En enero de 1978 bautizan el grupo como «Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota» y emprenden un alucinante viaje a Salta. Las aventuras que vivieron los cambió, y produjo una necesaria depuración en la banda. En este video recordamos el histórico recital en Salta, el viaje a Cafayate, la muerte del guitarrista Ricado Meyer, la vuelta a La Plata y los homenajes que se realizaron al cumplirse 45 años.
Redondos Subtitulados 6 de marzo de 2023
Primera parte: https://redondossubtitulados.com/2023/02/24/el-viaje-de-patricio-rey-a-salta/
PARTE 2
El show, Cafayate, La muerte, la vuelta y el futuro. El lugar hoy. Los homenajes.
El SHOW
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El primer recital del grupo bajo el nombre de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se realizó en la madrugada del sábado 7 de enero de 1978 en el Bar El Polaco, de Salta.
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En su libro, el Indio contó que “el concierto en sí mismo fue un desastre. Había más gente arriba del escenario que abajo. Pero de todos modos armamos la clase de quilombo que era nuestra especialidad”.
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El Polaco Alejandrowicz esperaba una banda de rock & blues y se encontró con una corte demencial encabezada por un tipo que se hacía llamar el Payaso Mufercho y que gritaba frases.
El público era más bien formal.
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La banda sale a escena. Hay complicidad entre el Indio y Mufercho, el presentador del grupo, porque había pocos concurrentes y estaban muy serios, muy callados:
AUDIO:
Indio: ´ta muy manso Patricio, eh…
Mufercho: manso Patricio y sus Redonditos de Ricota…
Indio: mansengue Patricio… Pupeñe, estás calmo Pupeñe… ¡Estás manso! ¡menos manso!
Mufercho: Vamos los Redonditos de Ricota, ¿qué nos depara ahora?
Indio: ¿Qué los tiene tan mansengues?
Mufercho: ¡Todos mansos!… lo avanzado de la hora, supongo…
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La banda toca y el Indio comienza a moverse y a cantar, o algo así. El show se corta abruptamente a los dos minutos. Pide disculpas el Mufercho por la pequeña interferencia. El problema fue que Skay cortó dos cuerdas.
AUDIO CUERDAS
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La primera canción fue “Tómalo de mi estera”, un tema que podría haber sido compuesto por Almendra.
AUDIO TOMALO ESTERA
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Después comienza el descontrol: la banda toca “Perra dinamita”, un tema delirante de sólo dos estrofas que no terminaba nunca.
AUDIO PERRA DINAMITA Y MUFERCHO
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La gente no entendía nada. El dueño del bar se encontró con que había quince personas arriba del escenario. No podía creer lo que sucedía en su local. Les pidió que “hagan algo de jazz” para tranquilizar al público.
El Mufercho no hizo mucho caso al pedido, y tomó el micrófono para desafiar al escaso público presente:
AUDIO “Los ricoteros de Patricio están muy entusiasmados y les gustaría mucho que el hermoso público que hay esta noche en lo del Polaco saliera a bailar un tema especial llamado ‘Solita’.
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Y se mandaron a tocar una versión del tema ‘Solita déjala solita’. Guillermo estaba como voz principal.
En el local, por supuesto, nadie sale a bailar.
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Al terminar la canción anuncian que esa noche no habían preparado los verdaderos redonditos de ricota.
AUDIO: “Hoy no habrá buñuelos, el docente está ofendido”.
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Los salteños no tienen la menor idea de lo que está diciendo.
AUDIO
–Pero no olviden, antes de retirarse, que Patricio Rey, a través de sus Redonditos de Ricota, perderá la forma humana emitiendo ectoplasma. A veces, para comprender o querer comprender, hay que salvar ciertas distancias, y las distancias quieren ser salvadas; y aquí está Patricio Rey con sus Redonditos de Ricota haciendo una especie de swing de los años 50. ¡Patricio Rey tiene un contorno, tiene una forma, pero ahora la va a perder, va a hacer el swing de los años 50…!
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Los parroquianos, entre los que se encontraba un comisario, se hunden en su vaso de licor. Mufercho continúa con su monólogo.
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Como si estuvieran en un ensayo, el Indio y Mufercho se ponen a charlar sobre las dificultades del viaje.
