Se lanza hoy el último CD de los Redondos, cuyos temas comparan la actualidad con lo que ocurría en las fiestas paganas.
Autor: Diario La Nación, 17 de noviembre de 2000

Esta vez, los Redondos han elegido dedicarse al tema del carnaval. «Momo Sampler» es el título del nuevo disco, que sale a la venta hoy. Las letras insisten tanto en la idea de fiesta pagana como en la palabra murga, que se repite en el nombre de las canciones. Además, en la tapa -su presentación es una nueva sorpresa de Rocambole, con medalla incluida-, «Momo Sampler» es definido como un carnaval de la emulación.
«Es que el carnaval, tradicionalmente, era algo cíclico, y eso era lo rico del asunto -aclara el Indio Solari, dispuesto a charlar, junto a los otros dos soportes de los Redondos, Skay y la Negra Poli, sobre el nuevo trabajo-. Hay una definición del siglo XIII, Domingo de Carnes Tolendas, o sea el domingo antes de quitar las carnes. Era la famosa entronización del loco y el tonto del lugar, para quedar todos sujetos durante esos días a sus caprichos. Se invertían los roles y el disfraz permitía decirle al señor feudal lo que de otro modo sería imposible. El problema ahora es que se ha transformado en un continuo. El relato de «Momo Sampler» es eso, el sampler como copia, una muestra de Momo que no es real, una desnaturalización del valor pagano.»
-¿Los recitales de los Redondos funcionarían como estados de excepción, en este sentido?
-Es lo que uno ha intentado, con distinta suerte y, aunque llevamos 20 años, no deja de ser cíclico, porque no tocamos seguido. Cuando se habla del pogo más grande del mundo, es cierto. Están todos saltando, desde los de adelante hasta el que está atrás de todo. Siempre se ha vinculado el fenómeno Redondo con el paganismo, desde que llegamos por primera vez a la Capital, desde La Plata, en el año 76, y acá estaban de moda la seriedad del rock y la fusión. Nosotros éramos como un grupo medio pagano, que da un punto de vista, una mirada que está fuera del carácter general, incluso dentro de la cultura rock. Porque al entrar en la corporación ahora todo el mundo está pensando en colocar un par de hits en el top ten. Se ha perdido aquella cosa hippie de rebelión contra el estado de las cosas.
-Como productores independientes, ¿ustedes estarían fuera de eso?
-Para uno sería elogioso que eso pasara, pero me gusta pensar que lo intentamos. En esos momentos previos a ponernos a trabajar, que estamos ensoñando a mil, a veces estoy haciendo la plancha y ensueño que en el país de los ciegos el tuerto es Patricio Rey.
Otra sorpresa es una frase de Apuleyo incluida en los comentarios de tapa: «Te prometemos que en la alegría y la risa del festival nadie osará dar una interpretación siniestra a tu repentina vuelta a la forma humana».
-¿Cómo aparece aquí Apuleyo, un escritor latino que vivió en el siglo II?
-Me gustó ponerlo, porque parece haber una idea de que la creación depende de un tipo de pulsión de muerte, donde se terminan corriendo demasiados riesgos. En una cultura que ha estado confirmada por el exceso, la frase propone que si amainás un poco nadie va a creer que sos un tarado. Es prometerle a la gente que nadie lo va a cargar de culpas porque se revienta menos que en el disco anterior o porque cuide su salud. A mí no me interesa que alguien se mate para hacer una canción. Siempre decimos que preferimos a los músicos o artistas vivos, haciendo cosas. A mí no me interesa la vida personal de nadie, me interesa la obra. Me enriquecería que Luca pudiera seguir haciendo canciones o que a Lennon no lo hubieran matado. Me pareció bien, porque muchos de los artistas que nos rodean están llegando a una edad en que cualquier experiencia no ordinaria puede costarles la vida, avisarles que los preferimos vivos haciendo canciones y no que el álbum póstumo sea muy bueno.
Según cuenta el Indio, Apuleyo se mezcla, en el estudio Luzbola, con otras lecturas: los cuadernos de Eva Perón, la genética de Piaget, el libro «Sex» de Madonna, ensayos sobre la célula humana y «una teoría de la relatividad explicada para tololos «.
En esa diversidad, en los enlaces entre cosas aparentemente inconexas, aparecerán los conceptos para futuras canciones. «Los artistas no deberíamos usar el pensamiento profundo sino el lateral, porque si te dedicás mucho a algo serás muy diestro en eso, pero no podrás armar relaciones de analogía, esa suerte de castillo de naipes que al derrumbarse genera una nueva visión. Un artista tiene que ser radialmente curioso.»
Música para tiempos duros
El álbum muestra uno de los trabajos instrumentales más sólidos de estos tiempos. Los solos de guitarra parecen asimilarse a la voz, continuidad que le da a este disco fuerza inusitada. Es música fuerte para el sombrío tejido de historias que están en el borde. El disco también sorprende por la decisión compartida entre cantante y guitarrista de ser sus únicos protagonistas
-¿Cuál es la razón para llevar adelante esta historia entre los dos, sin toda la banda?
