La idea era reunir músicos de varios grupos, corrientes y popularidad para hablar del panorama musical actual. Finalmente juntamos a Poli y a Skay (por «Patricio Rey y los Redonditos de Ricota»), Ricardo Iorio (Bajista de V8) y Gustavo Noto (guitarrista de «Super Ratón»). También estaban invitados Fontova, Luca Prodan (Sumo) y Pipo Cipolatti (Los Twist). Fontova está ahora grabando con Miguel Abuelo, y Luca deberían estar por llegar. Pipo no quiso venir…
Revista Cerods & Peces #41. Julio de 1984. Por Enrique Symns, Marcelo Fernandez Bitar y Eduardo Berti

Poli: ¡Es que ya pertenece a otro círculo! O sea entrar necesidades que el sistema impone, y desde el momento en que firma con Grinbank se tiene que ajustar a ciertos requisitos que el productor pide, dar cierta imagen, Está dirigido a un público que es el que puede pagar y el que no va a tener problemas y compra discos; es dirigido a una clase determinada.
Gustavo: Creo que una vez Grinbank lo dejó bien claro, cuando en un reportaje dijo que lo que él producía iba para las clases media y alta. Por lo tanto, yo puedo hablar de lo que hago o hace V8, que va dirigido a clases más bajas.
Ricardo: lo que pasa es que al firmar con grandes productores esos músicos firman contrato con una clase social, olvidándose de las demás y de la creación misma. Si yo estoy creando para orientar a la gente y que pueda despertarse y salir de todo este maldito sufrimiento, al firma un contrato con Grinbank ya me tengo que olvidar de eso y poner me a hablar de las minas que van por la calle, los chicos con pantalones naranja y hacer una historia de un gato en la ciudad, como Mateos… cosas que no le van a despertar la cabeza a nadie. Ya firmando con esos tipos tengo que olvidarme de todo, u por ente tampoco puedo venir a hablar con gente que tiene la misma propuesta que yo tenía al principio.
En la nota anterior se acusaba a ciertos creadores por haber pretendido obtener un prestigio fácil y ganar dinero abandonando sus propuestas iniciales.
Ricardo: Y ahí ya abandonaron el rock.
Gustavo: Además, en estos momentos el rock con otros movimientos más marginados como el heavy son como agua y aceite, dos cosas completamente distintas. Mientras Porchetto, García y esa gente lleven las banderas del rock, nosotros no podremos ser de ese movimiento, somos otra cosa. Ese movimiento ya cumplió su ciclo, como todo: arrancó, lo cumplió y el ciclo se muere. Vida, desarrollo y muerte.
Mirá, en 1969, 1970 estaban Palito Ortega, Leo Dan y Sandro como música comercial argentina, y estaban Charly García, Spinetta, David Lebón y toda esa gente como la contra: eran los músicos subterráneos que mostraban otras propuestas y no hablaban del muchacho que va cantando con su guitarra por la ciudad. Entonces, ¿qué pasó? los comerciantes de ese momentos son ahora dueños de grabadoras y estudios de grabación, y los músicos que antes eran los rebeldes pasaron a ocupar el lugar que los otros ocupaban. Y eso es lo que que quiero que no me pase.
¿ Por que los Redonditos no grabaron nunca un disco?
Poli: Hubo ofrecimientos, pero era entrar en una situación que coarta toda nuestra posibilidad. Nosotros no teníamos una continuidad porque partíamos de otras cuestiones.. más bien salir cuando uno realmente tiene deseos de hacer música, y no por ganar otra cuestión.
Skay: Es algo más libre, sustentado en «el placer de».
Poli: Y con lo del disco vamos a seguir con nuestra propuesta, que creemos es alternativa dentro de las distintas corrientes que hay. Si no hacemos una producción independiente negaríamos totalmente el principio que lleva la idea de Patricio Rey. Desde el momento en que uno tiene que ir a firmar, avenirse a montos de requisitos y demás, es entrar en una que no coincidiría con la propuesta del grupo. Entonces, cuando haya ganas y se den las condiciones, se grabará, porque también eso tiene que ver con lo económico.
