La imagen redonda.
Autor y fecha desconocida

Ricardo Mono Cohen, Rocambole, es el artista plástico cuyas obras están reproducidas con más frecuencia en las remeras de la monada. Claro, es que él es quien se encarga de ilustrar las tapas de los discos de los Redondos desde sus inicios. Pero detrás de los dibujos, hay mucho más: un tipo sencillo, un docente, un laburante de las imágenes que vale la pena conocer.
Hablar de Rocambole implica, hablar de Los Redondos. Y en la historia de Los Redondos hay sólo un disco que es considerado un «oficial pirata». Si bien En Directo fue editado por ellos, le falta algo. A ver, ¿canta El Indio? Sí, claro. ¿Skay toca la viola? Por supuesto. ¿Están Semilla, Walter y Sergio? Desde ya. Bueno, entonces es un disco oficial, en vivo y punto, porque en la tapa hay dibujos de Rocambole… ¿No? ¡No! ¡Ahí está! Esto confirma nuestra teoría, casi una certeza, de que para que un disco de Los Redondos sea de Los Redondos, tiene que estar ilustrado por Rocambole.
Pero es el mismo Rocambole, un personaje casi mítico en el Mondo Ricotero, quien mejor define esta situación: «De esta manera los arqueólogos del futuro podrán identificar los discos. Yo con la gente de Los Redondos soy amigo desde hace muchísimos años. Y dentro de ese grupo de amigos, el que estaba más vinculado a la plástica era yo. Era una cosa lógica, entonces, pedirle al Mono que haga el diseño para un afiche o unas entradas. Y bueno, cuando apareció el tema de grabar discos, era obvio que se dijera ‘Mono, vení a hacer la tapa’. Muchos se preguntan ‘Cómo te vinieron a buscar para hacer las tapas? ¿Cómo se enteraron de vos?… Y no, yo era un amigo, uno más de la barra.
Rocambole cuenta que ha hecho de todo: desde cartelones para circos, colectivos, ilustraciones de todo tipo, historietas hasta… ¡la decoración de una calesita! «Es por eso que cuando me piden una suerte de biografía, me defino como dibujante. Siempre me he ganado la vida con un lápiz, o un pincel, en la mano. Ya sea enseñando o pintando carteles».
O sea, puede haber un Rocambole en algún lugar anónimo de la ciudad…
Debe haber por todas partes.
¿Está tu calesita todavía?
Sí, pero no voy a decir dónde queda… .
Rocambole elige definirse como un artista entre comillas: «Prefiero definirme como dibujante de la misma manera que un zapatero se define como zapatero: como un trabajador de las imágenes. O sea, yo me gano la vida con eso y trato de hacerlo lo mejor posible y, en muchos casos, de expresar sueños y mundos interiores. Pero es muy fuerte mi vinculación a esto por motivos de supervivencia. Por eso tomo cierta distancia del arte rimbombante, con mayúsculas, porque no me gusta que el arte se transforme en un objeto valioso que forme parte del mecanismo capitalista».
Y en su visión del arte, las remeras ocupan un lugar preferencial: «Yo prefiero una remera bien hecha a un cuadro colgado en una galería que el día de la inauguración van los amigos del pintor y después no va nadie más. Volviendo a Los Redondos, para mí el fenómeno se produce cuando está el público y están ellos tocando. Ahí está el fenómeno. La misa. Yo no vendo mis cuadros. No me gustaría pensar que uno de mis cuadros va a estar colgado en la casa de alguien y que lo vea ese tipo y sus amigos. Prefiero tener mis obras yo, y llevarlas cuando me invitan a exponer. Igual, he regalado bastantes».
Decíamos que Rocambole es el artista cuya obra figura en más remeras. «He buscado una forma alternativa de exponer mis obras. No estoy dentro del circuito de las galerías de arte, así que utilizo otro canal. Nunca imaginé que iba a pasar esto con mi obra. Nadie se imaginaba el fenómeno de la magnitud como ha sido dado. Todo empezó como propuesta de hacer un poco de arte, nomás. Nomás, digo, nada menos. Todo eso, de repente, se transformó en un fenómeno que es inabarcable, para mí, para Skay, para el Indio, para la Negra Poly, y para todos los participantes del fenómeno. Es como que nosotros somos un epifenómeno del fenómeno».
De la reproducción de remeras no ves un mango, ¿o sí?
