Olavarría, territorio prohibido

Los días 16 y 17 de agosto de 1997 Los Redondos tenían que tocar en Olavarría, pero el intendente, a último momento, decidió suspender el show. En estos artículos trataremos de incluir todos los puntos de vista de uno de los momentos más polémicos de la carrera de Patricio Rey.

Extraídos de la web Mundo Redondo

UN ESPEJO PARA NUESTRA VERGÜENZA
Extracto y adaptación de la editorial de Revista La Contumancia nro 19

Pensar que un recital de rock prohibido en una ciudad lejana a la Capital federal es sólo producto de una interna entre caudillos del mismo pueblo, es ingenuo. En el país donde asesinaron a José Luis cabezas y a María Soledad Morales, donde desaparecieron en plena democracia al estudiante de periodismo Miguel Bru, entre otros innumerables crímenes irresueltos, ningún gesto de censura puede ser analizado tan livianamente.

La realidad nos avisa día a día lo poco que vale nuestro aliento. Y esto no es una visión pesimista de la actualidad, sino la cruda verdad emergente en una sociedad donde la clase política ha demostrado holgadamente la mínima importancia que le da a las vidas humanas. Estamos en tiempos jodidos. No se trata de no poder bailar hasta pasada cierta hora o de haber renunciado a la fuerza a la escuela pública, a la salud gratuita, a los salarios dignos, etc. También se meten con nuestros hábitos esenciales: la música. Estamos solos. Apenas valemos lo que nosotros mismos podemos determinar en ese estrecho pero sólido horizonte, representado por nuestros afectos más queridos, nuestros sentimientos.

Deberíamos reaccionar ante semejante lavado de manos. Tal vez no tengamos mejor oportunidad que  esta para fundar un sistema anarquista, donde nada de lo que el poder predica, para bien o mal, pueda ser tomado en serio. A decir verdad: si los asistentes a un recital debemos garantizar la seguridad antes de que el show se realice ¿para qué sirve la policía?. ¿Para qué uno elige un intendente si ante la mínima presión no duda en dejar sin fiesta a 12.000 jóvenes argentinos?.

Hoy más que nunca, cualquier quilombo, cualquier vidriera rota en una manifestación, cualquier incendio en medio del fervor masivo, no hace más que justificar la inútil presencia de un Estado que está dispuesto a eliminar a aquel que esté en su centro de mira. Por eso, hay que hacer como que no existen. Seguir viviendo nuestras vidas de la manera más intensa que podamos, encontrando nuestras pulsiones más íntimas, más reveladoras. Eso sí, como lo demostramos en Olavarría. Sin bardos, con anarquía eterna, dispuestos a abandonar todos los honores, los éxitos, los rankings, el prestigio social, teniendo siempre a mano la mochila armada con esas  tres o cuatro cosas que son imprescindibles.

Los caminos están ahí. Funcionarios y yutas también. Pero cuando precisen nuestros votos o nuestros huesos para defender la patria de ellos, no dudemos en mandarlos a cagar con nuestra mejor sonrisa. Como decían las abuelas, la simpatía no hay que perderla nunca.


UN SENTIMIENTO REDONDO

Peto y Rulo para la web Mundo Redondo

Si hay algo de lo que podemos sentirnos orgullosos es de nuestro sentimiento redondo. De ese torrente de sensaciones que nos invaden cuando nos enteramos de un nuevo recital de Los Redondos.
De como se nos estremece todo cuando la banda aparece en escena, de como nuestro corazón enloquecido nos abre el pecho en cada acorde, en cada canción. De como nos inundamos de una felicidad inexplicable cuando cantamos todos con el Indio, de como esa voz nos desgarra. De como el placer de haber vivido los mejores momentos de nuestras vidas perdura aún habiendo pasado días del recital.

Por este amor incondicional es que se nos odia, se nos reprime, se nos prohíbe, porque no comprenden la magnitud de nuestro sentimiento redondo, que no se puede explicar. Se vive, se experimenta, se sufre, se comparte, pero no se explica. Y así las cosas, la sociedad ha caído en la ignorancia y lo peor es que, acepta ser ignorante y sueña con tiempos dorados. Nosotros ya no somos inocentes criaturas que nos resignamos a las imposiciones de un mandarín, no lo hacemos porque sabemos cuál es nuestra ambición en esta vida, sabemos que nadie nos puede robar el derecho de elegir nuestra música, nuestros gustos y mucho menos decirnos qué hacer y qué no. 