¿Creen que el éxito es algo tabú, le quita algo al fenómeno?
Ricardo: Perdes una visión de las cosas.
Gustavo: Estando en una situación como estamos nosotros vos ves las cosas muy directas las estás viviendo y son parte de tu vida. Es una cosa muy de Argentina, porque internacionalmente los grupos grandes tienen en general una vida limitad y cuando llegan al punto culminante se acaba el grupo. Después hay veces en que intentan resurgir, pero ya no es lo mismo; no tienen el mismo arrastre y las palabras que dicen no valen tanto como al principio.

Poli, el grupo de ustedes es de otra generación. ¿Qué pensas de los fenómenos como el heavy metal?
Poli: Es una necesidad de manifestarse de una generación, como también ocurrió cerca del ´55. Pasa que no están avalados por un movimiento; por ejemplo, en Estados Unidos y países donde se vive otra situación, tanto el heavy como el punk tienen más sentido porque ya viene en un contexto social. En cambio, acá quedan como descolgados de la realidad que se intenta imponer. Me parece vital que haya grupos que respondan. Ahora, si se va a convertir en un movimiento o no, depende de los tipos que integran eso, porque si se venden nuevamente como figuras y entran en ese circuito, serían lo mismo que cualquier otro. Tendrían más luces, las tachas más lustradas…
¿Pappo no significa un poco eso?
Poli:: No se, será porque lo considero un «emocional», instintivo, que en todas las épocas está en lo que ocurre, pero no impuesto desde afuera sino desde él mismo Y no está en ese movimiento, es él.
Ricardo: La prueba es que en el 76los músicos que ahora son famosos, como Cantilo, Miguel Abuelo, Roque Narvaja y Piero, se fueron del país y a España a fumarse su porrito, olvidándose de los problemas sociales en que estaban estancados los jóvenes, la generación a quien le cantaban. Y Pappo se quedó tocando su guitarra y a ser víctima de la represión, y él siempre siguió mostrando su puto de vista. Por eso nadie lo va a poner en el mismo cajón que «los hermosos». Además, nunca salió con cara de lindo en la revista Gente, o fue con saco corbata a recibir un premio… como muchas veces vi a León Gieco haciendo. Por ejemplo, León canta: «Sólo le pido a Dios» en la Capital, y la gente dice que mata, per escuchan a un muchacho de una obra cantando «Solo le pido a Dios» y se preguntan qué canta ese pardo.
Entonces, ¿qué función puede cumplir su propuesta dentro de este fenómeno que henos visto entró en decadencia?
Gustavo: Creo que el heavy ya es movimiento, y si no lo es todavía, apunta a serlo. Eso depende de nosotros, que los grupos en esta onda estén conscientes de no venderse mañana y que entre nosotros mismos nos estemos controlando. O sea que si mañana meto la pata venga Ricardo y me diga que me estoy vendiendo, y que nosotros mismos no le demos cabida en nuestro movimiento a tipos que se ponen la camiseta porque vende. Hay tipos que evidentemente se pondrán la camiseta al ver que V8 vendió unos 10 mil discos sin publicidad, porque es un buen negocio; y el que hace un tiempo tenía Normandy Soul hoy dice que hace heavy metal cuando no tiene la más remota idea, y me estoy refiriendo concretamente a La Torre.
Ricardo: Y no nos vamos a dejar absorber por ningún tipo ahora que estamos tranquilos, pensando y buscando nuestro camino. Porque al principio, cuando teníamos toda la fuerza para querer salir, fuimos rechazados No nos vamos a dejar absorber por nadie que quiera lucrar con nuestro sentimiento.
Hablando antes, diferenciaban a los músicos que se dirigen a una clase media, mientras que el heavy se dirige más a clases marginadas o bajas, ¿desprecian a la clase media?
Ricardo: Yo soy de clase media. Lo que quiero es que la case media pueda llega a entender como yo e sufrimiento que están pasando las clases bajas por la clase alta.
