El rock más colectivo

En diálogo exclusivo con La Nación , el Indio Solari, Skay y la Negra Poly anticipan los recitales del 18 y 19 para presentar su nuevo disco, «Ultimo bondi a Finisterre», y niegan los insistentes rumores sobre el final del grupo que representa un fenómeno.

Diario La Nación, 6 de diciembre de 1998. Entrevista por Adriana Franco y Daniel Amiano

Con 22 años de vida y un bagaje de canciones, historias, aventuras y un fenómeno que ha desbordado las medidas a las que estaba acostumbrado el rock argentino, Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota vuelve a Buenos Aires, después de cuatro años de extender su fenómeno por el interior del país.

Vienen con un nuevo disco, «Ultimo bondi a Finisterre», que marca un nuevo hito, por su atrevimiento y por salir (otra vez) de lo que se espera de una banda de rock establecida.

El 18 y 19 del actual, en la cancha de Racing, se repetirá este rito que convoca a miles en una comunión que excede lo musical. Desde los primeros shows en pubs, en los años setenta, hasta llegar a Obras y Huracán, para luego partir por las rutas argentinas, llevando tras de sí caravanas de pibes que llegan varios días antes para disfrutar de una fiesta que tiene al concierto como corolario de una experiencia más amplia.

«Uno es el pivote, una especie de excusa para la fiesta. No está mal que la gente te elija, no estoy renegando del rol que tienen los Redondos, pero en última instancia, lo único que está pasando es que han encontrado en el grupo un lugar, una estética, una cosmovisión, un concepto artístico, una expresión. Unos dementes que han generado una elucubración para que la fiesta sea posible, más allá de que los esfuerzos artísticos de quienes lo hacen lo merezcan».

La aventura del diálogo

La charla con el Indio Solari, Skay y la Negra Poli, es un viaje, una aventura, como surfear por temas y especulaciones que, al igual que en los conciertos, excede el simple hecho de la música.

Si algo ha ayudado a construir este fenómeno, es su actitud independiente con respecto al negocio. Desde siempre han generado sus propias movidas, sus discos, sus presentaciones. Desde siempre, también, la libertad ha sido un punto que no están dispuestos a negociar. y que parece ser el quiste que los enfrenta con otras estructuras.

Y no está mal entonces que también haya intermezzos musicales donde viejos cassettes descubren las aventuras estéticas de Diplodocum Red and Brown, la primera banda de Skay cuando volvió de su iniciático viaje a Londres -donde hasta escuchó en vivo a Jimi Hendrix- y otras de principios de los setenta con la voz de Poli cantando.

«Hay muchos preocupados por saber si estos nuevos elementos que presentamos en «Ultimo bondi…. » llegaron para quedarse. Qué sé yo, por ahí el próximo disco es Skay en guitarra, yo con un kazzoo (y hace un sonido como de extraña corneta) y la Negra Poly cantando. Y esto no es jo….,». Había dicho el Indio un buen rato antes. «Cuando seamos grandes», contestó la Negra Poly.

Se habla de la memoria y del futuro. De teorías que corroboran ensueños de las simbiosis de los unicelulares y de audiogames. «Me cuesta manejar el pasado, mucho más que el futuro, porque el futuro te da un permiso, el de la imaginación, el de hacer posible las cosas no sucedidas donde lo que cuesta cuesta en otro lugar.

«Pero el pasado es sobre lo que menos tengo dominio. Ni siquiera sobre los afectos, los afectos presentes están claros. Es más, muchas veces ni siquiera se trata de afecto, se trata de contratos vitales que tenés para que tu vida siga siendo importante o significativa. El lugar más rico en este surfear son esas relaciones que a pesar de que uno puede vestir todo el tiempo con trajes agradables, en última instancia son las que te mantienen interesado en la vida, las relaciones que te ayudan a vivir, y no las que te detienen en el pasado.

Espíritus inquietos

Son, se ve, espíritus inquietos, que eligen mirar férreamente hacia adelante y renunciar a la tentación de subirse al caballo de ser la banda más importante del rock de aquí, la más convocante y los más y menos de turno que sean.

«Es que no me atrapa la nostalgia, y no creo que sea como una especie de defensa o algo así, simplemente es un negocio que a mi espíritu no le gusta, no le conviene. Y fijate que, casualmente, en el pasado están las defensas más grandes cuando te pasa algo como la popularidad. Ahí están aquellos que se siguen acordando de vos más allá de la necesidad que tienen miles de personas de transformarte en un pivote. Pero para eso bastan algunos testigos fieles (y el gesto abarca a Poly y Skay) que te digan «Carlitos, dejá de jo…, dejá hablar a los demás»». (risas) «Aunque tiene cierto confort el pasado, sobre todo cuando te ha cargado de situaciones fastas. Lo que pasa es que, insisto, hay espíritus medio insatisfechos e impacientes a los que les da miedo el confort de la experiencia. Hay experiencias que son apasionantes, pero todo espíritu judeo-cristiano debe saber que en esta vida uno se está perdiendo otra cosa. Es un eterno desear que te lleva a hacer cosas. Es «Ultimo bondi a Finisterre», cosas que uno hace para ampliar el campo posible de la vida».

