El cantante de los Redonditos de Ricota comienza, con esta nota, su experiencia como periodista. Eligió, para debutar en su nueva profesión, realizar un reportaje al ex director de la desaparecida revista Cerdos y Peces y actual colaborador de este medio: alguien con el que sintoniza una misma frecuencia.
Revista Fin de Siglo #13. Julio de 1988. Entrevista a Enrique Symns, realizada por Indio Solari

ESE QUE HABLA ALLA
Más allá de tu intimidad, ¿alcanzas a ver una imagen pública tuya? ¿Cómo la ves? ¿Desde dónde nos hablas, Enrique?
La primera imagen, el reflejo que veo más claramente es el de lo que podríamos llamar «adherentes a mis actos». Esta imagen la siento positiva porque me carga de voluntad de hacer, vencer la inercia de mis rutinas. Lo negativo que alberga es esa carga de pasotismo que se me adjudica, «se bebe todo, vive en el exceso». Más allá veo también una franja borrosa (periodistas, gente de los medios) donde presiento cierto rechazo para lo que representa mi manera de escribir, identificada con lo marginal. Allí, creo, se me ve excesivo por «poco ruido», cómo absorto de una frivolidad de lo raro.
¿Terminás cumpliendo con ese personaje?
Claro, esa imagen pública influye en la imagen íntima y lo empobrece al medir mis rutinas y actos cotidianos. Trato de proteger gran parte de mi intimidad porque creo que la habitan seres que no tienen representación en la imagen pública.
¿Qué justifica la necesidad de exponerte? ¿Qué te hace creer que vale la pena exponer públicamente tu punto de vista?
Yo se cómo empezó… empezó con mucha rabia por todas las mentiras que escuchaba y veía. Esa rabia luego se contaminó y se enfrascó en una competencia sofisticada. Eso fue cuando empecé a ver cómo y con quienes se trabajaba, a descubrir cómo era el común de los hombres que manejan la expresión social, Los vi lejos de mi sensibilidad, respondiendo a ideologías de miseria. Haber compartido ideales de trabajo con mediocres de espíritu, como Tiffenberg o Lanata me produjo un grado de resentimiento que no fue positivo. Pero no solamente el caso de la gente con quien trabajé; la lista es mucho más extensa. Tipos como Guillermo Alleyrand o Daniel Khon, creadores del Suple «Si» de Clarín, que siendo del palo, trabajan para un diario nefasto como ese y encima idiotizan a la juventud con una versión modernosa y aséptica del rock.
Yo no era así… no sabía de ideologías, pero sí sabía que detrás de lo que escribía estaba hablando en serio, simplemente. Ahora no se, Siento que mis palabras se fueron muy adelante. Están hablando desde allá a los gritos como un parlante, mientras yo estoy aquí sentado con vos viendo qué mierda hago.
¿Existe alguna cosa, más allá de caprichos personales, a la que le hayas dedicado algunos años de tu vida?
La primera que se me ocurre es la que relaciona humillación y marginalidad. La que habla de los presos, de los drogadictos y otros marginados. De la humillación a que están sometidas sus experiencias. Este sometimiento tiene el poder de destruir. Un hombre profundamente humillado puede no levantarse más. Esta sería una causa de rápida identificación, la causa del oprimido.
¿Qué cosas te irritan del circuito en que te movés actualmente? ¿De qué renegas en los bares, en las redacciones y teatros?
Me irrita no encontrar lo que busco. El reposo detrás de las líneas de combate. Donde uno regresa a… bueno, a tomar unas copas, a coger un poco, a reír. El circuito por donde mis rutinas me llevan se ha transformado en un pasillo donde resuena un chismorreo de pequeñas ambiciones. Una mala película de Drácula, no se cómo decirlo… una fiesta tonta donde yo estoy inquieto sin saber dónde queda la salida.
¿No se te ocurre un posible remedio para esa mezquindad?
Quizá si pudiéramos reunir nuestros pensamientos y sensaciones, volver a la alegría de crear ritos. Fiestear. Instalar formas en donde aquello que no sucede tenga ganas de suceder. A veces creo que las claves están escondidas en la pequeña vida, en la vida chiquita. Tal vez en la vida íntima que no está en los diarios. En ese tipito que escapa a la mediocridad de su oficina para exponerse a otro tipo de fiebres.
