas que propone el sistema.
Pese a su poca estructuración, los chicos de Patricio lograron establecer un orden y estilo de vida que les permitió desarrollar su trabajo artístico en un contexto más protegido y adecuado para el pleno desarrollo de sus individualidades.
Los principios desarrollados por Rey, aunque a veces de una manera social non-sancta, prendieron fuertemente entre los seguidores de esta masa energética que, gusten o no sus actitudes, suena como la banda más popular de este país aún para aquellos niños que recién comienzan su adolescencia.
La actitud contestataria de Los Redonditos que componen la banda musical, relacionada con la no presencia televisiva y otras herramientas de la “mercadotecnia”, van mucho más allá de una mera pose artística o una manera diferente de vender. El punto es la actitud de hombres frente a la vida, que han desarrollado prolijamente la “verdadera capacidad de elegir”, razón de ser del hombre en este planeta.
El respeto de sus seguidores frente a esta actitud, se ve demostrado en el clima interno de cada show. De este tema también se ha hablado poco y nada porque, sin duda, para aquellos que no solamente son parte del sistema sino que también contribuyen a dirigirlo, resulta mucho más interesante lo que ocurre afuera del espectáculo que lo de adentro. Sin embargo, la condición energética de Patricio Rey permite el continuo y progresivo camino de la superación y el salto de vallas que va colocando la vida, o mejor dicho, la cantidad de vivos que se aferran a un sistema cuyo principal cáncer es la corrupción del alma.
“Esto no quiere decir que este nuevo líder menospreciará a la gente, o que él no deseará la aprobación pública. Si ha de cumplir su función seguirá siendo humano hasta el fin. Pero, sabiendo por qué la gente confiere honores a las víctimas de su adoración, eludirá silenciosamente esta trampa como un buen educador evita ciertas acciones si sabe que éstas no le servirán a su propósito último de ayudar a los adolescentes bajo determinadas condiciones”. (Wilhelm Reich)
INDIO-SKAY Un dúo para componer
¿Cómo se gestan las canciones? ¿De dónde y en qué momento sale la creatividad? Preguntas y más preguntas sobre un dúo compositor que tiene la característica de tener una gran plasticidad y variabilidad de temas. Los estados de ánimo de las personas y la vida misma, han sido para el dueto una fuente inagotable de información que luego se encargan de transformarla en canciones que público de diferentes edades, condiciones sociales y culturales admiran y entonan al ritmo de las bandas.
La historia nace en la niñez. La afinidad de caracteres, el repartirse la vida, los primeros pasos de la adolescencia, las tentaciones compartidas, la integración, la diversión, las penas no resueltas, la profesión. Son cosas muy fuertes en la vida de dos personas que, en un determinado tiempo y espacio, llegan a fundirse en una sola.
Respetando las individualidades pero, sumergiéndose profundamente en la dimensión creativa bajo un mismo terreno energético. Así se empieza a componer. Primero nace la música. De las tantas “zapadas” de Skay con su viola comienza a gestarse una onda expansiva que contagia al Indio y lo lleva a tararear en su más explícito idioma marciano. Otras veces, en ese mismo idioma es el Indio, quien marca los primeros compases. Mientras Skay desarrolla las vibraciones energéticas que luego transformará en ritmos y melodías, el Indio se retira a sus aposentos para sumergirse en el mar de la lengua y la poesía.
Trabajo y mucho trabajo. Alegrías y varias “mufas” por el tema no resuelto. Comienza una nueva historia. El dueto se embarazó y queda por desarrollar el camino para parir. Un punto álgido, difícil, la presentación a la “familia”. Hay que mostrárselo a los otros integrantes de la banda. ¿Servirá? ¿Quedará en el camino justo ahora que nos empezaba a gustar?
Todas las inquietudes, las ansiedades y la diversión de elegir lo que estamos haciendo. Una vez que se lo presentan a los otros músicos comienza a trabajarse el tema. La etapa de los solos, las sugerencias, las intuiciones y las costumbres incorregibles de los intérpretes, dando esa característica que hace que cuando uno las escucha resulten inconfundibles.
Todo un proceso, todo un trabajo signado por el sacrificio y la dedicación. ¿El secreto? El amor que se le pone a lo que se hace. La profesionalidad y el contexto de respeto ambiental que guía cada propuesta musical. Para Skay quedaron atrás los años de resolver como volcar toda esa vorágine de sonidos que aparecían justamente en el momento de más quietud de la actividad mental.
