«A través del mar de los Sargazos» estará mañana en las disquerías.
Autor: Diario La Nación, 20 de octubre de 2002

«Un destello radiactivo y entre el polvo apareció. Tronó el cielo y la tierra, él ha vuelto a la ciudad.» No, no es Patricio Rey el que esta vez hizo temblar el universo ricotero. Detrás de la polvareda el que aparece es Skay Beilinson, guitarrista y «director musical» de los Redondos. Y aquellos amenazantes versos son los primeros que se escuchan de Skay en su faceta de cantante en «A través del mar de los Sargazos», su álbum solista.
En una extensa entrevista, Skay asegura también que «los Redondos no se acabaron, que sólo ha terminado otro capítulo» de los muchos por los que ha pasado el grupo y que «habrá otros más». Insiste, también, en lo curioso que le resulta que se haya interpretado la edición de su disco como el certificado de defunción de la banda más convocante del rock local.
Dos años atrás algunos medios anunciaron la presentación de los Redondos en River como el final de la banda. Sin embargo, a ello siguieron un disco, «Momo Sampler», y tres conciertos más. Para Skay, entonces, las especulaciones acerca del fin de Patricio Rey no son nuevas. «Creo que dentro de los medios existe siempre la necesidad de lo espectacular. Sólo decidimos parar por un tiempo y cada vez que expusimos esto nos encargamos de explicar que se trataba de un año sabático, que los Redondos no se acababan. Sin embargo, empezaron a decir que nos habíamos separado, que nos agarramos a piñas, cosas totalmente absurdas. Parece ser que todo eso es más llamativo que decir que una banda paró de tocar por un tiempo.
-¿Por qué fue que decidieron tomarse este «año sabático»?
-Para poder volvernos a encontrar en una nueva situación. Necesitábamos un tiempo para cambiar de piel, para ser diferentes la próxima vez que nos veamos. Así fue siempre. Nos puede llevar un año, dos o tres, hasta que nos entusiasmemos otra vez. Allí sabremos que tenemos la bendición de Patricio Rey para encarar un nuevo capítulo. Si se pudiera entender eso, que es lo real, sería fantástico.
Del océano al mar
El mar de los Sargazos es una extensa parte del Atlántico Norte cuyas aguas, en una determinada época del año, se cubren de algas -los sargazos- de manera tal que impiden la navegación.
«Los navegantes se pierden y quedan varados entre los sargazos, atascados durante meses, hasta que su tripulación perece de hambre y de sed.» La que aporta el relato es Poli, la «ondina curadora», como se la nombra en este disco, y tercera pata de Patricio Rey. «Es una gran contadora de historias, una gran narradora», agrega Skay, y dice que, también, fue ella la que lo ayudó a terminar de darles forma a las letras del disco.
El mar es, también, la vida, el camino. El disco está lleno de aguas y viajes. Y el mar de los Sargazos, con sus peligros y sus misterios podría ser también una metáfora de la situación que están atravesando. “Después de haber tenido y tener todo –dice Poli-, fue decidir ir hacia lo pequeño. Estando en el océano, meterse de vuelta en un mar embravecido, lleno de obstáculos.”
Skay: –Desconocido, imprevisible.
Poli: –Y empezar de nuevo, volver a ser desde el llano. Sin la tutela de Patricio Rey.
–Uno de los desafíos debe haber sido tener que escribir las letras, ¿cómo lo enfrentaste?
Skay: –Fue una experiencia interesante. Siempre escribí, pero al día siguiente me parecía horrible. Lo que hice fue sacarme la ansiedad de encima y trabajar de la misma forma como lo hago con la música. Que, cuando tengo una idea que me parece interesante, la cambio de ritmo, de tonalidad, la doy vuelta. Poli me ayudó mucho en eso, para volver a hacer otra lectura. Lo más difícil fue vencer el miedo, porque siempre lo tuve de compañero al Indio, que escribe muy bien.
–¿Cómo fue el proceso de creación de éste, el primer disco de tu carrera solista?
–Cuando arranqué no sabía que iba a ser un disco. Para mí la música es un camino de aprendizaje. No una carrera, no lo pienso en esos términos. Tenía un montón de temas que quería ver cómo terminaban, adónde iban. Cuando me quise dar cuenta, ya tenían forma, una posible letra y quise darles la posibilidad de grabarlos. Si no me los sacaba de encima, me volvía loco, me reventaban la cabeza y me iban a tener que internar en el Borda.
–¿Estás ansioso por presentarlo en vivo?
–No es ansiedad. Estoy muy entusiasmado.
