El “Indio” Solari abrió las puertas para el reencuentro pero, en una entrevista con el “Cultural”, el guitarrista “Skay” Beilinson las cerró, al parecer, definitivamente. No piensa en los Redondos, no los extraña y prefiere ser solista. Hoy se presenta en un boliche de Neuquén.
Autor: Diario Río Negro, 23 de octubre de 2004

Los fanáticos soportaron el galope sanguíneo a miles de revoluciones cuando el mito sin cabellera abrió la puerta para la reconciliación y le dio oxígeno a una llama con aspecto de ceniza. Sabiéndose la voz más relevante y con mayor valor mediático, le hizo respiración boca a boca al monstruo del rock que lo convirtió en misterio y leyenda. Entonces, los rumores y las suspicacias comenzaron a correr a una velocidad (in)esperada. Algunos retrocedieron en el tiempo, quizá al 4 de agosto de 2001, ocaso delarruista, cuando los Redondos dieron el último show en el Chateau Carreras. Claro, Carlos el “Indio” Solari dejó huir entre los dientes una frase que para muchos terminaría como un puñal en la sien.
¿Sabés que en los conciertos de “Skay” cantan eso de “sólo te pido que se vuelvan a juntar”? -le recordó un periodista de “Clarín”, a lo que el “Indio”, con la postura y la dialéctica que le son propias, respondió suelto de ropas: “Sí. A mí me encantaría que nos juntáramos. Yo haría el esfuerzo”. Lo que sigue es la otra historia, la de la negación, la vuelta de rostro, el plantazo sin invitación oficial.
“No me interesa. No sé quién es el ‘Indio’ en la actualidad, no conozco a este ‘Indio’. Pasaron muchos años (…). No me pasa por la cabeza volver a juntar a los Redondos. Ahora estoy haciendo lo que tengo ganas, con alegría, con una banda que me copa. No extraño a los Redondos”. Con una sinceridad que apabulló -si no, pregúntenle a un fan ricotero-, el guitarrista Eduardo Beilinson, “Skay”, destruyó la ilusión, la cortó de cuajo antes de que creciera. Lo hizo en una entrevista bien tajante con “Río Negro” desde un hotel de Trelew, donde el martes inició su primera gira por la Patagonia, que ayer tocó Comodoro Rivadavia, y hoy hará pie en Neuquén. El lunes lo disfrutarán en Junín de los Andes.
Nunca estuviste en la Patagonia, es la primera vez en más de 30 años de música.
Es cierto; lo que sucede es que con los Redondos no podíamos hacerlo porque teníamos una infraestructura muy grande. Además, no teníamos contactos que nos organizaran los shows. Va a estar muy bueno, con canciones de mis dos discos solistas -“A través del mar de los Sargazos” y “Talismán”- y algunos hits de los Redondos.
La charla con “Skay” será amena pero con cierta distancia; en realidad, el guitarrista posee una forma extraña, dentro de este mundillo, de contestar. Sus frases son siempre resumidas, aunque contundentes. ¿Estás trabajando en un nuevo disco?
Estamos en la etapa de los arreglos, pero todavía no hay nombre. La verdad, no sé en qué terminará, pero será bien ‘universo Skay’, bastante ecléctico.
¿Temática de las letras?
Esa recurrencia que existe entre el bien y el mal, mezclando visión política, cósmica y psicológica…
¿Te interesa la psicología?
Claro, estudia el comportamiento humano. Pero yo me psicoanalizo solo, me pongo a pensar acerca de la vida, de la existencia, del tiempo que uno pasa por aquí… que el tiempo se acaba.
Hablando de la muerte, ¿hay temor o respeto?
No le temo a la muerte, porque sé que es inevitable. Estoy contento de comprender lo que significa vivir, la parca siempre está atrás (“la parca siempre viene detrás”, dice la letra de “Oda a la sin nombre», primer corte de “A través del mar…”); lo sepas o no, es así.
Hablando de esto, ¿la defunción de los Redondos fue tu resurrección?
Con los Redondos, de alguna manera, se habían perdido ciertas cosas: la alegría, el trabajo y los intereses de grupo. Ahora empecé a recuperar ese espíritu del hecho artístico por sobre todas las cosas. Estoy tocando con gente -el guitarrista Oscar Reyna, el bajista Claudio Quartero, el baterista Daniel Colombres y los teclados de Javier Lecumberry- con la que compartimos las mismas ideas, cosa que con los Redondos se había diluido. Por eso puedo decir que pasar a ser solista fue fácil.
“Toco con gente…”. “Skay” lo dice y piensa en sus músicos actuales, pero entrelíneas hay algo más porque, a la hora de hacer música, ese “Indio” que “Skay” afirma no reconocer hace varios años que se lleva mejor con las máquinas que con los humanos. Tanto, que su primer disco solista – “El Tesoro de los Inocentes”- estuvo dentro de una computadora hasta que, después de mucho buscar, Solari dio con los músicos adecuados para tocarlo en vivo. ¿Cuántas cosas más separan a estos tipos que redefinieron la forma de hacer rock en este país? Demasiadas, lamentablemente.
¿Se habló todo acerca de la separación o hay cosas ocultas aún?
Creo que ya se habló demasiado. La separación era inevitable, las cosas no son eternas. Varias veces nos habíamos separado antes del final; la fatiga en la construcción de materiales era palpable. Surgían situaciones densas, pesadas, insoportables, y cuando se empieza a perder el espíritu hay que descansar.