El mismo espíritu se encargó de resolverlo y buscar una serie de mecanismos “caseros” para llevar el conjunto de sonidos hasta una pieza musical. Para el Indio también quedaron atrás la serie de confrontaciones con su propia mente para poder expresar libremente las verdades emanaciones lingüísticas que provienen de su espíritu.
Así pasaron los años y el dueto creador sigue movilizando las energías de miles de personas a través de su frondoso trabajo. Skay-Indio serán para muchos un valor de creación, alegrías y diversión. Seguramente, para unos pocos seguirán importando más sus declaraciones que su música. A esos les decimos que se jodan.
ENTRETELONES
El backstage
Mucho tiempo de que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota suban al escenario de turno, todo debe estar invariablemente en su sitio. Organizar la futura celebración no es tarea sencilla sabiendo que, de antemano, Los Redondos son lo suficientemente estrictos como para dejar las cosas libradas al azar.
Se comienzan a bajar los equipos y varios de los chicos apostados en la puerta, desde temprano, se ofrecen para ayudar en el armado. Una vez adentro, la escena se convierte en un hervidero de personas que suben y bajan del escenario transportando amplificadores, micrófonos, “fierros” y parrillas de iluminación.
Mientras tanto, en el backstage, los cinco Redonditos se reúnen para ultimar los detalles del concierto. Semilla lustra su bajo Precission el que, seguramente, será más viejo que los pibes reunidos en la puerta. Skay piensa en voz alta cómo se escuchará desde atrás la Fender. Walter, sentado en el piso, compara la calidad de los palillos para el golpe efectivo. A lo lejos puede verse al Indio repasando casi sin querer alguna letra nueva mientras que Sergio bromea acerca del supuesto “empeño de su saxo”. Faltan solamente cuatro horas para dar comienzo al show y Poly, responsable del apuntalamiento de la banda, instruye a los asistentes de escena.
Luego de una extensa charla, se preparan para salir. Afuera, los miles de asistentes claman por una llegada “Redonda». Y el ritual vuelve a repetirse: Cada músico instalado en su lugar de combate. Patricio Rey confía en sus muchachos porque sabe que no le van a fallar.
Obras sí, Obras no: Estadio Obras 1989Seguramente muy pocos podrán olvidar aquel Obras. El primero, la piedra de la discordia. Por aquellos días mucho se había dicho sobre la supuesta “vendida” redondita. Y ya nadie quedaría al margen de la historia. Las revistas especializadas y los suplementos compartieron un ir y venir de palabras que, mirando retrospectivamente, habrían de quedar huecas antes de ser dichas o escritas. Obras sí, Obras no. El Indio dijo que jamás. Pues si fue “jamás”
¡A la mierda con todo! Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota tocaron.
Era la primera vez que lo hacían para tanta gente junta (alrededor de 4000 personas en dos días) y, obviamente, el hecho de generar tanta convocatoria, no hizo más que apuntalar fieramente el estricto sentido de rock que Los Redondos ofrendan a su música. A las 22.30 en punto, el Indio largó cantando “Unos pocos peligros sensatos” continuando con el repertorio de ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado!. Beilinson, Sidotti, Bucciarelli, Dawi, tomaron sus posiciones estratégicas, esta vez más cómodamente que en anteriores presentaciones, por la sencilla razón de que había suficiente espacio. Un seguidor iluminaba a Skay en los momentos más trascendentales de sus solos y el Indio, mientras tanto, bailaba alrededor de su micrófono invitando también al baile a los miles de redonditos que no dejaron ni por un instante de cantar y de saltar a pesar del sofocante calor.
Los dos bises de despedida fueron para “Todo un palo” y “Ella debe estar tan linda”, temas pertenecientes a “Un baión para el ojo idiota”. Eso fue todo. El rock actuó sobre el escenario de Obras, a favor o en contra sobrevivió a la absurda guerra del no. Las bandas, sin embargo, se mantuvieron al margen de tanta historia conocida.
Separados apenas por un sol que se cae, un chispazo donde aparece irremediablemente el último segundo del día. Solos…y de noche. Como tantas veces se los ha oído decir. Como siempre. Como si fuera un designio inalterable. El año se nos iba pero, inocentes los veintiocho si no creyeron que esta vez, nuevamente, Patricio volvería a la carga sacando un as de la galera y trayendo de la mano a los pequeños discípulos (gigantes alumnos) de su mano.
De a cien, de a miles, juntos en un solo grito, las queridas bandas coparon la Libertador y adentro, “Todos “ fueron “Uno” esperando impacientes un nuevo ruedo de Los Redondos. La obra de Rocambole se inspiraba en el fondo de la escena como “moscas” y “sopas” de figuras nocturnas.