AUDIO
–¡Los Redonditos de Ricota merodean por el escenario descargando energía! ¡Patricio, desde el Pasaje Rodrigo, de la ciudad de las diagonales, envía sus ondas, qué es lo que deben tocar! ¡Patricio Rey, que quiere ser un viador sincero de cierta forma de energía, llamémosle positiva, por hablar de iva… pero el viador quiere ser sincero y el viador es Patricio Rey, es los Redonditos de Ricota, y todo lo que he invertido y todo lo que tuvo que invertir, Patricio: su pedrería, sus joyas…!
INDIO: ¿Cuántos kilómetros dijo, Patricio? MUFERCHO: Patricio Rey… y, creo que 1.600, son. Bueno, discurriendo a través del espinillo santiagueño… INDIO: Del desierto santiagueño, del calor… El Indio no puede dejar de reírse. Debajo, todos siguen sin entender nada.
MUFERCHO: ¡Qué calor! ¡Qué calor, mamma mía! ¡Y Patricio dónde está! Es una letra del Indio Solari, no sé si se percibirá, no sé cuál es la fidelidad de esto, creo que es buena. Acá, Carlitos Mariño y Quique se encargan del sonido… Creo que es bueno. Todavía no conocen Salta, de tanto poner cables, soldar cosas, armar, desarmar, hacer fichas con Poxipol… ¿Pero qué es? ¿Qué pasa, Patricio? ¿Todo para qué? Todo para que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota estén en la mañana de Salta, en 1978. ¡El tema es “Maldición”, del Indio Solari!
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Sobre el final tocaron Maldición va a ser un día hermoso y Blues del noticiero.
En «Maldición» se nota con claridad la mano de Ricardo Meyer, que era un violero que venía del blues, y por eso fue una versión única la que quedó grabada esa noche.
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El Mufercho reconoció que: “Éramos bestias humanas, no había ecualización, no había nada… El trencito al final… Hacíamos siempre trencito; era todos tocando cualquiera, el Indio gritando como loco, Guillermo tocando el tambor y gritando, y el trencito…”
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Guillermo Beilinson también habló con Gloria Guerrero y recordó esa expediencia: “Más que un pub era como un cabaret, con luces bajas, un mozo que era un pibe de color negro. Todo era de cuarta. Ni más ni menos que un cabaret en Salta. Pero para nosotros era fantástico. Tocábamos y lo que hacíamos era nada, un disparate, con el Mufercho que corría en cuatro patas. No había mucha gente, lo importante era pasarla bien”.
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Mufecho: De pronto, un tipo me agarra en el baño y me dice: “Qué impresionante, nosotros acá en Salta estamos en el año 1700, no puedo creer que esté viviendo esto”… El tipo era profesor de matemática”.
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Solari contó: “Me acuerdo de que el bar empleaba a un negro al que hacía vestir de librea, para que recibiese a la gente en la puerta. Y el negro se entusiasmó, se quería venir con nosotros a tocar las tumbadoras. Pero lo disuadimos, claro. ¡El tipo hacía planes a futuro y nosotros no teníamos planes ni para el día siguiente!”
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Después del show hubo una pequeña discusión entre los músicos y el Polaco, porque el dueño del local no les quería pagar, ya que alegaba que había poca concurrencia y muy magras ganancias.
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Indio: “Después se puso peliaguda la cosa. No nos querían pagar porque no había ido gente. Entonces apretamos un poco…”
Los Redonditos eran un grupo numeroso, así que la gente del bar terminó pagando.
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En el libro autobiográfico de Solari, Marcelo Figueras le preguntó si habían tocado una sola vez en lo del Polaco: “Sí, sí. En esa época, Los Redondos no podían tocar nunca dos veces seguidas”.
CAFAYATE
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Al día siguiente los anfitriones salteños los invitaron a Cafayate, para conocer la Bodega “La Rosa”. Pero las cosas se salieron de control: Pepe Fenton y su hermano El Ñandú se agarran a trompadas en plena plaza principal de Cafayate, luego de haber ingerido abundantes cantidades de vino local. Dicen que la pelea era por ver quien se fumaba el último porro. Rompieron unos rosales y terminaron detenidos en la comisaría. La policía los dejó detenidos “hasta que se les pasó la borrachera”.
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La Negra Poli contó que “Se fueron a todas las bodegas a tomar vino. Yo me quedé, y cuando volvieron faltaban dos: estaban presos los dos hermanos. Quedaron detenidos en Cafayate. Pasó que se pelearon por un cigarrillo y empezaron a romper los rosales de la plaza: sacaron los palos de las plantas, vino la policía, los agarró y se los llevó. “Dicen que hasta que no se les vaya el pedo, no los largan”; los demás los dejaron en Cafayate y se volvieron. A nadie le importaba mucho.
