Decadencia de la vida urbana

En su nuevo trabajo discográfico, Los Redonditos de Ricota cabalgan sobre una angustia de sobrevivientes. Y cuentan un cuento tan terrible como real.

Autor: Diario Clarín, 5 de diciembre de 2000

Momo Sampler es la mejor síntesis que podrían haber encontrado Los Redonditos para reflejar —en música y, sobre todo, en letras— el agobio, la pegajosa decadencia de la vida urbana. El Indio Solari y Skay, señores que orillan los 50, cabalgan sobre una angustia de sobrevivientes. Y, por más que la estética de comic —reforzada por las postales de Rocambole— trate de torcer la historia para el lado de la parodia y la representación, el cuento que aquí se cuenta es terrible. Y real.

Solari eligió la palabra murga como símbolo de una desesperación fantasmal. No tiene nada que ver con el ritmo; es una palabra-concepto, que en La murga de los renegados dice Entre sopores, modorras ciegas / y oscuridad de bodega sin luz / va esa murga desencantada / que lleva siglos así… No da más!; en Murga de la Virgencita pinta de un modo brutal el escarnio de una prostituta; en Murga purga vuelve al vino malicioso (sos un moscón zumbón / que quedó atrapado / en un vaso boca abajo. La murga del Indio Solari es un desfile heroico de seres quebrados, un baldazo temático que va desde el meter bala de Ruckauf (Sheriff) hasta el retrato de una chica de las bravas (Una piba con la remera de Greenpeace….

Cada vez más afilado en la metáfora, con sus palabras castizas, su lunfardo tanguero y sus neologismos encontrados en un pozo ciego cibernético, Solari se afirma como un intelectual beat de un rigor poético incomparable en el rock argentino.

Las músicas, en tanto, son una vuelta de tuerca a Ultimo bondi a Finisterre. Entre aquel disco y este, Beilinson-Solari aprendieron a dosificar el mix electrónico y rock crudo: las máquinas son la nueva estructura de la banda que, cada vez menos solapadamente, está integrada sólo por ellos dos. La guitarra sigue mandando, con esos característicos cruces alla U2. Pero debajo de los punteos-guillotina de Skay relucen sutilezas tímbricas, zonas de riesgo, texturas celtas, orientales, batuque de tambores. Todo encorsetado en la densidad ambiente: de hecho, el disco carece de probables hits tribuneros. Parecería que la banda intenta menguar la indomable masividad actual, puliendo cualquier posibilidad de estribillo facilongo.

A más de 20 años de traqueteo, Los Redonditos están más allá de todo, en el cabal sentido de la frase. Su mirada integra la del cuchillero de callejón y la del burgués lúcido, y le saca lustre a las puntiagudas aristas de una sociedad en descomposición. A través de una música que es la banda de sonido exacta de las letras, por suerte sólo se limitan a describir. Si algo le falta al disco es mensaje moral.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s