Último bondi a Racing

Ultimo bondi a Finisterre, repitió la historia y desató la consagración. Asi, el 18 y 19 de diciembre Los Redondos retornaron a los escenarios porteños y en dos noches consecutivas en Racing dejaron en claro que aún siguen siendo uno de los acontecimientos mas esperados de cada ciclo que les toque vivir.

Revista Pelo nro 494. Enero de 1999

«A mi la estética de estadio no es que la cosa que más me agrada. Me parece conmovedor subir y ver 30 mil personas, pero el teatro es una dimensión que me interesa más, de un mayor contenido dramático. Ojo, no estoy deseando dejar de ser popular, está claro que ésta es una circunstancia feliz» (declaraciones del Indio Slari aparecidas en la edición del 4 de diciembre del suplemento «Si» del diario Clarín).

Y el lobo quería seguir comiendo de la misma carne a pesar de haber estado por tanto tiempo recluído en su guarida preparando el ataque al rebaño. Y al final, hasta desechó aquel
cordero oscuro del cual desconocía su gusto y decidió no probar.

La metáfora sirve para introducir a la lectura de un nuevo capítulo en la historia de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota; al final de cuentas (y que nadie se engañe) sólo un grupo, una banda de rockanroll, fabricantes y obreros de canciones, que convive a la sombra de una leyenda (un mito) que la supera y sobrepasa y que desata hechos que van más allá de los que suena después de apretar el play.

Arañando 1999, y contra todos los pronósticos, Los Redondos regresaron al mundillo discográfico a bordo de un Ultimo Bondi a Finisterre que sorprende por partida doble. El ingenioso trabajo gráfico coloca al álbum entre los mejores del rock argentino en materia de diseño. Y por otro lado, el contenido musical del mismo marca un quiebre en el estilo conocido y patentado por la banda. Curiosamente, cuando el firmamento rockero local brilla con algunos grupos que comulgan en cierto punto con la estética ricotera, Los Redondos pegan un volantazo y se desayunan con un conjunto de canciones de corte pop, donde las melodías reemplazan a los riffs y las guitarras ceden terreno ante el avance de las máquinas y los teclados. Sin convertirse en una banda tecno- esa no fue la intención- la agrupación platense logra ponerse al día en materia de sonido, y por encima de todo ese arsenal vuelca, eso sí que no muta, la particular poesía que fluye de la pluma del Indio Solari.

El interrogante era entonces, cómo se las arreglarán Los Redondos para trasladar este trabajo tan de estudio a un show en vivo?. Muy sencillo: subiendo a escena con esos mismos elementos y demostrando que, a pesar de los cambios y de los sonidos digitales disparados por Hernán Aramberri, el afecto y el amor de su inmenso público no ha variado para nada.

Éxitos redondos

La ansiedad y la impaciencia de los miles y miles de seguidores que se acercaron al estadio de Racing desde distintos puntos de Buenos Aires e incluso del país ya eran evidentes en horas del mediodía, con caravanas de autos, camiones y colectivos cuyos pasajeros se unían en un único grito de Oh, vamo´los Redó…! a lo largo de todo el Puente Pueyrredón. Y ese estado de ánimo era perfectamente entendible, ya que hacía cuatro años que Patricio Rey no hacía escala en la Capital, o tan cerca de ella, tras su recordado paso por el Estadio de Huracán.

Ya dentro del campo de juego académico se palpaba el clima de fiesta que estaba por venir; las banderas, las bengalas y los petardos explotando en el cielo oficiaron de adecuado aperitivo hasta que a las 22.30, la calva figura del Indio asomó en el escenario dando rienda suelta a la emoción y regalando quizás uno de los mejores y más profesionales conciertos en la dilatada historia de la banda.