Vos hablaste de un año sabático…
Ese año sabático terminó, el presente es más importante que el pasado, hay que ver que nos une al presente, pero reflotar el pasado no me interesa.
Hablás de los desencuentros con el “Indio”
Se perdió el espíritu de grupo, todo se pudre cuando las personas pasan a ser más importantes que los proyectos.
¿Alguna vez tuviste celos de la figura mediática del “Indio”?
Es una lectura, apenas una interpretación, no es la más relevante. Que les quede claro: cada uno hacía cosas distintas. El “Indio” no influía en nada que tuviera que ver con la parte musical y de organización de la banda; él sólo escribía las letras y hacía la prensa, y eso nos servía.
Pero el “Indio” dijo en varias entrevistas que se habían encontrado, ¿no tocaron el tema de volver a reunirse?
Hablamos, pero no se tocó el tema.
Entonces, ¿hay Redondos o no?
No tengo interés en este momento, estoy con mis proyectos personales.
¿Sabés que les rompés el alma a muchos ricoteros?
Puede ser, para el consumidor de rock y de los Redondos puede ser.
Se te nota más relajado, más tranquilo. Decís que eso no te sucedía en los Redondos.
La verdad es que sí, estoy relajado, alegre. Pasa que cuando estás en el fragor de la lucha (habla de Patricio Rey…) no te das cuenta, pero cuando parás y te alejás, lo sentís, te cambia el rumbo.
¿Esta es una mejor versión que el “Skay” de los Redondos?
Para mí sí, sobre todo porque tiene vigencia en el presente, lo otro es el pasado. Nunca escucho los discos del pasado.
Entonces, si el “Indio” te invita a sus recitales -N. de laR.: serán el 12 y 13 de noviembre en el Estadio Unico de La Plata-, ¿qué vas a hacer?
No tiene nada que ver que me invite, no sé por qué me llamaría, no encuentro la motivación para que lo haga.
¿Cómo ve “Skay” su futuro?
No sé, lo que busco es seguir rodando con esta banda.
La de “Skay” no es una negativa más, y que los fans vayan sabiéndolo. Sus palabras clausuran definitivamente la posibilidad de volver a ver a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota otra vez en escena, al menos con él en la guitarra. Pero, ¿alguien podría pensar a los Rolling Stones sin Keith Richards? Imposible, al menos en lo musical
EL HIPPIE Y EL URBANO
El campo y la ciudad. Dos mundos opuestos, dos cosmovisiones que chocan. “Skay” y el “Indio”, también. Uno es rural; el otro, urbano. Hace años que al guitarrista lo seduce un proyecto que para estos días puede ser utópico: hacer de un pueblo una comunidad donde vivir.
“Viene de la época de las comunidades, establecer una república independiente de las familias”, reconocía en una entrevista. “Hoy el plan cambió un poco, pero sigo creyendo que en algún momento voy a encarar, no sé si un pueblo, pero quizá sí un campito, como para reunirme con mis amigos más entrañables, con los que quisiera compartir el resto de lo que nos quede de ese último tramo de nuestras vidas”. Hasta aquí, Skay. Pero ¿qué hay del “Indio”? ¿Está entre esa gente “entrañable”? Hace unos días, el “Indio” fue crítico con sus ex compañeros de rutas ricoteras. Hablando de ellos y de una biografía recientemente publicada, dijo:
“Me asombró lo que cree la gente de mí. Y lo del libro es un disparate total. Cualquiera cuenta cualquier cosa. Ese libro es la historia de los Redondos contada por cualquiera, y por Poli y Skay; eso les pasó a ellos. Yo nunca fui un hippie bucólico, no tengo nada que ver con La Cofradía, difícilmente encuentres mostacillas y sahumerio en mi vida. Siempre fui urbano, se nota en las letras”.
¿Alguien quiere saber realmente qué pasa entre ellos o es preferible quedar con las edulcoradas imágenes del mejor pasado? No está mal, pero los mundos chocan y ellos, más.
LO POCO QUE LOS UNE, LO MUCHO QUE LOS SEPARA
Sólo te pido que se vuelvan a juntar…”. Los ricoteros entonan la súplica cada vez que “Skay” se sube a un escenario. Lo mismo harán cuando el “Indio” estrene su flamante disco en noviembre, en La Plata.
Pero ya se sabe: uno, el cantante, haría el esfuerzo aunque sin demasiado entusiasmo y el otro, el guitarrista, directamente lo rechaza. En las entrevistas surgen los motivos de la separación, pero también todo lo que los separa hoy, así como antes. Las heridas siguen abiertas, pero no sólo las de ellos; también las de los incondicionales ricoteros, que parecen sangrar y arder mucho más que las del cantante y el guitarrista. La disolución de los Redondos dejó huérfanos a miles, esos que siguen pidiendo que se vuelvan a juntar. En realidad, desearían que nada hubiera pasado y que en vez de dos discos de “Skay” y uno del “Indio” hubiera tres de Patricio Rey. Pero como no es posible volver el tiempo atrás, mejor es que se vuelvan a juntar.
El cordón que los lió durante tres décadas se desvaneció en cuatro años, y hoy sólo quedan anécdotas y resquemores -y algún que otro interés económico- de por medio.
Lo cierto es que las propuestas artísticas de ambos no cuajan y menos, las concepciones ideológicas que mueven las acciones -y la boca- de uno y otro. Entonces, la antológica reunión sólo se mantiene latente por el insistente pedido de los fans, aunque el “Indio” diga entusiasmarse con el encuentro y “Skay” se aleje aún más.