No, pero no me importa. Yo en mis tiempos de estampador de remeras, esto fue hace bastante, me copiaba todo lo que funcionaba. Hacía, por ejemplo, remeras de Yes y otras bandas. Entonces ahora me toca a mí pagar mi parte…
Es el único caso de un artista que haya hecho todas las tapas de la carrera de una banda. En término de diseño, sos el responsable de la imagen corporativa de Los Redondos…
Puede decirse eso. Pero lo que pasa es que esto es parte de otras cuestiones.
Pero eso te abrió la posibilidad de llegar a un montón de gente a la que de otra manera no hubieras llegado…
Muchas veces se ha planteado qué pasaría si no hubiera hecho las tapas de Los Redondos: y, pasaría que, obviamente, seguiría trabajando en lo mismo. Pero no estaría difundido ni me conocería toda esta gente. Eso ha permitido la difusión de mi obra.
A lo largo de la charla, Rocambole nos contó varias anécdotas de su profesión docente. Y siente que su vinculación con Los Redondos le ha permitido un mejor acercamiento con sus alumnos del secundario.»De alguna manera, que los pibes reconozcan mi obra me reconforta, porque sigo haciendo docencia. De alguna manera, hacer entrar en la plástica a un grupo que, por ahí, ha sido descuidado. Muchos amigos míos que son pintores de galería me dicen: ‘Vos lo que hiciste fue aprovechar un público que nosotros desaprovechamos’. O sea, dentro de algunos años. Muchos de esos pibes, a lo mejor, estarán establecidos y hasta alguno tendrá dinero. Y te van a comprar las obras.(risas).
De todos modos, cree que, sin saberlo, todos consumimos artes plásticas. «Los chicos consumen artes plásticas en calcomanías, remeras, historietas y todo eso. Pasa que nunca le pusieron el pomposo nombre de artes plásticas a eso. Pero en realidad así debería ser el arte. La manifestación humana de uso común. Por ahí, en la división del trabajo que ha producido el capitalismo es que, de repente, el arte sea una cosa para las elites, o que cueste tanto una reproducción o un original de un artista en particular. Pero el arte tendría que ser como los almanaques de Molina Campos, que era una forma de plástica totalmente popular».
¿El hecho de que vos no entres al circuito de las galerías de arte es deliberado?
No sé si es absolutamente una opción. Yo nunca me preocupé mucho por exponer en galerías, pero tampoco ninguna galería se preocupó mucho porque yo exponga. Sí hago muchas exposiciones en el interior del país, porque me vinculo con las direcciones de cultura municipales o provinciales. Hay funcionarios que no son tan viejos u son afectos a la cultura rock. Piensan, entonces, que es bueno hacer una muestra de mis originales. So empezó en General Roca hace como nueve años. Había un Museo Municipal de Arte, y a una funcionaria que era amiga se le ocurrió llamarme para exponer. Fue una forma de hacer un entre para que los pibes más jóvenes reparen en que había un museo. S hizo una muestra y se llenó de pibes. Desde entonces, muchos jóvenes van al museo, se armó una especie de movimiento que está muy bueno. Expuse en Santa Fe, en Rosario, en Mendoza, en San Pedro… Me encanta eso de ir a exponer, porque hacés nuevos amigos, comés asados bien regados y pasás un muy buen rato».
«Como antiguamente, las cosas son de proceso colectivo», afirma Rocambole. Y ese proceso implica tanto las canciones como las letras y las músicas. «Al principio, en la época de Oktubre yo por ahí estaba en un asado, en una guitarreada donde estaban todos. Y por ahí Skay tenía un riff y lo mostraba con la guitarra criolla, el Indio tenía una letra y me lo mostraba, todos charlaban, todos opinaban. ¿Qué te parece esto? Con esto vamos a hacer un disco y hay que ir pensando qué se puede hacer. Cuando el disco estaba más definido, llegaba el momento de hacer una reunión seria: basta de asado, basta de empanadas, basta de todo».
Entonces comenzaban las reuniones en las que reinaba el brainstorming. O sea, mandar cualquiera y anotar todo. «Después del brainstorming, viene la tachadura de las cosas con menos consistencia y junto las cuatro o cinco cosas que definen lo que llamamos el concepto. Otras veces, el Indio, que es el que generalmente habla más que todos, porque Skay es un poco más tímido, por ahí viene con un concepto. Una vez que está definido el concepto, yo me pongo a estudiar sobre ese contexto».