Declaración de principios

La historia que, se quiera o no, está ahí, también le permite a esta banda que ya no deba explicar cada uno de sus pasos y tener un conocimiento de cuáles son los niveles por los que su trabajo, ahora expuesto luego del proceso íntimo de creación, tendrá que circular.

«Sabemos hace rato que para una banda que ya presentó sus cartas de presentación, su declaración de principios hace veinte años, el negocio fundamental es soportar la presión -qué estás haciendo, qué no estás haciendo, si pusiste un huevo, si pusiste medio, si está mal, si está bien- ésa es una.

«Otra es saber que uno no sólo va a estar sujeto a la gente que te consume por distintos motivos -por cariño, por estar involucrado en el viaje, o por lo que ca… fuera-, sino por otros, que es el asunto de la crítica. En un lugar tan chico como la Argentina, dentro de la crítica hay una cierta militancia, y en el caso de los Redondos aún más, por nuestros rollos con la exposición pública, uno está sujeto aun más a las opiniones sobre lo que hace».

Poco afectos a coquetear con los medios de comunicación (en realidad su única aparición en TV fue la conferencia de prensa que dio la banda cuando el intendente de Olavarría decidió prohibir el concierto que iba a realizarse en dicha ciudad, en 1997). Sin embargo, esta vez, en la tapa y el arte interno del último disco, el Indio, Skay, Semilla, Walter y Sergio aparecen retratados por Rocambole y su equipo.

«Es verdad; por primera vez nos estamos involucrando autorreferencialmente, desde esa imagen que nos pone mirando desde el bondi para afuera. En general es un álbum bastante autorreferencial, las anécdotas nos pintan un poco a nosotros. La idea es la de este bondi en el que vienen estos vejetes, que han curtido toda la cultura rock, y ahora están en la frontera del paso a un nuevo milenio. Por un lado, vienen cargados de sus objetos, de sus vicios, de sus manías, su almohadita, su guitarrita, sus cositas, mirando por la ventana, por la que no sólo ves la urbe del futuro sino también y sobre todo, los que están en la periferia».

El nuevo disco de los Redondos levantó polvareda. Se habló de futurología, de cambio de estilo, de jugar con nuevos elementos. Sin embargo, varias veces a lo largo de la noche la palabra que más usarán para hablar de estas canciones es «audiogames», algo así como disparadores sonoros para el trip de cada cual.

«Es que desde el punto de vista estético y musical, los atrevimientos que hemos tenido no tenían ninguna ambición que no fuera simplemente representar estos audiogames, estos juegos. Cuando ves que la mirada de la crítica reacciona hablando de una mirada futurista que supuestamente tenemos, si es certera o no, si estos elementos que hemos ingresado a la paleta se van a quedar para siempre o no, o si ahora nos transformamos en sónicos. ¿Qué mi… es eso? Es grato igual, porque el objetivo básico es conmover, no bajarle línea a la gente. Lo bueno es que uno genere que los demás remeloneen esto, que si no es el meloneo de uno. Pero cuando un tipo desde un medio importante está diciendo que el bondi ya pasó y los tipos se están acordando de las canciones…. está jugando y aceptemos que el juego de él es tan válido como el de cualquiera que lo escucha en una esquina. El asunto es que ninguna crítica condicione de tal manera como para reducir el campo de juego».

¿Rock chabón?

El rock argentino hoy se ha llenado de actitudes futboleras que, por una parte, toman su costado de fiesta tribal, su alegría, sus cantos y banderas, pero que a la vez generan unas rivalidades entre bandas que copia la peor parte de ese deporte. Se mencionan entonces especies de clásicos como Redondos v. Piojos, Redondos v. Renga, Renga v. Piojos.

«Yo me imagino siendo un grupo joven y que otro me quiera endilgar que estoy copiando el plan de otro, y me rompería el forro de las p… Yo sé lo que cuesta asomar la cabeza, y más allá de la elección que la gente hace, en las entrevistas a La Renga, a Los Piojos, siempre aparecemos nosotros. Uno no puede aventurarse a todas las estéticas, por eso me enriquece todo aquel que se aventure a algo. Y lo que no me gusta es que, de acuerdo a la magnitud que uno maneja se armen esas tramas. Ya nos pasó con Divididos, que cuando empezó a funcionar, vinieron a hacernos una nota y nos preguntaron si el auge de ellos era porque nosotros no tocábamos. Divididos se lo ganaron porque Mollo es un guitarrista de p… madre y porque es una banda de p… madre. El cariño de la gente se lo gana uno mismo».

