«Lo mío es experimentar»

El bajista de Los Redondos hizo una muestra de su obra plástica en el Centro Borges. El 17 tocará el acordeón en el show de Divididos.

Autor: Diario Clarín, 10 de julio de 2003

Nace en Villa María, Córdoba, el 3 de julio de 1959. No egresó de la Escuela de Bellas Artes de Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón. Nunca participó en salones y muestras colectivas. Es más, jamás se enteró de ninguna. Estuvo desvinculado de los talleres de plástica. En 1988 no fue distinguido por el Fondo Nacional de las Artes y tampoco se presentó en la Beca de perfeccionamiento e investigación en grabado Alberto Durero. Durante la década del 80 acopió materiales artísticos que utiliza hasta nuestros días.

Este «anticurrículum» es el que escribió Daniel «Semilla» Bucciarelli, ex bajista de Los Redonditos de Ricota, como presentación del catálogo de Curiosidades diversas, la muestra de sus trabajos como artista plástico que se expuso en el Centro Cultural Borges el mes pasado y que pronto viajará a Córdoba, Rosario y Uruguay. El catálogo tiene una elogiosa introducción de Luis Felipe Noé y un comentario de Andrea Prodan (hermano del líder de Sumo, Luca).

Después, vienen las reproducciones de sus dibujos en tinta y digitales, collages, pinturas donde utiliza reciclado de distintos materiales, desde papel a telgopor y donde reinan los colores puros, sin mezcla («como salen del pomo»), y las figuras fragmentadas, con claras influencias del cubismo, de Picasso, Klee o Xul Solar, que Semilla reconoce como sus maestros. «Lo mío es un licuado de todo», dice. Y casi como una excusa, agrega: «De técnica, cero. Me alimenté de mirar libros, ir a muestras, probar. Lo mío es experimentar». Los títulos también son poco convencionales, como el de una pintura en acrílico que bautizó Pato haceme el marco.

También hay objetos pintados, como un cerdo con anteojos de soldador «y una media de mi mujer» de sombrero, o los «invendibles» bombos de Walter Sidotti (baterista de Los Redondos) y un acordeón que tiene despintadas las teclas ahí «donde metés el dedo», y que Semilla tocará como invitado en el show de Divididos, el jueves 17 en el Gran Rex. Allí también usará su tableta digital para proyectar los trazos lumínicos con los que también experimenta, que en la muestra del Borges fueron el fondo vivo de los músicos que lo acompañaron, como el mismo Prodan o Gillespie y que está usando en los ensayos con su nuevo trío (Semilla en bajo, Tito Fargo, ex Redondo, en guitarra, y Gustavo Libutti en batería). «Grabamos las zapadas, después metemos todo en la computadora y tocamos eso. Es muy distinto porque en vez de aprenderte un tema estás recordando lo que tocaste», dice.

¿Por qué Semilla?

Me lo pusieron cuando trabajaba para León Milrud (legendario empresario de sonido), porque era el más chiquito de todos.

¿Fue un gesto presentarte así en el catálogo, como decir «estoy en contra de lo académico»?

No, para nada, fue un chiste. Incluso copié el currículum de no me acuerdo quién de un catálogo y puse todo lo contrario. Había cosas que ni sabía qué eran.

¿Es una obra que venís acumulando?

Los dibujos son lo más viejo. Igualmente para mí la fecha es rara porque como pinto cinco cuadros juntos y los dejo y por ahí los agarro a los dos meses… si no hago una muestra, los mismos cuadros se van modificando, los voy tapando y voy empezando a poner otras cosas. Las muestras me marcan el límite.

Como decía Borges: en algún momento hay que publicar los textos para dejar de corregir.

Exactamente, estoy re de acuerdo con Borges. Es así (risas).

La publicidad de la muestra se hizo con la animación de Semilla de unos muñecos de plastilina: «Era un cortito de una chica diciendo lo que iba a pasar en el Borges y unos tipos cada dos por tres le preguntaban ‘¿y Los Redondos?’, que es lo que me pasa a mí en la calle cuando me para la gente. Ella decía: ‘Esto es otra cosa, vamos a pasar películas…’. ‘De Los Redondos’, decían los tipos. ‘No, no, es otra cosa’.

Tenés que despegar.

Sí, no creo que me despegue nunca. Pero al menos avisar que esto no tiene nada que ver con aquello.

Sobre la virtual separación del grupo, Semilla prefiere no entrar en detalles. Sí, en cambio habla de su mujer, que hace danzas y con quien convive hace 20 años, de su «hija del corazón», Lara, de 26, que «me hizo abuelo… abuelastro», se corrige. Y explica que a Luz Abril, su «nietastra» no la conoce todavía porque vive en Nono, Córdoba, casualmente su provincia natal. Cuenta también que «le cuesta salir de su casa: «A recitales no voy a ninguno, a Los Redondos iba porque tenía que ir a tocar, pero con toda esa gente me vuelvo loco».

Semilla termina su porrón de cerveza. La cronista le hace notar que en la mesa de al lado, semioculto por una columna, está sentado Enrique Gorriarán Merlo (li berado el 22 de mayo por un indulto presidencial, después de ocho años de prisión en Devoto por el ataque al Regimiento de La Tablada, en 1989). Y pregunta, sorprendido: «¿Cuándo lo largaron?».


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