-Queríamos hacer un disco de edición, construir música con computadoras y samplers, pero alejados del mundo tecno. Decidimos usar esa ventaja para edificar algo más complejo, en especial respecto de texturas sonoras. Hubo más de experimentación que en otros trabajos. Teníamos ideas que, a medida que avanzábamos, tomaban distintas formas, algunas impensadas. Además, lo que sampleamos originalmente, luego lo tocamos para devolverle la pelota a la tecnología.
-¿Cómo es eso de las texturas?
-El disco tiene mucho de collage. Con Skay tomamos una infinidad de nudos melódicos y los adaptamos a nuestra visión de la realidad. Así logramos concretar texturas sonoras que tienen tanta fuerza en la totalidad del drama musical como la lírica o los solos de guitarra. Atmósferas que tienen según nuestra manera de ver, completa actualidad.
-¿Por qué se apartan de las historias tradicionales, donde hay una base rítmica y los músicos ponen ese calor?
-Primero, la banda ya está ensayando para presentar el disco algún día a partir de marzo. Además, no creo que el espíritu del rock se traduzca en hacer siempre lo mismo. La actualidad nos invade y nosotros respondemos usando las posibilidades adquiridas, es decir, no tenemos compromisos con nadie y eso nos ayuda a hacer un disco de este tipo, donde nos alejamos de esa actitud clásica que tiene el rock, de tocar con la banda en el estudio.
Skay: -El disco es, quizá, resultado de la experiencia que tenemos. Se arman mejores historias cuando componemos una idea y la desarrollamos de esta manera.
-Uno de los puntos más fuertes del disco es la relación estrecha entre la poesía y la guitarra.
Solari: -Una respuesta es que nos conocemos, pero la realidad es que le pusimos mucho tiempo a este trabajo y lo que logramos es una historia que tiene una fuerte complementación entre la parte hablada y el mensaje musical.
-¿Cómo hace alguien que no tiene vida pública (es decir, no se te ve en ningún lado) para mantener actualizado el lenguaje?
-Ese es mi trabajo; estoy dentro del mundo, no significa que porque no estoy en los bares no sepa lo que pasa. Mi idea es ser un francotirador; alguien que observa y relata. Skay y Poli, que están más liberados de la estampita, son mis fuentes, de donde tomo una parte de la realidad. También tengo sobrinos que me actualizan en el modo del mensaje.
-Más que drama musical, las historias del álbum tienen todos los condimentos de la tragedia…
-Hablo de lo que veo. Quizá lo que escribo tiene enigmas que permiten que el mensaje perdure. Hay algo de espejo con la realidad y algo que puede ser profético, me preguntaban si los shows de River tuvieron consecuencias sobre alguna letra de «Momo Sampler» y no, más bien el último tema de «Finisterre» prenuncia lo sucedido en River.
«La idea es hacer un show en marzo»
-En el primer concierto de River, a medida que se conocían los desmanes en el campo, dijiste que era el último recital. ¿Lo sentían así en ese momento?
-Hay que tener en cuenta el lugar y el momento. Uno está metido ahí en una nube, porque esto sucede cuando estás en el medio del show. Entonces llegan las noticias, fragmentarias, y dicen que están hiriendo chicos, que uno está muy mal; alguien habló de que habrían matado a uno. En ese momento, estás en medio de un show con la sensibilidad a full, y sentís que no vale la pena. Independientemente de que uno sabe cómo está la situación general y de que estás metiendo 140.000 personas y que los vallados fracasaron… Te enterás después de que fue un tipo zarpado y que ni siquiera estaba buscando algún interés, no quería robar, sino que estaba lastimando… Te arruina la noche y el esfuerzo, porque esto es una producción independiente, que puede sonar muy rimbombante, pero somos tres personas. Y sabés que, luego de que nos dijeron que la seguridad nuestra era improvisada, habíamos contratado a los que tenían experiencia. Uno no podrá nunca dejar de hacer música, pero en todo caso grabará y no tocará más. Se te cruza todo eso por la cabeza. En ese momento, sinceramente, no tenía más ganas de tocar, pero era más peligroso suspender el recital que seguir.
-Entonces, ¿van a tocar en vivo?
-Los planes son siempre similares, más allá de la magnitud que tengan. Uno tiene que saber que las cosas no duran para siempre, lo hemos dicho ya: cuando te subís a un escenario es siempre la primera y la última noche. Pero ahora la idea es hacer un show en marzo, pero no sabemos dónde ni cómo. Necesitamos tiempo para ensayar, porque la banda no conoce los temas. Va a ser un año de tocar más, porque éste, fuera de la magnitud de River, estuvimos mucho en el estudio.