LA MUERTE
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Luego de los conciertos, Ricardo Meyer se despidió de sus compañeros, ya que decidió no volver con el micro. Había conseguido una camioneta y junto con su mujer y su pequeña hija iban a ir a visitar a su padre, radicado en Jujuy. “Aprovecho ahora que estoy cerca. Si no, no lo veo más al viejo”, dijo en la despedida. Tuvo un accidente en la ruta. Fallecieron él y su esposa. La beba afortunadamente sobrevivió.
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“El viaje concluyó con una nota trágica -recordó el Indio-. Ricardo Meyer, que en ese entonces era nuestra primera guitarra, decidió no volver con nosotros. Se quedó por allá con su mujer y su hijita, con la intención de visitar a su padre. Y mientras el padre manejaba por un camino de montaña, volviendo de Cafayate, se desbarrancó. Milagrosamente, la nena sobrevivió”.
VUELTA
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La muerte de Meyer golpeó al grupo. El regreso tuvo un sabor amargo y la tristeza destapó viejos conflictos que estaban ocultos debajo de la excitación. Las discusiones internas provocaron distanciamientos y la llegada a La Plata abrió un nuevo período.
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El viaje y la estadía estuvieron barnizados por decenas de anécdotas que templaron o exasperaron las relaciones humanas. Nunca habían estado tantas horas juntos y, como dice Mariño, una cosa fue a la ida “que había de todo: alcohol, drogas, plata” y otra diferente la vuelta.
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Basilio Rodrigo, parte de la troupe en ese viaje, le contó a Gloria Guerrero: “Cuando volvimos de Salta hubo un quiebre. Qué hacer, porque había un techo. Algunos querían hacer una cosa, y otros otra. Cuando volvimos yo ya no participé más del proyecto redondo. No me convencía el mensaje final; no es que esté ni bien ni mal: no me enganchaba esa cosa de una crítica constante. Era tal la pálida que se estaba viviendo, la muerte, la impunidad por todos lados, que no me sentía cómodo. Ellos siguieron. Había una muy fuerte relación entre el Indio y Skay, a nivel operatividad. Ellos “tomaban cosas” de las personas que convocaban, como para terminar de construir algo. Muchos dicen que el Indio era tímido; para mí no era tímido en absoluto. Es una persona bastante frontal y aguda. Una persona seria, un tipo crítico de lo que estaba pasando, de cómo era la sociedad. El Indio leía todo tipo de literatura, pero nada místico, de incienso, nada de eso. Muy de la tierra. Porque además venía de una familia sin muchos ingresos, gente de laburo.
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Una de las discrepancias más grandes en el grupo pasaba por lo musical. Los desacoples eran muchos, y el grupo sonaba desprolijo.
La aventura en La Plata estaba llegando a su fin. En abril de ese año tocaron por última vez en el Teatro Lozano, y luego decidieron mudar los conciertos hacia la ciudad de Buenos Aires, en búsqueda de un público más amplio. Parte de los integrantes de la banda, en especial los platenses, se fueron, y se produjo una inevitable depuración.
EL LUGAR
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El Bar el Polaco quedaba en Dean Funes 82 de Salta. Luego del cierre el local comercial fue alquilado para diferentes emprendimientos.
En los últimos años fue remodelado, y puesto en valor.
EL HOMENAJE
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El pasado 7 de enero de 2023, al cumplirse los 45 años desde el histórico recital, la Secretaría de Cultura de Salta organizó un evento en el lugar que antes albergaba el mítico bar, y que hoy pertenece a la Fundación SalvArte de Leonor Pedroza.
Hubo un mini recital de la banda salteña El Templo de Momo que puso a saltar y cantar a todos.
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La entrada era libre y gratuita, hasta agotar el aforo de 80 personas. La capacidad se colmó rápido, y más de doscientas personas quedaron afuera.
Hubo problemas de organización, ya que el municipio no cortó la calle ni colocó pantallas afuera, así que hubo mucha gente que se perdió la fiesta.
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PLACA y MURAL
Integrantes del colectivo “Una Obra Redonda”, que homenajea a la banda desde la música y el teatro, se acercaron a la ciudad de Salta para recordar a la banda. De la mano del artista plástico Mauro César Ramos completaron un mural con las siluetas de Skay, Poli, El Indio y Pancho Silva, frente al edificio donde funcionó el mítico lugar. También dejaron una placa conmemorativa de aquel concierto.
La iniciativa fue declarada de interés municipal por el Consejo Deliberante de la Ciudad de Salta.