De eso no caben dudas. Se le notaba en su cara desde el comienzo de la entrevista. Skay está “en llamas”. Un buen sinónimo de entusiasmo. Así encara los ensayos, de cinco horas diarias, con la mira puesta en su primer concierto. ¿Dónde? Todavía no hay fecha ni lugar confirmados. Skay arriesga Santa Fe. Poli tira un Mar del Plata. Dicen que no saben aún para cuánta gente tocarán. Skay se ilusiona con que “todo sea más civilizado” y agrega que se imagina “un show absolutamente inspirado. Hay muy buena química, el inicio de una banda es un buen momento. Está la sorpresa, el entusiasmo, un poco lo que habíamos perdido con los Redondos. Todo se había hecho demasiado previsible”.
Los ensayos los comparte con Daniel Colombres (batería), Claudio Quartero (bajo), Oscar Reyna (guitarra) y Javier Lecumberri (teclados). Allí se cocinan, además de los temas del nuevo álbum, “versiones buenísimas de los Redondos, con cambios de ritmo y tonalidad. Temas viejos, inéditos, rarísimos”, confiesa Skay.
Serán entonces las primeras presentaciones en vivo del guitarrista luego de la suspensión del recital que los Redondos habían anunciado, para diciembre de 2001, en Santa Fe. Un show que decidieron levantar por “la situación que se vivía en el país. Además, las presiones cada vez eran más grandes y la única manera de ir para adelante era si estábamos realmente hermanados y convencidos. Si alguien estaba dudando, no se podía hacer. No estábamos fuertes para lo que se veía que podía pasar”, agrega Poli.
Desde allí, sin embargo, salieron nuevas músicas. “Los momentos de crisis nunca me han paralizado. Al contrario, me han estimulado para generar cosas, me dan ganas de hacer. Si no, siento que la vida se me achica.”
–Esa realidad, ¿se coló en las canciones?
–Inevitablemente, aunque no en forma consciente. Sé que la realidad me determina, va a influir en el pulso, en la música, en las palabras que surjan, aunque no me ponga a escribir sobre ella. Pero también es cierto que la vida te excede. Está sucediendo todo este horror, pero al mismo tiempo es una primavera preciosa. En el rosedal las rosas están como nunca, acá hay un nido de benteveos, los zorzales nacieron. Creo profundamente que existen infinitas realidades en este universo. Y lo peor que puede pasar es que nos olvidemos que existe la belleza. El milagro está sucediendo aquí a pesar de todo.
–¿Sentiste la obligación de mostrarle los temas al Indio?
–No, porque somos personas individuales y respetuosos de lo que hace cada uno. No le tengo que pedir permiso de nada y él tampoco a mí.
–¿Entonces no hay ningún final de los Redondos?
–El final siempre está. La parca siempre te acompaña. Eso hace más interesante al viaje, porque qué sabemos hasta cuándo va a durar. Y hay algo para celebrar que es que la vida todavía está. El próximo capítulo de los Redondos no sé cuándo comenzará, pero estoy seguro de que habrá uno, porque con el Indio estamos condenados por la música que hacemos.
-¿Y Patricio Rey?
-Se fue de vacaciones. Estará haciendo alguna barbaridad por ahí.peligros y sus misterios podría ser también una metáfora de la situación que están atravesando. “Después de haber tenido y tener todo –dice Poli-, fue decidir ir hacia lo pequeño. Estando en el océano, meterse de vuelta en un mar embravecido, lleno de obstáculos.”
Skay: –Desconocido, imprevisible.
Poli: –Y empezar de nuevo, volver a ser desde el llano. Sin la tutela de Patricio Rey.
–Uno de los desafíos debe haber sido tener que escribir las letras, ¿cómo lo enfrentaste?
Skay: –Fue una experiencia interesante. Siempre escribí, pero al día siguiente me parecía horrible. Lo que hice fue sacarme la ansiedad de encima y trabajar de la misma forma como lo hago con la música. Que, cuando tengo una idea que me parece interesante, la cambio de ritmo, de tonalidad, la doy vuelta. Poli me ayudó mucho en eso, para volver a hacer otra lectura. Lo más difícil fue vencer el miedo, porque siempre lo tuve de compañero al Indio, que escribe muy bien.
–¿Cómo fue el proceso de creación de éste, el primer disco de tu carrera solista?
–Cuando arranqué no sabía que iba a ser un disco. Para mí la música es un camino de aprendizaje. No una carrera, no lo pienso en esos términos. Tenía un montón de temas que quería ver cómo terminaban, adónde iban. Cuando me quise dar cuenta, ya tenían forma, una posible letra y quise darles la posibilidad de grabarlos. Si no me los sacaba de encima, me volvía loco, me reventaban la cabeza y me iban a tener que internar en el Borda.
–¿Estás ansioso por presentarlo en vivo?
–No es ansiedad. Estoy muy entusiasmado.