«El tipito de Oktubre» se ha transformado en un ícono ricotero. Rocambole cuenta que «era uno de los dibujos que quería que desapareciera, porque no me gustaba. Y se hizo solo, también. Es el menos elaborado de los trabajos que hice, porque surgió de un día para el otro. Yo llegué a la casa de Skay y me dijeron ‘Vamos, rápido, que tenemos que llevar un aviso al diario ya…’. Y les digo ‘No, te lo traigo mañana’. Y me dicen que había que llevarlo ya. Entonces fui a comprar un marcador y lo hice así como salió. Rellené todo y se lo llevaron. Y si me lo dejaban arreglar, quizás no hubiera sido tan popular. Es más imagen de Oktubre que la mismísima tapa».
Oktubre es la tapa que más conformó al maestro ¿Por qué? Simple: «Me parece que un buen diseño es aquel que con un mínimo de elementos produce lo máximo. Tenía que ser a pocos colores (tiene gris, rojo, negro y el fondo del papel, que es blanco) tenía que ser una cosa fácil de imprimir en serigrafía. El concepto es el homenaje a todas las revoluciones, banderas. Me fijé en todas las estéticas que puedan tener eso, y la que más me convenía tenía que ver con las vanguardias rusas. Por lo menos, tenía que tener ese aspecto como de estampado filográfico. Me pareció que en el logotipo tenía que haber algo soviético. Le di vuelta una letra y quedó con el alfabeto parecido al cirílico».
Para Rocambole, quedaba claro que con su último disco Los Redondos estaban cruzando una barrera entre el pasado y el futuro. Y de alguna manera había que evidenciarlo: «Me pareció que las perspectivas futuras del diseño gráfico van a estar dentro de las imágenes que hoy aparecen en el videogame. El desarrollo que ha tenido toda esa gráfica es impresionante. Hace muy pocos años, los objetos que se movían en los videogames eran absolutamente planos y cuadraditos. El Pacman, cuando incorporó una formita redonda, fue un triunfo. Hoy en día, las perspectivas y las cosas que hay son extraordinarias».
Todo esto, cree Rocambole, tiene una vinculación directa con el desarrollo gráfico de la humanidad: «Al principio, los egipcios hacían todo plano; después apareció una perspectiva tipo medieval; y en el Renacimiento se descubre la perspectiva cónica y aparece el espacio, que es lo que está pasando ahora con los videos. Entonces, bueno, me parecía que como concepto estético para hacer un salto al futuro, tenía que hacer ese tipo de estética».
Por otra parte, tener una tapa tan rara hizo que la mayoría de los compradores prefirieran el disco original. «Con lo cual este es el disco menos pirateado de Los Redondos», se jacta.
Hiciste, también, los videos de presentación de los shows de Racing ¿Se te ocurrió hacer un videogame?
Es que la idea fue esa. Cuando me reuní con mis socios (los chicos que trabajan conmigo: Juan Manuel Moreno y Silvio Reyes), les dije: ‘Vamos a idear primero un videogame, y con lo que salga de eso hacemos la tapa’. El videogame está, por eso las imágenes se hicieron en estudio, con un programa realista. Después capturamos las imágenes de esa especie de videogame que hicimos, pero quedó mucho material, incluso material de animación. Y con eso fue que se hizo el video.
¿El videogame tiene una lógica de juego?
«Sí. Es un disco que tiene muchos acertijos, y hay que buscarlos. Encontrarlos forma parte del juego. Hay algunos que los han encontrado, me han dicho.
La propuesta histórica, a lo largo de las tapas de Los Redondos, fue utilizar una estética diferente. «Ahora habría que hacer algo minimalista, con tierra y con un poco de arpillera. O una cosa con pasta: una tapa hecha con una empanada… Ya saldrá», dice el maestro.
¿Quién fue el verdadero Rocambole?
Rocambole es un apodo que surgió por un folletín del siglo pasado, Las hazañas de Rocambole, que relataba las aventuras de un ladrón, un tipo muy malo que después se vuelve bueno. En El Juguete Rabioso, la novela de Roberto Arlt, hay un personaje, Astier, que leía los cuarenta tomos de Rocamboles.
«Mi viejo tenía esos cuarenta tomos- relata el Rocambole actual, el dibujante- , y yo los leía cuando era chico. Una vuelta que puse un taller de estampado, donde hacía las remeras con estampados que les copiaba a los grandes diseñadores, usé Rocambole como marca. Y me dio suerte, así que después la usé para hacer ilustraciones. Yo quería separar el arte serio del arte popular. Dije: ‘Cuando hago historietas o ilustraciones, firmo Rocambole’. Y resulta que Rocambole se hizo más famoso que yo. Y lo dejé ahí. No puedo luchar contra Rocambole.