¿Algo que hayas ambicionado ha sido ya desechado con impotencia y a disgusto?
Y si… algunas fantasías, aventuras. Me hubiera gustado hacer periodismo de riesgo.
ESE QUE VE SUS TRAICIONES
¿Te cuesta justificar la violencia?
Mirá… Cooper decía: «no hay que tener compasión con los enemigos de la compasión». El ponía en un lugar muy claro a esos enemigos de la compasión. Los que detentan el poder. Gobernantes políticos, militares, psiquiatras. Yo coincido en esto. la demencia peligrosa es la de quienes arrogan el derecho de coordinar, encaminar, controlar, reprimir el viaje de los pueblos. Y allí abajo en los desposeídos, se ve la consecuencia de esta violencia. Está ese tipo que sube al colectivo y con el que nos tenemos desconfianza y hasta miedo. Yo también, por momentos, tengo ganas de estar armado… que sé yo… terminamos pensando en los seres queridos. Los diarios nos dan miedo y tememos por nuestros hijos, nuestra pareja, nuestros padres o amigos y entonces pensamos en armarnos.
Una pregunta al periodista. ¿Qué porcentaje de mentira circula como información pública en los distintos medios? ¿Hay diferencia entre ellos?
En os medios masivos es casi absoluto. No sólo en la selección y en la omisión de la noticias funciona el engaño, sino también en el sistema informativo en sí mismo. Se insensibiliza a un individuo acostumbrándolo a terremotos, miles de muertos, se lo paraliza al describir el estado de las cosas, se lo digita al presentarle opciones que no corresponden a su realidad inmediata. Vos lees el diario de la ciudad de Azul, o escuchar la radio, o ves televisión y se supone que te enteras de lo que pasa. Pero ¿de qué te enteras? Te enteras de lo que opina el cura, del discurso del intentando, la reunión de la UCR y no de esos cuatros pendejos que están en la esquina. Si puedo hablar de una diferencia es la que marcan aquellos medios que le devuelven al lector un nivel de realidad compartida. Donde el que escribe lo hace desde el mismo status del que lo lee, y que no está montado en una estructura ideológica, no trata de imponer una visión del mundo. Eso pasa cuando el periodista Edgardo Gaudini transmite desde La Plata un programa «con» y «para los presos», Cuando una radio de frontera o una radio libre barrial transmite para el medio en el que está inscripto. La televisión, en cambio, parece hecha para mantener un nivel de comprensión social. La intención de la televisión es anestesiar nuestros impulsos sociales, adiestrar nuestra capacidad de respuesta y narcotizar la tendencia de salir a encontrarnos.
Volvamos por un momento al tema e la violencia… o mejor… del crimen. ¿Qué es un criminal para vos?
Criminal es alguien que va más allá del instinto. En la premeditación, quizá, reside en el crimen. Cuando veo mi vida siento que aquellas cosas que he planeado, hasta en el simple acto de coger, han matado el amor. Cuando me he colocado más allá de lo que me estaba pasando, queriendo secretamente algo más. Allí veo las traiciones a mis amigos, todos mis pequeños crímenes. Luego están los magnicidios de las conspiraciones desde el poder a través de los medios de comunicación, en fin, los abusos más crueles. Los profesionales del crimen que matan organizando planes de estudio, adecuando la existencia humana a los tableros de ajedrez de sus creencias y beneficios.
¿Obediencia y libertad pueden convivir?
Yo tengo amigos en el periodismo, para usar como ejemplo algo que conozco, que creen que pueden valerse de una superestructura e su beneficio. Creen que pueden entrar a un medio como Clarín o la televisión y desde allí cambiar el mensaje y propiciar su punto de vista y de sus adherentes. Esto nunca ha sido demostrado, Quedan apresados en la superestructura negociando y comienza la peor obediencia. Personalmente creo que la libertad no puede obedecer. La primera vez que tuvieron que decir sí a algo que deberían haber dicho no, han cometido una infracción dolorosa ante ellos mismos. De allí en más el negocio empeora pues la economía del alma, por decirlo así, comienza a adaptarse a ese dolor. Esto es la esclavitud. Una esclavitud de fácil excusa, que se disfraza de sacrificio. De lo que tienen que pagar para ser útiles y defendernos desde una situación privilegiada. Yo creo que no solo no nos defienden, sino que, además, como una peste nos tientan a contagiarnos.