A punto, 10.30 horas, “Nene Nena” desangrándose en el saxo inspiradísimo de Sergio Dawi. “Un pac man en el Savoy”, “Semen up” ( a ésta altura del concierto, Patricio-se supo de fuentes fidedignas-, recibió tras las tablas a Willy Crook indicándole su entrada para la segunda parte. Como antes, dijo. Y tomó nuevamente su lugar).
Pasión de “Mi perro dinamita” y el pre-final con “Toxi Taxi” donde Solari acrecentó aún más su imagen despoblada de mitos. El segundo infierno se vino a la carga con “Fusilados por la Cruz Roja”. Las bandas volvieron a tronar y esto, ya es historia conocida.
A Patricio Rey se lo vió caminando antes de que alguien pudiera intentar dar un paso. Seguramente fue a preparar otra misa pagana para asombrarnos de nuevo. Nos tiene acostumbrados y listos para el encuentro… a solas. Y de noche.
Octubre redondo: Centro Municipal de Exposiciones 1992
Octubre para Los Redondos. Un octubre que se acerca desparramando los últimos coletazos del año a diestra y siniestra. “No es raro que todos comulguemos esta noche”. No señor, no es raro. Porque esta comunión se viene repitiendo siempre que Patricio Rey firme un contrato imaginario con las bandas. Figueroa Alcorta se vió alcanzada por más de treinta mil personas que ingresaron sin mayores inconvenientes y Los Redondos esperaron pacientemente que el último espectador estuviera adentro. Pero, esas demoras, se pueden disculpar cuando la ansiedad no apreta demasiado.
“Fuegos de Octubre” abrió el set y ahí nomás apareció el Skay que todos esperaban. Tras Skay, la voz inmensa de un Indio Solari atornillado al escenario. Viene Semilla y su bajo preciso. Sergio Dawi señala al cielo con su saxo. Walter Sidotti no abandona el ritmo de sus parches. La perfecta comunión. El intermedio y nuevamente a la carga. “Huir como un ladrón” (el inédito de la noche), “Queso ruso” y “Nueva Roma”. “La bestia Pop”, “Ñam fri frufi fali fru” del primer Gulp´. Para el final, “Divina TV Fuhrer”, “Ya nadie va a escuchar tu remera” y “Mi perro dinamita”. “Es un sentimiento y no puedo parar”. Los Redondos son eso. Polémicas aparte.
ESCENAS
Armando una fiesta con PolyToda la música. Todo el fervor. Toda la energía envolvente de la presentación, transformándose en un continuo “feedback” ya quedó atrás. La “fiesta” terminó. Un descanso y cuando vuelvan las ganas y/o la oportunidad a prepararla nuevamente.
Mientras los músicos comienzan a prepararse convirtiendo a los ensayos en un rito de sacrificio y diversión, una mujer, la “mujer” del grupo, intensifica una silenciosa tarea de hormiga viajera proveyendo las soluciones a todos los problemas y esa cuota de energía pura, imprescindible, que debe nutrir a los varones de esa protección necesaria en los momentos de las grandes decisiones y resoluciones. La búsqueda del espacio. Seguir escuchando la cantinela de los “buenos” productores que quieren comprar el número artístico. Abrir los diarios y ver la cantidad de centímiles gastados en lo que pasa fuera de los shows y ningún comentario de lo que pasa dentro. Y seguir…seguir y no cansarse nunca. El sonido, las luces, controles, etc. Adecuar e integrar los gustos. Las entradas, la recaudación, el orden. Poner en funcionamiento la estructura. Más de una quincena de años haciendo lo mismo. Más de un productor con solo el 10% del trabajo realizado por esta pequeña-gran negra sería tapa de las revistas especializadas, previo pago del chivo. Y esto es lo más sorprendente, a pesar del don de mando, la enérgica dureza de sus planteos y el meticuloso orden que le impone a sus tareas, su silencio es absoluto.
Pasar desapercibida es una condición privilegiada de su contundente personalidad. En este marco “la negra poly” desarrolla su arduo trabajo. Encargar las escenografías al torbellino Rocambole no es una actividad fácil. La puesta en escena es otra de sus tareas preferidas. Rocambole, miembro permanente del séquito de Redonditos, es un artista plástico cuya personalidad encastra perfectamente en la dinámica a desarrollar para el armado de la fiesta.