Gustavo: La clase media está con un pie en cada lado, y es la que en definitiva siempre define todo en Argentina. El problema es que hay muchos que ya vienen con el cerebro lavado y aspiran para arriba, aunque quizás no lleguen nunca.
Poli: Mira, justo lo que estamos hablando está acá (saca una hoja a máquina). Lo mandó -de La Plata- Rocambole, escrito porque no podría venir: «Musicalmente hablando se nota una general tendencia a regresar a formas de rock superadas y confortables tal vez en los años cincuenta. Otros, ante la desesperación frente al hecho de no verse incluidos en el proceso de cambio de la sociedad argentina en su totalidad (es evidente que el camino de la liberación elegido por el pueblo no tiene puntos de contacto con el actualmente propuesto por el rock) , lo llevaron al populismo y la demagogia, perdiendo genuinidad ideológica. Con esas debilidades, el rock es blanco fácil para xenófobos que lo descalifican negándoles inserción en la «realidad nacional» (otra cosa hubiera pasado con Moris, Tango o los Manal de la primera época). Mientras tanto, los verdaderos héroes del rock fueron sus seguidores: el publico de los recitales es el que probablemente haya sufrido en forma as fuerte y humillante los efectos de la represión, el hijo de la clase media y por supuesto mucho más el choco pauperizado de la villa que encontró en el rock una posibilidad de experiencia autentica de libertad y autodeterminación. El «reviente» ha sido tal vez el sector de la juventud que pudo haber dicho no a la cultura oficial, pero en cambio la afirmó con su adicción, convirtiéndose en su paranoia -como el sistema quería- en simple delincuencia. El «reviente» no pudo afirmar, ni siquiera realizar su propia cultura desarrollándose: eligió en cambio el camino del suicidio para lavar su pequeña culpa de rebeldía, no tuvo una opción de libertad real e independiente, sino que se auto alienó».
¿Es mala palabra la masividad?
Ricardo: A mi me gustaría que me venga a ver todo el país y que V8 esté en boca de todos, pero también poder darme el tiempo para poder seguir transmitiéndole al país y a toda la gente que m escucha las cosas que realmente necesita.
Gustavo: Ojalá nuestras leras fueran masivas, así se despertaría mucha mayor cantidad de gente.
Cuando Piero dice «Manso y tranquilo», o Lerner habla de la nena neurótica, ¿es escribir sobre lo que venga, como dijo Pettinato?
Ricardo: No, no es escribir sobre lo que venga. Pienso que Porchetto y toda esa gente hicieron un pacto con la gente que los maneja para calmar a la gente y decirles que todo está bien, «conformate con lo que te dan»… está todo bien, estamos tomando un te de almendra y hay una muy buena onda, ¡y sabes cuándo «firmaron» el pacto? En el Festival de Solidaridad.
Gustavo: Hay gente que hubiera pagado por subir a ese escenario para que lo vea toda la gente que se había juntado y para salir por televisión, pero sin medir las consecuencias.
Ricardo: O el mismo público que fue desesperado porque era la meta, pero por ejemplo cuidar una plaza es patrimonio nacional u soberanía. Si no sabemos siquiera cuidar una plaza y tenemos un montón de chicos desnutridos en el país, para qué vamos a ir a buscar un pedazo de tierra donde no vive ni una persona de nuestro país. Por supuesto que es grandioso afirmar la soberanía y todas esas cosas, pero hay que pensar un poco. Hay que buscarle una salida a las cosas y empezar. Mi «empezar» es por la música y gracias a ella espero que alguien pueda llegar a tener la inteligencia que yo tengo como para poder crear y poder diseñar una nueva forma de vida en que todo estemos bien. Que nuestra «clase» ascienda según nuestra responsabilidad social, y no según nuestras cantidades monetarias.
¿Y qué opinan de la manera que tienen los punks de ver todo esto?
Gustavo: Evidentemente, cuando llegue el final se van a salvar muy pocos. Simplemente mi intención es quizá no salvarme yo, pero dejar algo para que alguno se salve. Si sé que gracias a lo que deje se salva uno, estoy hecho.
