Considera que lo que le pasó con Los Redondos es un epifenómeno, algo que nunca hubiera esperado. Pero le alegra estar en las remeras y saber que siempre hay posibilidad de dar “una vuelta más”, nombre con el que define a la revolución. Rocambole, un artista en cuya expresión conviven Goya, el rock y el arte digital.
Suplemento El Subsuelo, Diario El Popular, Domingo 8 de julio de 2001. Por Guilermo del Zotto

Cuando en abril del 2000 el Indio Solari dijo: “No fue tan efímero” y heló el alma de miles de ricoteros en River, amenazando con el último recital, evidenció algo que entre los hacedores del fenómeno redondo se viene hablando desde hace tiempo. Según Rocambole, el artista plástico de la cofradía ricotera, muchas veces se preguntaron “¿hasta cuando?” y se plantearon varias veces la posibilidad de pasar a algo nuevo.
“A todos nos sorprendió- dijo Ricardo Cohen, que es quién se esconde bajo el seudónimo Rocambole- que algunas de las cosas que hacíamos como movida cultural se hayan transformado en el fenómeno que hoy significan los Redondos. Para nosotros es quizás más sorprendente que para la gente que está afuera. De ninguna manera, jamás, se pensó que esto iba a pasar.”
Y sobre todo tanta permanencia…
Claro, también eso. Hace ya muchos años que hemos hablado y nos venimos preguntando: “¿hasta cuando va a durar esto?”. Esto ya tendría que haber terminado, tendríamos que empezar a pensar en otra cosa. Pero la cosa sigue y sigue, y por un lado es una alegría que todo se mantenga y dé la posibilidad de realizar cosas que a todos nos gusta hacer desde los primeros tiempos.
El fenómeno no estaba calculado. ¿Ustedes se fueron aggiornando al ritmo de la popularidad o solamente son representativos por una coincidencia mágica con el sentir de tantos?
En lo que a mí respecta, no podría detectar un aggiornamiento, porque siempre estoy haciendo lo que se me ocurre, sin estar pensando que sea más nuevo o que esté más adelante o atrás. Es más, a veces me he definido como nada de posmoderno, sino como un preantiguo. En general las formas que utilizo para el dibujo y la gráfica son más bien tradicionales. Quizás sean un poco contundentes o provocativas las imágenes, pero tampoco es algo que trastorne a la plástica o esté en alguna vanguardia. Yo me defino como dibujante y me gustan las imágenes hereditarias de la historieta, que es algo que amé desde chico y lo sigo haciendo hoy.
¿Cuáles son los maestros universales admirados?
Soy un ferviente admirador de Goya, de la pintura española sobre todo, el Greco y Velázquez. Y más en general de algunos expresionistas alemanes o algunos contemporáneos ingleses como Francis Bacon. Pero también admiro la obra de dibujantes y pintores argentinos, a la que considero en un nivel mundial; entre ella a la de Carlos Alonso, que para mí es como un faro.
Alguien que también hoy está teniendo su repercusión hoy con su muestra en Bariloche.
Creo que él es verdaderamente un trabajador de las imágenes, no tiene mucho tiempo para andar promoviendo sus obras. El que realiza una obra importante, es más bien un hombre de taller. Y Carlos Alonso es un hombre de taller que se refugia en su estudio en Córdoba y por ahí pasan años sin salir afuera. A veces sale para alguna muestra, pero no es alguien que necesite buscar promoción.
¿Este trabajo de “orgullosa soledad”, como decía Arlt, es también leit motiv de su actividad?
Sí. Y repito que esto de estar en las remeras de los chicos es un epifenómeno para mí. Una consecuencia inesperada.
Hay en una de sus obras una característica que podría llamarse “el grito Rocambole”. ¿Cuál sería el sentido de esa boca abierta, ese desgarro?
Quizás es una influencia que está en mi inconsciente. Fijate que hay una obra expresionista muy importante que es justamente “El Grito”, de Edward Mung. Pero no pretendo explicar mucho a nivel del lenguaje de las obras, porque si lo lograra de esa manera no estaría dibujando o pintando. Verbalmente no soy muy claro, prefiero por eso usar el mundo de las imágenes en el que me siento más cómodo. No sé si podría definir exactamente lo que dibujo o pinto porque mi visión es la del que está cerca de una cosa. Al estar yo contiguo conmigo mismo, se me hace muy difícil observarme o explicarme. Prefiero entonces que lo hagan los demás. Muchas veces me he encontrado con interpretaciones que han hecho los chicos y en realidad las he encontrado mucho más ricas que las que a mí se me habrían ocurrido.
Pero convengamos en que así como hay obras que susurran, estas evidentemente gritan…
Quizás yo apelo como recurso al contraste, como efecto. Entonces, por ahí puede ser que se siente como un sonido más fuerte.
¿Eso podría ser la parte de Goya que hubo en el aprendizaje?
Claro, a Goya le gustaba mucho el negro y el blanco, la búsqueda del contraste…
Otra constante podría ser el tema de la Revolución. ¿Cree en una posibilidad de revolución? ¿Hay algo que hoy se puede llamar revolucionario?
Creo que la Revolución es evolución. En este universo en que vivimos, creo que la única circunstancia que hace que no se detenga, no se pare o no se muera, es la constante renovación. Mientras el espíritu humano se renueve, mientras en la sociedad haya constantes cambios que tiendan a mejorarla a pesar de las cosas que tiran para atrás, la raza humana seguirá vigente, viva. Cuando entre en decadencia, será cuando se pare o se detenga, cuando ya no haya ningún tipo de revolución. Y revolución quiere decir también “una vuelta más”. Es un giro. Yo hago a veces homenajes a “una vuelta más”, a algo que nos saque de un mundo que consideramos todavía injusto y con terribles contradicciones.
Goya y el arte digital
Rocambole comenzó a utilizar el arte digital desde «Luzbelito». En el medio quedaron sin desechar pinceles, aerógrafos y todo tipo de herramientas que no cayeron en el prejuicio de llamarlas técnicas «sin vida». Así, una computadora y la escuela más clásica de pintura conviven al servicio de las ideas.
¿Cómo se une compositivamente a Goya con el uso del arte digital?
Ceo que si Goya hubiese vivido en estos tiempos, así como en su época usaba los mejores pinceles, hubiese usado el arte digital. Yo, más que pintor, soy dibujante o ilustrador. Y en general, los ilustradores han estado atentos a cualquier desarrollo técnico que les sirviera para mejorar la imagen. Yo comparto eso. Creo que el asunto está en la cabeza, no importa con qué elementos uno haga la obra, sino qué pasa con la obra.
Tampoco está en riesgo la posibilidad de conmover…
Creo que no. Cuando apareció el cinematógrafo, en principio era un entretenimiento. Y luego logró conmovernos. Y aparecieron artistas tremendos, con un medio relativamente nuevo.