Este controvertido artista, encargado también del diseño gráfico de todas las producciones discográficas, expresa con la mano lo que el grupo hace con la música. En toda la historia escenográfica del grupo se destacan aquellos murales de fondo de escenario en Obras a modo de murales expresionistas de Cuba. Marco ideal para el trabajo de luces encargado a Nilo, cooperativa creada por los hermanos Horacio y Sergio Piñeiro y José Oms. Espacios contratados para que toda la sabiduría en la ingeniería de sonido por parte de Enrique García pueda desarrollarse adecuadamente. Arriba del escenario, sonido para los músicos, a cargo de Alejandro Goñi, el que se come las caras largas cuando los músicos no se escuchan bien.
Otro trabajo duro y silencioso como el de los asistentes de escenario, es cubierto por “Cacho” el soldado y Eduardo Herrera. Los incansables colaboradores de siempre el tano Sosto, Claudio Quartero y el Vickingo complementan un staff permanente del trabajo de armado de la fiesta. Responsabilidad de Poly es conducir esta manga de creativos descarriados y con ganas de divertirse. Tamaña fuerza hay que realizar, se requiere de energías espirituales muy potentes, especialmente para no idealizar ni ser idealizado.
La realidad de las acciones cotidianas dejó atrás los años de torbellino de armado de las fiestas, sin embargo, continúas prevaleciendo ese encantador sentido de diversión y regocijo por el trabajo elegido.
Un invitado vitalicio
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, hicieron de su grupo un verdadero conglomerado de diferentes identidades musicales. Por sus filas y en los mágicos comienzos, pasaron personajes que, más tarde, escribirían la más vasta historia moderna del rock.
Fue así que nombres como Luca Prodan y Roberto Pettinato ingresaron a Los Redondos para cubrir en un Festival de Gimnasia y Esgrima de La Plata, el puesto que el Indio Solari había dejado vacante solamente por esa noche. De la fusión de las dos bandas resultó un magnífico e inolvidable repertorio que transitó por “Mejor no hablar de ciertas cosas” (un cuasi-himno de Sumo)hasta llegar a “Nene nena”, clásico imperdible de Los Redondos.
También caminaron junto a Patricio: Rodolfo Gorosito y su mujer Laura Hutton, un coro de voces femeninas (Las Bay Biscuits) integrado por Viviana Tellas, Isabel de Sebastián y Fabiana Cantilo, el saxo de Daniel Melingo, Gonzalo “Gonzo” Palacios, Horacio Fontova y tantos músicos más. Pero hubo uno especial, Willy Crook.
Tenía solamente diecisiete años cuando fue descubierto. Su saxo por entonces lloraba y destilaba dolores imposibles de describir. Willy se asemejaba más a un “descarriado cordero” que, a un asentado integrante de la banda que ya se había enraizado en el corazón mismo del rock popular. Este pequeño-gran saxofonista destinó algún dolor de cabeza a esos “viejos decrépitos” que lo atenazaban con sus “aburridos ensayos” durante el tiempo que integró la banda.
Willy siempre fue un chico mimado, tan necesitado de ese afecto que utilizó en más de una ocasión para anotarlo en un marcador propio. Y, finalmente, se cansó de los ensayos. El encierro lo alteraba y necesitó de las tablas para aplacar tanta energía acumulada. El show final para Crook fue en un Cemento repleto hasta los límites. Se fue con Los Abuelos de la Nada y después a España para probar suerte. Cada vez que regresa se une a Los Redondos y no pide permiso. Porque es cierto que hace lo que puede cuando su sobriedad se lo permite. Pertenece, indefectiblemente, a un staff de Redondos inamovibles. Willy, el chico del saxo, la semilla de maldad que germina en todos los rincones, se asocia con Patricio y juntos se ríen del mundo. Siempre.
La prensa y sus guerrasLos Redondos no son de ninguna manera propiedad de las ideas alocadas que pasan por la cabeza de quienes podemos escribir en algún medio. Hay que poner las cosas en su lugar. El artista esta para dignificar su trabajo arriba del escenario y no para ser juzgado por sus declaraciones o su personalidad. A veces desde el periodismo nos cuesta entender este tipo de cosas.
Amén de ser menos redituable, exige un nivel de dedicación y conocimientos más profundos, pero sobre todas las cosas una decisión contundente a no participar ni ser utilizado por aquellos que comandan el circo que produce el sistema de vida.
Poco se ha escrito sobre la armonía musical de la banda, sobre las cualidades y dotes de sus integrantes. Es extraño que no haya críticas serias y profesionales hacia la expresión musical. Tan extraño como la imagen de que el grupo no se lleva bien con la prensa.