Poli: Patricio Rey no tiene intenciones, no se considera algo salvador ni un líder. No tiene nada que enseñar ni que mostrarle el camino a nadie; no se considera un Mesías.
Ricardo: Nosotros tampoco, para nada, Nos consideramos personas atrapadas en este consumo maldito, pero queremos dar un par de patas antes que nos termine de absorber. Vos naces y sos un tipo feliz, pero de repente te mandan al colegio y se te empieza a pudrir todo, cuando te das cuentea te agarran y muestran el mundo diciendo «Ese es el presente». Entonces, lo que yo quiero hacer es agarrar a esos chicos y que en una placa nuestra puedan escuchar cómo está el presente y antes que se lo muestren se pongan una venda en los ojos para no ver, y después los larguen, lo empiecen a ver ordenadamente.
Poli: ¡Es que es imposible! Es una imagen lo que decís, es utópico. Me parece que el cambio tiene que ser siempre a partir de un cambio de valores, un cambio real. Y si tenes como punto de comparación lo que no es estás actuando contra algo, y eso ya te debilita. Por ejemplo, hablábamos de la música y los grupos, bueno, los medios de comunicación crean figuras y sea como sea los músicos también; y por eso no quieren tener una tranquilidad para tocar y tener equipos, que van a ser famosos en algún momento… ¡algo! Algo tiene que sustentar al grupo para que siga, de lo contrario es muy difícil que ese grupo se mantenga. Si el líder del grupo no les ofrece «algo», el grupo se pincha. El cambio viene reuniendo gente realmente consustanciada con la idea. Y por eso los grupos tienden a desparecer, no tienen una real convicción y todavía se dejan seducir por la fama, al primer disco, el vivir de la música…
Gustavo: Por lo pronto el asunto de los grupos está muy claro en Argentina, porque si bien mundialmente las grandes figura son grupos, aquí se da casi siempre que son solistas. Y más en los últimos años.
Poli: Acá viene otro anticipo de Patricio Rey (risas). Otra vez Rocambole tiene en lo que mandó algo sor elo que estamos hablando: «Cuando el rock nació en la década del cincuenta, nadie -ni aquellos que integraban la mezcla de confluencias que le dio origen. se dieron cuenta de lo que representaba como fenómeno cultural. Así fue como nosotros, adolescentes de aquella época, nos apropiamos instintivamente de él, convirtiéndolo en una propuesta de cambio contra todo un sistema cultura, atacando la hipocresía de la sociedad y contra la represión, la alienación y la masificación. Se cuestionaba la existencia misma de la cultura. Más tarde, otras generaciones de jóvenes encontraron en el rock un territorio libre donde incorporar sus propuestas de creatividad, sus filosofías, sus políticas o sus viajes personales. Las más diversas formas de folklore mundial se sumaron sin que nadie les achacara a falta de ortodoxia; gracias a esa apertura no se anquilosó ni envejeció, y a través de la música muchos jugamos a esa temida experiencia llamada libertad, buscando una verdadera revolución total, una mutación en la misma psiquis del hombre, pensando que las instituciones eran estructuras artificiosas e impuestas que no nos daban respuestas valederas. Fue en aquel momento que la mayor o menor fortuna de los músicos que, habiendo desechado los sacos plateados de los favoritos del sistema, subían a los escenario con la misma ropa que su público se basaba no en sus incipientes calidades o sonidos magnificados sino en su grado de representatividad. Perseguido o relativamente tolerado por el sistema, el rock aglutinó a grandes multitudes y -en consecuencia- las mirada de los mercaderes que habiendo quedado afuera le apuntaron sus miradas y por desgracia le acertaron, atravesándolo con un proyectil de vanidad. Los músicos volvieron a los trajes de luces, limitándose a cuidar la sofisticación de sus sonidos y -como si nada hubiera pasado – descubrieron que en lo profundo de sus almitas quizá siempre quisieron ser estrellas rutilantes y frívolas».