Sergio Dawi creó, junto a Damián Nisenson a los Dosaxos2 en 1986. Esta “compañía escénica” formó parte de la movida creativa que se gestó en el Centro Parakultural condimentada por las propuestas de Las Gambas al Ajillo, El Clu del Claun, Batato Barea-Urdapilleta-Tortonese y Los Melli, entre otros. En su receso de trabajo junto a Los Redonditos de Ricota, el músico habla de su nuevo espectáculo, de sus influencias, de sus gustos y de lo que vendrá.
Autor: Ciudad Internet, 8 de febrero de 2003

A la hora de armar un espectáculo de Dosaxos2 ¿Cómo y quién decide las proporciones de humor, música y video?
Cuando armamos un espectáculo, inevitablemente contamos con el background que nos dan los 16 años de trabajo como dúo. Estos procesos son diferentes en cada puesta, pero la química lograda nos permite decidir y promediar las diferencias dentro del concepto general. Las proporciones de música e imagen, muchas veces tienen que ver con la naturaleza orgánica de lo creativo y, básicamente, en la confrontación de lo que hacemos con el público.
¿En qué se diferencia, para ustedes, “Kachivachetur” de “In & Out”? ¿De dónde sacaron y qué significa para ustedes la imagen de video del niño arrastrando un saxofón por un basural?
Todos nuestros espectáculos tienen un espíritu experimental y poético y no son compartimentos aislados uno del otro, son la suma de experiencias musicales y de vida que tenemos en el momento que los estamos creando. Si en “Kachivachetur” la musa inspiradora fue el reciclaje y el darle lugar a lo que no lo tiene en una Argentina que se estaba desmoronando, en «In & Out» el futuro del 2034, incierto, atado con alambre, con clones siempre defectuosos y con una perspectiva casi siniestra de lo que vendrá fue transformándose en una parodia donde el humor y lo lúdico conviven con lo dramático y lo oscuro. La filmación que utilizamos en “Kachivachetur” y en el comienzo de «In & Out» es un hilo poético que une, de alguna manera, los dos espectáculos. En ella se ve a un chico encontrar un saxofón en un basural, sus infructuosos intentos de hacerlo sonar y su decisión de utilizarlo como caballito, para perderse con él en el infinito. Es la edición que hicimos de un cortometraje hecho en 1958 por mi padre, Enrique Dawi. La elegimos por su poesía y porque también era una forma de reciclar, tanto al saxo como al celuloide, paradojas de esta vida.
Me imagino que a la hora de armar un nuevo show, el desafío es crear nuevas formas originales para hacer “sonidos”… ¿Quién se encarga de ese aspecto? ¿El boom de «In & Out» es el muñeco de dos cabezas de aire? ¿Por qué, con frecuencia, usan juguetes en el show… es una forma de rescatar al niño que hay adentro?
Con Damián nos consideramos, básicamente, curiosos. El presentar un nuevo espectáculo da la oportunidad de poder sacar de nuestra mochila visiones e inquietudes que fuimos alimentando individualmente y a dúo. En general, acordamos el marco, la estética y las necesidades y, alternativamente, vamos haciendo. En «In & Out» pudimos incorporar por ejemplo saxos midis, juguetes con sonidos digitales (que Damián venía ejecutando), instrumentos informales, mezcla de trompetas, tubas, trombones, saxos y afines que yo diseño, samplers que producen loops en vivo, muñecos a control remoto y ese muñeco inflable (clon de dos cabezas) con triguers generadores también de sonidos futuristas. Sí, de alguna manera podemos jugar con todo esto y lo hacemos explícito en los shows. Jugamos; jugamos como hombres, nos atrevemos a meter mano en la escenografía, en escribir un programa que excede a la ficha técnica, diseñamos los vestuarios, nos vinculamos con talentosos equipos de videastas y realizadores de objetos, para nosotros, un lujo. Tal vez todo esto sea sólo una excusa para sentirnos vivos, pero quien nos quita lo bailado.
En sus espectáculos hay una especie de acercamiento a lo circense ¿Qué es lo que les atrae de ese mundo?
En nuestro primer espectáculo, “Bazar Limbus”, el perfume circense era el dominante (siempre tuvimos como invitados a trapecistas, malabaristas, performers, etc.), bandas de pueblo medio desarmadas pero con vida, pulsiones que en algún camino siguen latiendo. Un mundo que se va perdiendo, un mundo que la estética televisiva está devorando y que se lleva consigo magia y alegría, elementos que siempre vamos a rescatar y con los cuales estamos profundamente ligados.
En cuanto a lo estrictamente musical ¿Cuál -de todos- es el instrumento qué más te gusta tocar?
El saxo tenor es el que lleva más tiempo entre mis manos, el que tiene también más proximidad a mi registro cantado. Pero los demás saxos también encuentran su lugar, cuando la música lo requiere. Para serte franco, me considero más músico que instrumentista. Por lo tanto, si la música lo pide, ahí estaré feliz con una pandereta.
¿Cómo conviven en ustedes los otros proyectos fuera de los Dosaxos2?
Siempre han convivido. En realidad son también una suerte de alimento necesario para que Dosaxos2 no se cristalice.
Los discos independientes, las bandas de cada uno…
Damián el año pasado armó un trío, NIKADA(Nisenson-Kabusaki-Dawidowicz) con el que grabó un muy buen disco que tuvo excelente repercusión en la crítica local. Les espera en marzo un ciclo de recitales y posible gira. Yo estoy terminando, o a mitad de camino, con un disco solista en donde voy a mostrar canciones que tengo compuestas durante los últimos años, emprendimiento en el cual voy a cantar y tocar el saxo, acompañado de músicos amigos. Espero poder darlo a la luz después de una gira por Centroamérica que haremos en abril con Dosaxos2. Por otro lado, en marzo voy a participar en una exposición colectiva en donde músicos-plásticos mostraremos nuestros trabajos.
¿Y Los Redonditos de Ricota?
En relación a los Redondos, creo que este pararate es sanitario, oxigeno, una posibilidad que tiene cada uno de hacer sus cosas, sin tener que promediar, criterios. El futuro dirá.