Nosotros podemos puntualizar que esta es una guerra entre periodistas. Están aquellos que decidieron idealizarlos y se han convertido en sus propios enemigos, y aquellos que toquen lo que toquen serán sus detractores vitalicios. Ambos grupos sólo escriben sobre las declaraciones y personalidades de los integrantes, pero no de su música.
En este punto queremos dejar una reflexión de Wilhelm Reich respecto al perfil de un nuevo líder:
«No complacerá para lograr la aprobación pública. Se dará cuenta que tal aplauso, siendo cómodo y agradable como es, dando el reconocimiento que parece dar, es el primer paso seguro a la exinción de lo que él representa y defiende. Por lo tanto, no tendrá que preocuparse, o hasta tratará de evitar tanto como se pueda, lo que se llama reconocimiento público. La pretensión de reconocimiento es por parte del pionero, miedo a tener que quedarse solo, y, de parte de la gente en general, es cobardía a pensar por sí mismos”.
Crónica anunciada
Hay bandas de todos los colores. Bandas de todos los “escalones” sociales, de todas las religiones, edades y clases. Bandas de mujeres, de hombres y mixtas. Pero, cuando tocan Los Redondos, “Banda hay una sola”.
La entrada al remozado cine-teatro “El Palacio…” del barrio de Almagro se produjo bajo un ambiente tranquilo. Y una vez adentro, los diferentes climas se sucedían entre los claros-oscuros de la impaciencia.
Los “carrozas” (viejos fans), se hacían ver completando un vestuario “made in house” de remeras pintadas con leyendas y caras alusivas. Los más jóvenes, también las lucían orgullosos. Cuando los bandos se batían a duelo entre cánticos y gritos, algo pasó.
El espectáculo se abría dantesco ante la mirada desmedida de miles de redondos entusiastas. Ellos saben que, como siempre y en cualquier lugar, como un ritual atemporáneo, deben estar preparados para aguantar la increíble fiesta que se les viene encima.
Si hubiera que hacer una descripción enteramente musical del set de Patricio Rey, podría decirse que cada uno de los sonidos que disparan desde el medio del escenario, pueden integrarse perfectamente a los viejos tañidos del blues de Brooklyn. Un alma negra que se desintegra en partículas de rocanrol.
Si bien es cierto que la forma es eso: rock, mantiene vivo y vigente el espíritu contestatario de los cincuenta. Sergio Dawi con su saxo, logra sollozos de blues y de soul. Y los solos de Skay Beilinson-tan particulares-apuntalan la base de los temas con riffs clásicos e imperdibles. El sonido de Skay es tan sucio como se lo necesite. Y es a veces tan claro y brillante que eriza la piel. Así, con la fuerza de sus cuerdas, el acople a la voz retorcida del Indio Solari es perfecto. La vida queda al descubierto cada vez que entona las letras (en ciertas ocasiones difíciles de digerir dignamente) y apuesta a cada instante al resto de aire que queda para gritar una por una las partes finales de cada canción. Entre tanto, un baterista se arremanga en la tarima. Walter Sidotti transpira la camiseta con tanto y tanto ¡Dale que va! La descarga física es increíble. Tanto es así, que ni siquiera aguanta la musculosa y se la saca. Sidotti puede pasar a segundo plano cuando pinta la ocasión y es el primero que se pone en la fila cuando debe llevar el rito jugando en la A.
Semilla Bucciarelli es uno de esos bajistas que tocan lo justo. Ni más ni menos. Metronómicamente imprime notas en las cuatro cuerdas de un bajo maestro. Como en toda ceremonia, los pasos se suceden imperturbables. Diez minutos. Un respiro. Un poco de aire y a escena nuevamente. Tres bises: Las batutas se dirigen desde arriba y, en este caso, son dos los maestros de la orquesta. Skay habla con el público. El Indio habla en silencio con la banda. En resumidas cuentas, sigue estando todo bien.
Vamos a misa de la mano de Patricio Rey. Lo que sigue estando mal, son los de siempre. Los que no terminan de asumir que el resto quiere pasar la fiesta en paz. Y como no pueden entrar-cualquier espectáculo es bueno-,luchan hasta los límites del delito para poder hacerlo. Redondos para todo el mundo…
Los temas de la noche:
- Divina TV Fuhrer
- Ya nadie va a escuchar tu remera
- Mi perro dinamita
- Roto y mal parado
- Nene nena
- Todo preso es político
- Susanita
- Un Pacman en el Savoy
- La parabellum del buen psicópata
- Nueva Roma
- Salando las heridas
- La bestia pop
- Queso ruso
- Vamos las bandas
- Semen up
- Un poco de amor francés
- Pura suerte
- Fusilados por la Cruz Roja