Al compás de nuestro amo

SKAY BEILINSON sacudió una vez más El Teatro porteño el pasado sábado. Ante 2500 personas presentó nuevas canciones, repasó su disco «A través del mar de los zargazos» y revivió viejos clásicos ricoteros.

Autor: El Acople, mayo de 2003

El Teatro ya se ha convertido en el lugar elegido por SKAY BEILINSON para deleitar a su público con su “Mar de los Sargazos”. Pese a llenar un Obras en 2003, el recinto de Colegiales se hizo una sana costumbre y la gente no permitió que sobre un lugar en los tantos shows que ahí brindó el misterioso violero. El sábado pasado no fue la excepción y 2500 fieles se hicieron presentes una vez más. Entre todas las banderas con leyendas Ricoteras, una mención especial para un trapo muy actualizado e ingenioso, pero a la vez muy cabeza, que rezaba: “Bruno Solari es el único redondo que lleva la pasión en los genes”, en alusión al hijo del Indio que nació hace poco tiempo.

Pasadas las 22 horas SKAY y sus secuaces salieron a escena sorprendiendo con el clásico redondo “Nuestro amo juega al esclavo”. No hubo respiro para seguir con “Síndrome del trapecista”, tema que sin dudas ya se convirtió también en un clásico, pero de las veladas solistas del señor BEILINSON.

Una metralleta –pirotecnia de sonido ratatata- explotó en el medio de la gente cuando sonaba “Kermesse”, lo que hizo que más de uno que andaba a los saltos por ahí se pegara un gran julepe.

Como viene sucediendo en todas las presentaciones del platense, hubo lugar para presentar temas nuevos. Así sonaron “Lluvia sobre Bagdad”, que calmó las aguas turbulentas, y “El gourmet del infierno”, que mostró un estribillo de carcajadas macabras a cargo del anfitrión.

Luego del conocido inédito redondo “Nene-Nena”, y de la presentación hecha por SKAY de sus compañeros de ruta, llegó “Todo un palo” para delirio de los presentes, que se desahogaron “llamando a un gato con silbidos”.

Navegó su disco a paso firme y así llegaron “Lágrimas y cenizas”, “La grieta”, y la épica “Astrolabio”, un himno que hizo poner la piel de gallina al lugar entero. Se quedó solito con su guitarra para hacer “Entre el cielo y la tierra”, canción que tiene una cadencia preciosa y da lugar al coro del público, que no lo quiso ver tan solo y acompañó con su griterío. Amagó el final con la techno-industrial-medieval ”Gengis Khan”, pero quedaba lugar para ese tema.

No prendan la luz!

¿Que agregar de “Ji-Ji-Ji”? Ya mucho no se puede decir sin que suene trillado. Que es el pogo más grande del mundo, que se te pone la piel de gallina, que el solo de SKAY es terrible. Bueno, todo eso va, y a pesar de que la voz del INDIO no estaba presente, no quedó una sola persona sin saltar, empujar, revolear, gritar, y ponerse de la cabeza con esta gran pieza que ya alcanza casi veinte años de edad.

La noche se escapó luego de esa erupción. Los cinco músicos abrazados saludan a un público que rugió toda la noche al compás de temas nuevos, viejos, y grandes clásicos. Queda en la gente el rico sabor de la vigencia de CARLOS “SKAY” BEILINSON al mando de la guitarra, y como siempre el deseo-pedido-rezo-imploración: “solo te pido que se vuelvan a juntar”.


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