¿Qué opinas de los castigos sociales? ¿Recluirías a alguien?
Yo creo en la venganza más que en la justicia institucional. Sabemos lo que esa justicia es. Leyes creadas para defender intereses determinados, alas cárceles van a parar generalmente los que perjudican esos intereses. Hablar en estos términos es delicado. La venganza tomada en nombre de otros puede acercarnos a las guerrillas populares en donde un grupo pequeño de líderes puede, quizá, tener un proyecto de poder. Pero, mas allá, puede vérselos como unos tipos que ven el estado de las cosas y deciden devolver los golpes, castigar a la canalla incompasiva. La venganza de la que hablo sería devolver a la mano del vilipendiado la posibilidad de reconquistar su dignidad. Nos acostumbramos a ver, en Clarín, a Astiz sonriendo en un acto de la armada. Un tipo como ese, suelto gracias a un juicio fraudulento, en la misma sociedad a la que sujetó a las peores humillaciones. Si nos acostumbramos a este estado de cosas viviremos en el futuro al que la canalla apostó, un futuro siniestro. Por lo demás no creo en la reclusión. Si la realidad no nos demostrara lo contrario, debiéramos sentir toda pérdida de libertad como inhumana.
ES QUE NO ES PADRE NI ESTUVO EN KATMANDU
A la luz de otras experiencias que se han hecho en los últimos veinte años, ¿Cómo ves que la familia aparezca como módulo social?
Me intereso mucho lo que dijo Perlongher en un reportaje que le hice, Explicaba allí cómo fue estructurada esta familia a una razón económica. La familia, tal como la conocemos ahora, surge debido a la necesidad de implantar el sedentarismo. Para que un individuo fije «raíces» alrededor de una fábrica es necesario involucrarlo en un grado de responsabilidad ajena a sus deseos. Una pareja, un hijo, una casa. Una hombre que circunscribe su sensibilidad a un entorno muy pequeño y parcelado donde su solidaridad está alambrada. Toda la experiencia de mi generación y las expresiones culturales que generó, desde la concepción antisiquiátrica de David Cooper hasta la canciones de Bob Dylan, produjeron una ruptura en ese modelo convivencial que aun hoy la publicidad del vino «Termidor» intenta mantener. La pista verdadera es ese grado de infelicidad ese clima de desgracia, esa incomunicación de la que recibo noticia continuas.
Todas las preguntas que te ha ido haciendo, creo, te fueron sujetando a reflexionar desde tu personalidad pública. Me gustaría ahora, liberarte de eso. ¿Qué te anima a vivir, Enrique?
Creo que toda vez que exaspero mi búsqueda de sensibilidad me siento mal. Presiento a mi alrededor dureza y frialdad en la espera de recompensas que quizás no existen. Desde esa percepción creo muchas veces que todo lo que hago es inútil. Que voy a tener que adaptarme aun gritando en las colinas, aun haciendo lo que se me de la puta gana. Cuando llegas con tu farol ciego a la cima de la colina y ¡Mierda, duro igual que antes! En el ascenso se fue quemando tu propia sensibilidad. Cuando estoy eufórico, en cambio, em digo que todo este estrangulamiento, toso este sopor, todo el sometimiento va a provocar un estado crítico que ni yo ni nadie alcanzamos a imaginar en su real dimensión. No quiero quedarme pegado al mecanismo exaltador ni a las rutinas que ese mecanismo genera. Por eso quiero creer que cualquier cosa que uno haga es una gracia, una sospecha de que la vida tiene ganas de vivirnos. En ese estado siento que no es al pedo el que uno se exponga, que ustedes sigan cantando, no resuenan al pedo esas otras voces que escucho emocionado. Aun cuando todo esto termine mal, ¿de dónde sacamos que había que ganar? Como decía Rilke: ¿Quién ama la victoria? ¡En la resistencia está todo».



