Esta semana se editó el primer trabajo solista del guitarrista de los Redondos, A través del mar de los sargazos. El músico recorrió el álbum junto a VIA LIBRE, tema por tema, y habló del futuro de Patricio Rey.
Autor: Diario La Nación, 25 de octubre de 2002. Por Sebastián Ramos

Según cuenta la leyenda, cruzar el mar de los Sargazos no es tarea fácil. Los navegantes se pierden y quedan varados entre una especie de alga estacionaria, atascados durante meses, hasta que su tripulación muere de hambre. La aventura suena riesgosa y Skay, el guitarrista de la banda más convocante de la historia del rock local, la escogió como metáfora para este crucial momento de su vida. A través del mar de los sargazos se llama su primer álbum solista y nada tiene que ver esto con casualidades. «Es como ir hacia un mar después de haber pasado mucho tiempo en el océano. Un mar embravecido, lleno de obstáculos. Como empezar de nuevo, estar en el llano y sin la protección de Patricio Rey.»
En una noche tormentosa, el capitán Beilinson nos invitó a navegar, tema por tema, su nuevo disco, el primero con letras y música exclusivamente de su autoría. Y sí, claro, también nos contó cuál será el futuro de los Redondos (ver recuadro). Leven anclas, marineros.
«Cómo arrancar un disco es una cuestión muy sensorial. Hay que armar todo para que tenga un desarrollo, como un cuento», dice Skay, sentado en un sillón de su remodelada casa de Palermo, mientras suena Gengis Khan («un Hell Angel futurista»). El track uno de A través… comienza con un grito casi primal, desemboca en un riff marca Beilinson y comienza a develar la respuesta a una de las preguntas que más se hizo el pueblo ricotero: ¿qué habrá hecho Skay con la voz?
«En general, salvo un par de excepciones, mi voz no me gusta. Y encima, la mayoría de los temas piden esa cosa deforme, medio futurista», asegura a manera de explicación de por qué su voz está procesada en once de las trece canciones. ¿Se parece al Indio? Y sí, un poco. Al menos en este comienzo.
«Basta, basta, gritaba la turba enfurecida. Sangre, sangre, pedía la jauría sin cesar. Dame algo, pedía el mendigo en la esquina. Chusma, chusma, aullaba la vecina sin parar» (Kermese ). «En esta canción la realidad que vivimos el último tiempo se filtró más que en otras. Pero más que nada es esa sensación de asfixia que tenemos todos. Es inevitable, aunque no te lo propongas».
Skay cierra los ojos y se mueve en torno de una guitarra imaginaria cuando suenan los primeros acordes de El pozo de la serpiente . Parece que el viaje de Beilinson atraviesa toda su historia ricotera. Hay vestigios de los Redondos de Oktubre y también de Momo Sampler . «Me interesa la diversidad, cuando algo se torna uniforme me aburre.»
Es el turno de Alcolito y los espíritus de la nocturnidad invaden la sala. «Es una historia que tiene años y que cuenta las andanzas de un espíritu que se instala por la noche en los bares». Suena a un Tom Waits argentino e incluye la primera participación del acordeón de Sebastián Schachtel, ex La Portuaria.
Kazoo es el único tema instrumental. «Mi hermano dice que a partir de acá, empieza otro viaje», asegura Skay y Poli (la mujer del guitarrista y tercer integrante fundamental de los Redondos) agrega: «Lo que dice es que de aquí en más, Skay se liberó de todo lo que significa haber estado con el Indio tanto tiempo juntos. Después de Kazoo, deja de lado ese código de palabras e ideas tan del Indio y comienza a ser él».
