Después de casi cuatro meses de inactividad escénica (en los cuales aprovecharon para darle las puntadas finales a su quinto disco (La mosca y la sopa, de inminente aparición) los Redondos volvieron a las tablas para brindar un recital en un teatro marplatense y otro en un club de Balcarce, donde se presentaron por primera vez. Todo esto fue durante el mes de agosto, y entre uno y otro recital aprovecharon para quedarse una semana en Mar del Plata, donde tuvimos la oportunidad de realizarles una entrevista, largamente esperada.
Autor: Revista Rock & Pop, Nº 65, agosto de 1991. Por Marcelo Gobello

Hacía mucho, muchísimo tiempo que no brindaban una, y la ocasión terminó dándose dos días después de su recital en el San Martin de la feliz, que colmó largamente sus instalaciones (y eso que no había butacas) donde se vivió una noche caliente y festiva, más allá de algunos problemas de sonido. Pero la banda estaba al re-mango, con unas ganas bárbaras de tocar, y junto a los Redonditos, de abajo (cerca de dos mil, muchos venidos de ciudades vecinas y también de capital) armaron una verdadera fiesta rockanrolera.
La excusa para la charla fue el próximo disco del cual tuvimos la envidiable oportunidad de escucharlo entero un par de veces. Del mismo podemos decir que es uno de sus trabajos más maduros (qué fea que suena esa palabreja), con un sonido no tan crudo y chato como el de Bang Bang (tiene más de Baión…) pero con mucha polenta y varias sorpresas. Son nueve temas (más uno extra en el compact), todos compuestos entre el 90/91, que abarcan una gran diversidad, tanto musical como de mezcla, lo que lo hace más sabroso.
La copia que escuché (no sé si seré el orden final) abría con «Toxi-Taxi», mucha marcha, Skay dándole un efecto parecido al wah-wah y la sorpresa de un puente al mejor estilo Ramones (onda «Suzy is a Headbanger», siguen un más cadencioso “Fusilados por la Cruz Roja”, «Un poco de amor francés» y un rock & roll de aquellos, «Mi perro dinamita”, ortodoxo y flamígero con un impresionante laburo de violas y un Sergio Dawi soplando a lo Bobby Keys (circa Exile on Main Street), para dar paso a una de las sorpresas, el «Blues de la artillería», que en realidad es un tango deforme donde Lito Vitale aporta tocando el piano. «El pibe de los astilleros» tiene un riff entre japonés e irlandés (escocés arriesgó alguien, pero no pudimos ponernos de acuerdo) y cuenta una historia bien urbana; vuelve la marcha con «Nueva Roma», con una letra divertida y entradora que te compra con el primer verso (especial para los que critican al Sr. Solari de críptico) y a Sergio dándole a la armónica, brindándole un nuevo color a la música de la banda (con Semilla tan preciso como siempre y Walter Sidotti superándose en el tempo sin perder polenta).
“Salando las heridas» me partió la cabeza de primera escuchada medio tiempo cortado de riff emblemático y cortón (onda Oktubre) que por momentos se ablusa y por otros tiene un pasaje con bongo, el Indio cantando con esa intensidad de la cual solo él es capaz de hacerlo en nuestro medio y un Skay brillante mandándose un solazo de puta madre. Una verdadera joya.
Referencias a la guerra del Golfo y a nuestra inclusión (con vaselina) al “primer mundo” en otro tema fresco y atípico, «Queso ruso», con un Semilla bien funky y Skay (redondeando su mejor laburo en estudio) pisando el wah-wah bien a la Hendrix (su ídolo). Queda para el final «Tarea fina», que solo saldrá en el CD, que es una bella canción, donde se luce el Indio encarando la melodía de una manera diferente a la que nos tiene acostumbrado. Hablando de Compact Disc, un dato más que interesante para los que ya vendieron la giradiscos, aproximadamente a fines de este mes van a ser editados los cuatro discos anteriores de la banda, totalmente remasterizados, conteniendo todas las letras (que estaban incompletas en Gulp! y Oktubre) y algunas novedades graficas en el librillo interno.
Comencemos hablando del disco.
Indio Solari: Lo grabamos en Del Cielito con tres operadores: Gustavo Gauvry, Mario Breuer,y Roberto Fernández. Los músicos, los de siempre, más dos invitados, Lito Vitale en piano en el «Blues de la Artillería» y Luis «Mississippi» Robinson en armónica en el tema “Tarea Fina”.