Los que estuvimos en Olavarría sabemos que tanto el intendente de la ciudad como el 95% de sus habitantes (el 5% restante somos ricoteros) ignoraban quién era Patricio Rey, y lo poco que conocían era que la banda tenía problemas con la policía y que sus seguidores eran la lacra de la sociedad. A esto cabe sumarle que un par de días antes del recital, un reconocido locutor local abrió su boca imprudentemente y dijo algo más o menos así:

 Ciudadanos, cierren sus puertas y ventanas, guarden los autos, escondan a sus hijos/as porque va a pasar por la ciudad Patricio Rey y sus redonditos de Ricota.-

Nos caben dos comentarios nada más:
El primero: puede ser que esta persona haya asistido a un recital ricotero alguna vez y se haya asustado de lo que vio o sintió, lo cual lo convierte en una pobre alma desprovista de todo tipo de experiencia enriquecedora.
El segundo: nunca fue a un recital y lo que dijo fue porque alguna lengua envenenada volcó en sus oídos necios tal información, lo cual lo convierte en una vecina chusma más, de todas las que existen en Olavarría.

Más allá de este locutor, marioneta mediática aburrida e intrascendente, en Olavarría hubo gente que nos bancó ofreciendo comida y agua a quienes dormían en los bancos de las plazas. A esa gente, GRACIAS en nombre de los RICOTEROS. A los que nos maldijeron y maltrataron… miedo e ignorancia nunca dan buen consejo.

Ahh! y a todos los comerciantes, empresarios, policías e intendentes de la ciudad de OLAVARRÍA:
el doble discurso es la marca que caracteriza a los demagogos, a los autosuficientes, a los incapaces y corruptos.


LAS HUESTES DEL REY

Desde el martes 12 comenzaron a llegar los primeros ricoteros a la ciudad, algunos se ubicaban en los hoteles donde habían hecho sus reservas con anterioridad. Otros venían con la carpa y buscaban un lugar donde levantarla.

El sitio elegido por ellos fue el sector de parrillas del Club Estudiantes, situado enfrente, arroyo Tapalqué de por medio, del maxigimnasio del Club donde iban a tener lugar los recitales. Vino tinto y cerveza acortaban los días que parecían interminables.
Sin embargo, la espera tuvo su recompensa. El jueves a la noche, cerca de las 2 y media de la mañana, Los Redondos cayeron a cenar al restaurant del Club y los que estaban acampando pudieron verlos y se acercaron a ellos. Los saludaron y les sacaron autógrafos y fotos varias.
El Indio pidió poca efusividad porque tenía una costilla fisurada, producto de un partido de fútbol.
Durante los días restantes, la gente continuaba llegando y ya podía vérsela deambulando por la ciudad, pero la masa se esperaba que aparezca para el viernes y sábado.

El día jueves comenzó a correr el rumor de que el intendente quería prohibir los shows ya que no existían las medidas de seguridad necesarias y argumentaba que no se habían cumplido ciertos requisitos de tiempo y forma para la concreción del espectáculo, por parte de los productores. Las huestes comenzaron a inquietarse pero, al igual que nosotros, creían que no había forma ni tiempo para dar marcha atrás a los shows debido a la proximidad de los mismos.

Sobre la tarde del jueves, la decisión de prohibir se había acentuado y el descontento comenzó a generalizarse, hubo debates televisivos (pequeños circos locales) y aparecieron en la ciudad medios reconocidos como Clarín, La Nación, Crónica TV, y otros.  La situación había pasado al juzgado de Azul, ciudad vecina, donde se determinaría si prosperaba el pedido de no innovar de los productores de los redondos, o se daba lugar a la prohibición de los shows, tal como solicitaba el intendente HELIOS superterco vasco cabezadura «no doy el brazo a torcer» ESEVERRI.

Llegó el viernes por la mañana y quienes escriben esto, fueron temprano a continuar el armado del piso sobre el cual iba a saltar la monada esa misma noche. A pesar de los rumores había esperanzas de que todo saliera bien. Cerca del mediodía estaba todo armado y se comenzó a instalar y probar el sonido. Se ubicaron los instrumentos porque la banda iba a hacer la prueba de sonido por la tarde. El maxi gimnasio estaba totalmente armado a las 15 del día viernes. El Soldado y los demás muchachos zaparon sobre el escenario algunos temas de Hendrix a modo de intro para lo que se vendría a la noche.

Cerca de las cuatro y media de la tarde, cuando era inminente la llegada de la banda para probar sonido, se expidió la Cámara de Azul dando lugar a la prohibición de los recitales (De pronto me acuerdo de Poncio Pilatos, no sé por qué).  Cuando la indignación e impotencia eran totales, la imagen de Los Redondos en la pantalla de TV de una oficina interna al maxigimnasio nos congregó a todos los presentes allí dentro.

Y el Indio habló… y todos oímos… y todos vimos.

Cuando terminó la conferencia nos quedó la amargura de haber sido estafados, robados, utilizados. Todo un escenario impresionante, chicos, grandes y nuevos ricoteros venidos de quién sabe dónde, con lo justo o menos en los bolsillos, con la ilusión hecha pedazos. Las cosas no estaban bien. Como presagiando posibles incidentes, la policía frenaba a los micros que continuaban llegando en plena ruta. Pero ya nada había que hacer, Los Redondos habían sido prohibidos en Olavarría, ciudad con alma y costumbres de pueblo, ciudad que no se animó a trascender.


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