De eso no caben dudas. Se le notaba en su cara desde el comienzo de la entrevista. Skay está “en llamas”. Un buen sinónimo de entusiasmo. Así encara los ensayos, de cinco horas diarias, con la mira puesta en su primer concierto. ¿Dónde? Todavía no hay fecha ni lugar confirmados. Skay arriesga Santa Fe. Poli tira un Mar del Plata. Dicen que no saben aún para cuánta gente tocarán. Skay se ilusiona con que “todo sea más civilizado” y agrega que se imagina “un show absolutamente inspirado. Hay muy buena química, el inicio de una banda es un buen momento. Está la sorpresa, el entusiasmo, un poco lo que habíamos perdido con los Redondos. Todo se había hecho demasiado previsible”.
Los ensayos los comparte con Daniel Colombres (batería), Claudio Quartero (bajo), Oscar Reyna (guitarra) y Javier Lecumberri (teclados). Allí se cocinan, además de los temas del nuevo álbum, “versiones buenísimas de los Redondos, con cambios de ritmo y tonalidad. Temas viejos, inéditos, rarísimos”, confiesa Skay.
Serán entonces las primeras presentaciones en vivo del guitarrista luego de la suspensión del recital que los Redondos habían anunciado, para diciembre de 2001, en Santa Fe. Un show que decidieron levantar por “la situación que se vivía en el país. Además, las presiones cada vez eran más grandes y la única manera de ir para adelante era si estábamos realmente hermanados y convencidos. Si alguien estaba dudando, no se podía hacer. No estábamos fuertes para lo que se veía que podía pasar”, agrega Poli.
Desde allí, sin embargo, salieron nuevas músicas. “Los momentos de crisis nunca me han paralizado. Al contrario, me han estimulado para generar cosas, me dan ganas de hacer. Si no, siento que la vida se me achica.”
–Esa realidad, ¿se coló en las canciones?
–Inevitablemente, aunque no en forma consciente. Sé que la realidad me determina, va a influir en el pulso, en la música, en las palabras que surjan, aunque no me ponga a escribir sobre ella. Pero también es cierto que la vida te excede. Está sucediendo todo este horror, pero al mismo tiempo es una primavera preciosa. En el rosedal las rosas están como nunca, acá hay un nido de benteveos, los zorzales nacieron. Creo profundamente que existen infinitas realidades en este universo. Y lo peor que puede pasar es que nos olvidemos que existe la belleza. El milagro está sucediendo aquí a pesar de todo.
–¿Sentiste la obligación de mostrarle los temas al Indio?
–No, porque somos personas individuales y respetuosos de lo que hace cada uno. No le tengo que pedir permiso de nada y él tampoco a mí.
–¿Entonces no hay ningún final de los Redondos?
–El final siempre está. La parca siempre te acompaña. Eso hace más interesante al viaje, porque qué sabemos hasta cuándo va a durar. Y hay algo para celebrar que es que la vida todavía está. El próximo capítulo de los Redondos no sé cuándo comenzará, pero estoy seguro de que habrá uno, porque con el Indio estamos condenados por la música que hacemos.
-¿Y Patricio Rey?
-Se fue de vacaciones. Estará haciendo alguna barbaridad por ahí.
Las trece etapas del viaje
«A través del mar de los Sargazos» es una travesía por canciones y estados de ánimo. Un viaje que lleva de paseo por distintas emociones y colores musicales. Allí está, sí, el ADN redondo. Aquellas guitarras inconfundibles que no buscan el virtuosismo sino la emoción, las notas exactas que la canción está pidiendo. Están también, algunas melodías que serán «fiesta» en vivo, como «Oda a la sin nombre». Pero también el viaje lleva más allá, a nuevas aguas. La melodía refrescante, liberadora de «Entre el cielo y la tierra», los cambios de intensidad de «Astrolabio», el atisbo reggae de «Con los ojos cerrados», el desfile atípico de «Lágrimas y cenizas».
Junto a Skay grabaron este álbum, que sale por el sello Urbe Orbe, Daniel Colombres en batería y Dani Castro en bajo. En algunos temas se suman Patán Vidal en piano y Hammond y Sebastián Schachtel en acordeón.
Además de las guitarras y percusiones, esta vez Skay se ocupó de cantar. Su voz, una de las sorpresas del álbum, también puede acercarse a la impronta redonda por momentos pero, en otros, despegar a nuevas tierras.
Capítulos redondos
Skay dice que ha terminado un capítulo más de los que han vivido los Redondos en 26 años. Estos son, según él:
La protohistoria: «Lo que nos determinó a que nos formásemos como los Redondos»
Teatros y buñuelos: » 8 o 10 años, con diferentes formaciones, en teatros, con actuaciones y buñuelos»
Grabaciones y pubs: «Ya como banda con Semilla, Piojo López, Tito Fargo y Crook, es la época de los pubs y las grabaciones «
Los estadios: «Aparecen Walter (Sidotti) y Sergio (Dawi) y empieza la masividad»
La tecnología: «Otro cambio, la banda participa menos en las grabaciones»
Lo que vendrá: «Nosotros no nos planteamos que se acabó» ¿Nosotros? «El Indio, Poli y yo»