Skay Beilinson: «Tarea Fina» no va a aparecer en el disco, sino que va a ser un bonus track en el compact.
Lo fueron grabando por partes o de un tirón?
SB: Comenzamos a grabarlo el año pasado y terminamos hace muy poco. Íbamos grabábamos un tema, lo mezclábamos, y así cada vez que podíamos.
¿Todos originales Beilinson-Solari?
IS: Sí, salvo «Mi perro dinamita», donde colabora «Semilla» Bucciarelli, que fue el primero que grabamos.
Contame, ¿por qué el titulo La mosca y la sopa?
IS: Mirá, va a salir en la parte gráfica, es un escrito más largo que lo que vamos a hablar ahora. Fundamentalmente, el planteo de la mosca y la sopa es de fábula. Hay tres posibles comensales: uno, es el que rechaza de plano el plato de sopa; otro, saca la mosca y se toma la sopa; y hay un tercer comensal que saca la mosca del plato, la exprime hasta la última gotita y luego come con fruición la sopa. Ese es el planteo básico: después da para que cada uno imagine por qué nosotros hacemos en este momento como figuración, más allá de la pura forma que es la música, el eje central es el desequilibrio de las distintas opciones que se tienen delante del plato con la sopa y con la mosquita. El asunto es así: cada uno tendrá que saber de qué lado de la mecha esta, como se dice en otra canción.
¿La tapa y la gráfica, como siempre, será de Rocambole?
IS: El maestro Rocambole por supuesto, una vez. mis ayudándonos. Todavía no la hemos visto terminada hemos visto algunas cositas, nada más. Quería aclarar un poco el tema de “Tarea fina” y el bonus track. No es un plan, llamémosle, “mercantilista” de Los Redonditos, simplemente es que no nos había gustado mucho cómo había quedado, y estaba prácticamente fuera del disco. De última hicimos una nueva mezcla, hice otra toma de la voz y quedó realmente muy bien, pero ya estaba fuera de la parte gráfica del disco.
SB: Además por un problema de duración del disco y de fidelidad, ya que el compact tolera más cantidad de tiempo.
Mucho rock & roll. ¿Es más rockero que los discos anteriores?
IS: Vos sabés que yo he estado toda mi vida subido a escenarios de rock and roll, escuchándolo, y el rock lo veo como una cultura, no como un género musical. A partir de ahí, yo creo que lo que hacemos, sea lo que fuera, incluso las canciones más tranqui, son rock. Algunos son más ortodoxos, pero lo nuestro es variar, hacer armonías que pueden sonar orientales o un tratamiento en la mezcla de modo que no quede la cuadratura del rock o lo que se supone que es el rock.
Habiendo escuchado la música de toda la cultura, si me preguntas qué es el rock and roll, a mí me cuesta encuadrarlo en el square que tiene porque para mí la cultura rock produjo cosas como Traffic, que no se podrá acusar de rockeros y sin embargo pertenecen a la cultura rock. Bowie no es el rock de Harley Davidson, pero es rock. Por ejemplo, en este disco tenemos el «Blues de la artillería», que es un tango, pero con concepción de blues. Un blues no ortodoxo, en realidad. Si uno ha participado de esta cultura, lo que haga estará permanentemente invadido de las noticias de ella.
¿La forma de grabarlo, varió con respecto a los anteriores o fue la misma?
IS: El estilo es el mismo. Lo que sí, grabamos con tres técnicos, cuando generalmente lo hacíamos con uno; lo que le da una mayor diversidad.de la que somos partidarios. Y esta diversidad también se da en la mezcla. El estilo es el mismo: se graba en directo y luego se agregan guitarras suplementarias, la voz y todo lo demás a la toma elegida.
Hablame un poquito de las letras.
IS: Lo que se quiere decir está implícito en ellas. Ni bien termino de escribir una, soy un testigo más, son momentos, impresiones que uno vomita sin saber el motivo. Uno es un vehículo de eso. Después las mira y tiene interpretaciones, inclusive cuando la gente las interpreta de otra manera y te las cuenta, las enriquece. Yo creo que la parte fundamental de la poesía es que sea estímulo para la imaginación y la sensibilidad de alguien. Y en el último de los casos, que está lejos de lograrlo uno, es la capacidad de profetización que tiene por el mismo mecanismo poético, del que carece la prosa, que te esclaviza al concepto y a lo que vos creés en el momento en que lo escribís, y eso varía con el tiempo y las circunstancias y puede dejar de tener valor. La poesía, por ese carácter que tiene, profetizador, no está atada a situaciones particulares de un momento determinado: vos podés cantar una canción quince o veinte años después que la compusiste, y, como no ha perdido vigencia, hace que la gente resuene con ella.