Aparece entonces una de esas palabritas o etiquetas que se echan a rodar, se repiten aquí y allá y nadie sabe muy bien de qué está hablando: el rock chabón.

«Hay una especie de segregación, en eso, una lectura general de lo que pasa, que se maneja con oposiciones, de uno contra otro. La ventaja del artista es que cuando te van a ver, es porque te quieren, porque les gusta. Acá hay una cosa que no se termina de entender: la cultura de rock se vive en serio. Sé que el éxito de los Redondos se pagó con muchas tripas. Cualquiera que tenga cincuenta personas que lo vayan a ver, se lo ganó. El cariño de la gente no se puede transferir. Floreal Ruiz no sabía por qué se había ganado el cariño de la gente. En la música popular no te quieren porque sos el mejor cantante o el mejor violero, sino porque le das un estímulo a través del cual puedan jugar».

El Indio habla de jugar, no de bajar certezas o discursos por medio de su poética, una poética definida como críptica, pero cuando se refleja ante miles de pibes pierde sustento.

«Cuando hay tantos chicos que con tanta pasión cantan a voz en cuello esas cosas, seguramente, para ellos, no son tran crípticas. Hay una razón poética. La razón de la poesía no es ser explicada. O te conmueve y lo cantás, o no te pasa nada. No quiero estar explicando permanentemente qué quiero decir, ¿dónde está el juego si yo les digo cuál es el panfleto? Yo no estoy dando panfletos, no me interesa que los chicos piensen como yo, me parecería suicida. Soy un tipo que tengo casi 50 pirulos, digo, estoy generando juegos, detonantes y estamos sujetos a la tribulación de que les interesen o no, eso es lo que hacemos, punto. Manejamos ficciones, el rol del artista es ampliar el campo de lo posible en materia de imaginación. Yo estoy prometiendo ilusiones, no realidades».

El ojo de la libertad

«Siempre es la primera y la última noche. Eso es lo que nos da el ojo de libertad. Con Skay y con la Negra, es con los únicos con los que tengo un compromiso que es estético, anímico, de cariño. No tenemos ningún otro contrato, ningún otro vínculo que no sea el de la afinidad con respecto a algo. No hay ninguna corporación que nos diga que tenemos que hacernos cargo de lo que fuera».

La respuesta viene a cuento de las especulaciones que circulan sobre el final de la banda. Las palabras del Indio en el último recital en Villa María -«esto no hace más que acelerar el final de un viaje»-, el nombre del último disco, y ciertas partes de las letras son leídas por las bandas ricoteras como anuncios de final de fiesta.

«Todavía nos interesa la experiencia mutua, pero aún hay una libertad de elección. Estamos en los Redondos pura y exclusivamente porque sigue siendo la ficha más importante que tenemos para tirar en la mesa. Pero eso no promete nada más que el enamoramiento mutuo que tenemos en este momento, pero que también puede dejar de existir. Ese es el contrato que tenemos y siempre fue así.

Poli: -Lo de Córdoba no habló del final sino de que puede ser que tengamos que crear alguna otra estrategia, otra manera de mostrar la música de los Redondos.

Indio : -Esta es la primera y última noche, nada garantiza que funcionen los Redondos eternamente, nuestro ojo de libertad no se debe hasta ahí, yo agradezco todo el cariño y todo lo que pasa, pero el día que no respete la guitarra de Skay, o el viaje de la Negra no voy a seguir vinculado con eso. Porque no tenemos otro premio que satisfacer esta cosa que es imperiosa, que ni siquiera es una decisión que uno hace de consenso con uno mismo, es simplemente la justificación de la pu… vida de uno, que no puede estar sujeta a planes, o a tramas previas que nos obliguen a soportarnos.

Skay: -Lo que por ahí sucede es que se hace difícil encontrar lugares para tocar, se nos achican las posibilidades.

Poli: -Pero eso no quiere decir que nosotros nos separemos.

Indio: -Uno no puede dar garantías de futuro porque estamos hablando de tipos acostumbrados a obrar en libertad. El día que Skay vea que lo que aportó en su viaje no le interesa o al revés, ése será un día irrevocable, porque somos tipos que estamos acostumbrados a fichar su propio interés. Momentáneamente no pasa, porque en este momento el plan es aceptar la tribulación de la exposición como siempre hemos hecho y aceptar que en cuanto a ellos dos les guste lo que yo hago y viceversa esta sociedad va a seguir vigente, más allá de que nos vayan a ver cuarenta mil personas o tres mil. Para hacer música con él o generar planes ejecutivos con Poli, lo que me importa es si nosotros nos reconocemos con esto, lo que me importa es si todavía ellos son los testigos de mi vida. Ni siquiera estoy hablando de la música de los Redondos. Ellos son mis amigos.


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