Con el correr de los minutos algo quedó muy en claro: que la banda se había tomado al pie de la letra el hecho de presentar su nuevo material en vivo, y así fueron sonando uno tras otro sus flamantes temas. Drogocop, Alien Duce, Pogo, Las increíbles andanzas del Capitán Buscapina en Cybersiberia y Estás frito angelito, llevaron el acompañamiento de 40000 voces, confirmando que la mecánica de aprenderse de memoria todas las letras se mantiene vigente. De todos modos, la belleza musical de La pequeña novia del carioca y ese nuevo himno llamado Gualicho se llevaron los mayores aplausos, pasando directamente a la galería de clásicos.

El hecho de que interpretaran la mayor parte de Ultimo bondi… casi sin intercalar temas viejos permitió descubrir no sólo sus enormes deseos de llevar sus estrenos al vivo sino también el excelente ensamble entre todos sus componentes, comenzando por Sidotti en la batería y Semilla en bajo (quienes marcaron bases ajustadas y potentes sobre las cuales Dawi apoyaba sus teclados y el saxo mientras Skay apuntalado por el Conejo Jolivet introducía sus punzantes y filosos estiletazos de guitarra) y cerrando el círculo con el magnetismo y la atracción que ejerce el Indio Solari.

Ni siquiera la media hora de interrupción, provocada por un desperfecto en uno de los generadores de energía que por suerte pudo solucionarse, logró enfríar una velada que en su obligado segundo tramo dejó ver el lado más rockero y tradicional del quinteto, cabalgando sobre gran parte de sus hits. Así sonaron Vamos las bandas, La bestia pop, Nueva Roma y Mi perro dinamita para alcanzar el éxtasis y generar un mar de remeras agitándose en el viento con los acordes de las explosivas Jijiji y Ñam fri frufi fali fru. Acompañados por un cuidado diseño lumínico, dos pantallas de video y un óptimo sonido que permitía apreciar todos y cada uno de los instrumentos con claridad, Los Redondos se dieron el gusto de volver a montar su celebración ricotera (que supera ampliamente los límites y las características que encierra todo concierto de rock, dada la terrible carga pasional de las bandas) muy cerquita de Capital, dejando abierta la posibilidad de un futuro y no tan lejano encuentro. Quizás, el de Avellaneda, no haya sido aún el último bondi en la vida de Patricio Rey, un auténtico e incólume fenómeno de masas.

Cyberredondos

Ultimo bondi a Finisterre, el nuevo álbum de Los Redondos, de movida nomás sorprende. En primer lugar, por el diseño gráfico de primer nivel que sitúa a la banda en un mundo virtual. Y en segundo término porque ese concepto futurista se completa con un renovado e impensado golpe de timón en su música. Mientras el presente del rock local se ve liderado por bandas que parecen haber mamado de la manera de trabajar y del rockanroll de Los Redondos; ellos, liderados por El Indio Solari y Skay Beilinson, le dan un puntapié a su pasado y cierran el siglo con un trabajo que, excepto en Alien Duce, Pogo y Scaramanzia, tiene muy poco de rock. Ultimo bondi… presenta a un Patricio Rey sumamente interesado en las nuevas tecnologías, las máquinas y los samplers al servicio de canciones de muy buena factura, con melodías redondas y más cercanas al pop. Gualicho y La pequeña novia del carioca son claros ejemplos del rumbo adoptado por la banda, una agrupación con deseos de evolucionar y de transitar nuevos caminos musicales. Y eso, en el caso de Los Redondos- que ya llevan varios años a cuestas- resulta muy saludable.

Los temas:

El pibe de los astilleros
Un ángel para tu soledad
Cruz Diablo
Scaramanzia
Drogocop
Pogo
La pequeña novia del carioca
Las increíbles andanzas del Capitán Buscapina en Cybersiberia
Vamos las bandas
Nueva Roma
Todo un palo
Gualicho
Alien Duce
El árbol del gran bonete
Estás frito angelito
Shopping Disco Zen
Juguetes perdidos
Esto es to-to-todo amigos
Mi perro dinamita
Ñam fri frufi fali fru
La bestia pop
Queso ruso
Jijiji
Un tal brigitte Bardot


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