Hablemos de este regreso, Indio. Realmente se les notó las ganas de tocar…
IS: Para uno esto es vivir. Para mí, el directo es una parte fundamental del rockanrolear. Uno disfruta de la composición, de la grabación, pero son tareas que tienen otro tipo de ritmo y el premio es diferente. Cuatro meses sin tocar llevábamos, imaginate.
Además, hacía mucho que no tocaban en un lugar así, de reducidas dimensiones.
IS: Sí, veníamos tocando en lugares grandes.
SB: Cada lugar, sea grande o sea chico, es distinto. Cuando subís al escenario, es a torta o caca, sea donde sea.
¿Pensás que se ensañaron con Los Redondos con este tema de los espacios más grandes?
IS: Los Redonditos son una banda que tiene una cierta mística, pero que ha ido creciendo mucho. Hay un reclamo que uno a veces puede hacerle a la gente que viene a hacerte una entrevista… Vos sabés que estamos remisos a dar notas por el hecho de que en general el que pregunta te utiliza de pivot y de figurita, y el que termina hablando es el que construye la nota, el periodista que decide, y como hoy en día cada uno quiere asomar la cabecita termina defendiendo su punto de vista y te utiliza a vos, y terminan apareciendo cosas que no fueron dichas de esa manera.
Eso es algo a lo que está expuesto todo personaje público…
IS: En el caso de los estadios, que fue primero con Obras, nunca fue de la manera en que se describió, sino que uno no quería ir a Obras porque habla una administración –no vamos a dar detalles– con la cual era muy difícil que trabajase una producción independiente como la nuestra.
SB: A mí siempre me causa gracia… Nosotros veníamos tocando en Cemento, para ochocientas personas. Entonces venia un montón de gente y nos decía “che, por qué no hacen un Obras?» Y yo respondía: ¿para qué tocar en Obras si el mejor lugar que teníamos era Cemento, sobre todo por la cantidad de gente que venía a vernos en esa época? No nos interesaba Obras como una especie de hito consagratorio.
IS: Lo que pasó, y eso lo vimos en los recitales en Satisfaction, era que cada vez venía más gente, y a veces quedaba tanta afuera como había adentro. Ahí empezamos a plantearnos tocar en un lugar más grande, no por un deseo de ver cuánta gente podíamos meter, sino por exigencia de la misma gente.
SB: Y así fue como empezamos a buscar lugares, y el lugar más apropiado por infraestructura y todo era Obras.
IS: Y no habrá otro hasta tanto no haya un ajo grosso como para que hayan seis o siete bandas que manejen cinco mil personas.
¿Y por qué pensás que parte de la crítica de rock se ensañó con ustedes?
IS: Viste cómo es esto. Hay un momento en que lo conveniente para destacarse es hablar mal de alguien. De los Redonditos durante quince años todo el mundo, todos, hablaron muy bien. Hace rato que nosotros sabemos que aquel que quiera diferenciar se del resto iba a empezar a hablar mal de Los Redondos, a joder la vida… ‘Ta bien, está todo bien. Cada uno sabrá donde tiene el culo.
No es una queja, simplemente explicar por qué no podemos sumarnos a lo que se dice, porque lo que se dice no es lo que uno siente… Si vos tenés que hablar de un grupo de estas características, el tipo que está escribiendo entra a generar una mística donde él empieza a poner parte de él mismo, como «No, no quieren tocar en estadios», no es así, no fue así, eso se hizo correr nada más.
Es como si la mística se la hubieran puesto en contra por tocar para dos mil tipos más.
IS: Hay un montón de cosas que pasan por la prensa que no pasa en realidad con la gente. La mera sumatoria de gente disfrutando de esto que hacemos entre todos es la prueba que esa consideración con respecto a nuestra mística y a nuestra manera de hacer las cosas, evidentemente es alguna cosa trasnochada, algún viaje entre amigos a la noche (risas) que, bueno, algo tienen que hacer.
Tal vez lo que moleste sean cambios a nivel personal, de la vida privada. Debe haber cambios de estar en un banda que recién empieza a una exitosa que la está pegando en grande, aunque de última lo que interesa en una banda de rock & roll, y antes que nada Los Redondos son eso, es cuando se sube al escenario y se marca cuatro.