Y la teoría parece tener sentido. Oda a la sin nombre es, sin duda, el hit del álbum. Untemazo apto para todo público que se llevará, muy probablemente, el mejor momento de los futuros shows del guitarrista. Memorias de un perro mutante lleva el pulso de un riff tremendo, de esos que lo consagraron a Skay como único en lo suyo. «El mundo se está poniendo raro», canta. «Lo más difícil en cuanto a la composición de las letras fue vencer el miedo inicial, porque siempre lo tuve de compañero al Indio, que ha escrito de todo y, para mi gusto, con mucha calidad. Entonces, el desafío era no caer en los clichés del Indio que, de alguna manera, quiera o no, se me han pegado.»
Llega Con los ojos cerrados, otro que seguramente hará historia en las presentaciones en vivo y en el que Schachtel hace estragos con su acordeón. El disco sigue levantando vuelo y Síndrome del trapecista es un rock al palo con un excelente estribillo pegadizo y, quizá, bastante autorreferencial: «Jugaste, fichaste, reíste, lloraste, ganaste, perdiste, y ahí vas». «Las músicas estaban desde siempre. Tenía un montón de temas que me pesaban en la cabeza y que necesitaba sacármelos. Muchas de estas composiciones podrían haber ido al próximo disco de los Redondos», revela.
Astrolabio y Entre el cielo y la tierra conforman el segmento tranqui y más emotivo del álbum. El primero, casi recitado en sus estrofas iniciales, tiene el solo más espectacular y épico del disco, de esos en los que Skay no puede bajar y necesita, sí o sí, un fade outpara cerrarlo (como el de Todo un palo , ¿recuerdan?). El segundo, es un delicioso tema de amor («una luz de luna llena en tus ojos yo vi») en el que, por primera y única vez, se escucha la voz del guitarrista sin ningún tipo de distorsión.
El final es con La grieta (otro rock hecho y derecho) y Lágrimas y cenizas (una despedida para levantar los vasos y brindar con amigos). «Sí, todo el disco es un poco bebedor», dice y sonríe satisfecho el capitán Beilinson.
¿Se acabó la ricota?
Frases y verdades acerca de la situación de la banda más convocante del rock local, según Skay y la Negra Poli
«Lo que pasó es que terminó otro capítulo de la historia de Patricio Rey, pero habrá otros más. Este año sabático que nos tomamos, que pueden ser dos o tres, no sabemos bien cuántos, tiene como finalidad que en el momento que nos encontremos, estemos renovados, como seres nuevos, con otras vivencias, con ganas de hacer otras cosas.»»Creo que los medios necesitan títulos espectaculares y por eso anuncian la separación de los Redondos, que es más llamativo que decir que paramos de tocar por un tiempo.»»No tuve la obligación de hablar con el Indio sobre mi decisión de grabar un disco porque somos personas individuales y muy respetuosas de lo que hace cada uno. Yo no le tengo que pedir al Indio permiso de nada y él tampoco a mí. El año sabático significa que uno en realidad necesita un tiempo para cambiar de piel. En el próximo momento que nos encontremos, deberemos ser diferentes. Allí sabremos que tenemos la bendición de Patricio Rey para encarar un nuevo capítulo, que siempre está abierto porque hay mucho cariño, mucho tiempo de convivencia. ¿Cómo renegar de algo tan precioso?»»Son pocas las personas de nuestra generación que hemos aprendido a hacer y generar algo juntos. Todos aprendimos que la vida nos enriquece y sabemos valorar eso. Lo más rico va a ser cuando nos reencontremos, cuando tengamos esa necesidad de vernos y le quiera mostrar mis temas al Indio para que él los cante.»»Cuando suspendimos el show de Santa Fe, poco antes del caos de diciembre del año último, y decidimos parar por un tiempo, las presiones cada vez eran más grandes y la única manera de ir para adelante era si estábamos realmente hermanados y convencidos. Si alguien estaba dudando, no se podía hacer. Sentimos que no estábamos fuertes para lo que se veía que podía pasar.» «Mi banda es los Redondos, yo hice los Redondos. Por eso, definitivamente creo que habrá otro capítulo, porque con el Indio estamos condenados por la música que hacemos.»