IS: Aparte, algo de lo que no me cabe ninguna duda es que una de las cosas que les conviene a Los Redonditos es que les vaya bien; que te vaya bien es una cosa importante, sobre todo cuando has hablado más de una vez de un principio ordenador como el del placer, que creo no puede estar encontrado con que te vaya bien.
Entonces se han mezclado las críticas personales con su actividad como banda…
IS: Yo creo que es eso. No es nuestro estilo hablar de esas cosas pero lo que hay que entender en todo caso es que al final el dibujo que se hace de la pasión de la gente lo hacen una docena de personas en este país. Entonces son una docena de personas que se reúnen en un boliche de la noche, a jugar, a hablar, estimulados por su propio viaje, y entran a dibujar cosas que en realidad suceden de otra manera. Todo el mundo tiene que jugar a lo que juega, uno no está en contra de eso, pero llegado el momento yo no voy a confirmar lo que sucede en esos lugares porque está lejos de ser lo que nos pasa a nosotros. A nosotros nos pasa otra cosa, disfrutamos de otras cosas y nos preocuparemos el día que Los Redonditos nos avisen, no el día un amigo enojado por algún motivo personal rompa las pelotas.
A nosotros nos gusta el escenario, ese lugar que puede tener cinco por cinco o diez por siete, no importa, ese lugar donde estamos ahí y esta la brasa de la gente ése es nuestro viaje, sea la cantidad de gente que sea, rockanrolear, eso es lo que nos gusta. Lo que hemos hecho siempre, cuando no habla premio, cuando hay premio, no sé… tocar, subir, estar juntos, rockanrolear y disfrutar de la camaradería, de cagarnos de risa, boludear en una ciudad, eso nos gusta.
Creo que también hay que sacarle a Los Redondos eso de que cada cosa que uno dice debe ser tomada como una especie de Biblia extraña, idejémonos de joder! somos unos tanitos, unos tipos que hacen rock & roll, que lo hacemos con pasión porque es lo que nos gusta, pero tampoco cada cosa que decís va a ser grabada en mármol para ver si después… ¡dejáme de joder!, no tenemos más que ofrecerle a la gente que hacer un rock & roll, con las letras que hacemos y nos gustan; bueno, si resuenan en la gente y les viene bien y disfrutan de eso, estupendo para nosotros y para ellos. Es un pacto que tenemos con los Redonditos (me refiero a la gente, a los chicos) desde hace años, ahí es donde está nuestra prueba, si estamos haciendo las cosas bien… Y eso hasta ahora no nos ha avisado de otra cosa que, bueno, que es un placer lo que estamos haciendo.
Los Redonditos, la gente, son la pieza fundamental de la banda…
IS: Y, pero ¿por qué estamos hablando con vos en este momento?, no por la música que hacemos simplemente, porque hay gente que hace excelente música y a la que la van a ver doscientas personas y a la cual de pronto nadie se ocupa de hacerle un reportaje. Son tan fundamentales los chicos porque son la determinación de que está funcionando dentro de la cultura en la que están metidos con una resonancia que te ampara, nada más, nosotros no sabemos cuál es la clave, la clave la tienen ellos, esos chicos que todavía escuchan a unos vejetes como nosotros con pasión y cantan sus canciones. Quizás lo que habrá que modificar de aquí en mas es el hecho de que hay que empezar a entender que tenemos ya la edad más para empezar a escucharlos a los chicos, que para mandarles línea o decirles pelotudeces.
Yo ya tengo cuarenta y dos pirulos, mi negocio ya es escucharlos, ver cómo mierda moverme para este siglo que se avecina, este mundo tan extraño que hay para un tipo que se formo en la cultura rock, con otra sensibilidad, con otras pretensiones. Escucharlos y estar pendiente de por qué resuenan con uno, qué cosa que uno hace todavía estará bien para este mundo.
Entonces, ¡la puta si son fundamentales! Si no fuera porque están todos esos chicos ahí, bueno, estaríamos haciendo música en algún asado, como hemos hecho antes con Skay, agarrar una guitarrita y ponernos a cantar abajo de un sauce escuchando el agüita que pasa. Todo esto que sucede es porque están todos esos chicos ahí y uno fascinado con eso y rejuvenecido por eso y caliente y vibrante por eso que está pasando ahí.

