Me cuesta dividirme por etapas

En una charla con Claudio Kleiman, los Redondos hablan de su presente y futuro cercano.

Fuente: Claudio Kleinman para la revista «Rock & Pop» (Junio de 1987)

¿Cómo se ven así mismo los Redonditos en el ’87?
Me cuesta dividirme por etapas, más allá de lo operativo de la banda. Por ahí un año decidimos, como ahora, que tenemos ganas de hacer algunos cambios de sonido, pero más que decisiones son cosas que van pasando. Por ejemplo teníamos un tecladista, Andrés, que se mató en un accidente durante el verano, y aunque con Skay estábamos a miles de kilómetros de distancia y no nos vimos hasta después de las vacaciones, tomamos una decisión en conjunto, de que por ahora no queríamos tocar con otro tecladista. Pero la sensación que tengo, durante todos estos años, es que estoy subido a algo de lo que no me puedo bajar. Sigo motivado por las mismas cosas. La música que tenemos ganas de hacer ahora es cruda, de guitarras. Canciones. Creo que esa es otra cosa que no ha variado durante todos estos años, Los Redondos siempre hacemos canciones. En realidad lo veo como un año estupendo, aunque no hay nada que me lo indique (risas), más allá de las ganas que tenemos y la resonancia, que hace que podamos encarar lo que queramos sin ningún tipo de dudas. Podemos decir vamos a hace un vídeo, vamos a hacer el próximo disco y estar tranquilos, en un lugar que la misma resonancia te lo está dando. En este momento la resonancia nos indica que podemos ser atrevidos con tranquilidad. Eso es una alegría, una fiesta.


Claro, no sé a ustedes, pero a muchos nos sorprendió la cantidad de gente que fue a su recital en Cemento.
Sí, a nosotros nos descolocó, más que nada por el echo de que hacía 7 meses que no tocábamos, y al producirnos nosotros mismos no hay una promoción que mantenga el grupo sonando durante todo ese tiempo.
Esperábamos más o menos mil personas, y vinieron más del doble.


Tiene que ver con cierto crédito que la gente les otorga.
Sí, llega un momento en que lo que se hace significativo es lo que está fuera de contexto. Si vos te montas en el asunto de la FM entras en una linealidad de enunciado, entonces lo que resalta es lo que está fuera. Pero no es fácil estar desaforando del contexto y arribar a una circunstancia. Pienso que algo que nos ha ayudado mucho es el apoyo de algunos periodistas, somos como los «mimados» de la prensa.


Muchas veces se me ocurrió comparar a Los Redonditos con los Grateful Dead, un grupo yanqui que nunca entró en los carriles de comercialización convencionales y siguen añadiendo nuevas generaciones de fans.
Bueno, fijate lo que pasó en Cemento. Toda la gente que estaba adelante eran pibes de no más de 15 años, y fueron casi los únicos que pudieron presenciar el show, porque para ver y escuchar algo tenías que meterte en esa especie de masilla loca que había adelante. Lo que pasa es que hay grupos que, al no estar delimitados por las características generales, hacen cosas que son llamativas. Como los Grateful Dead cuando fueron a tocar a las pirámides de Egipto, que inclusive utilizaron una de las pirámides como cámara de eco natural. Ves las fotos y son increíbles.
Yo quiero creer que la gente, fuera de que pueda involucrarse en una estética efímera o no, tiene una necesidad por lo diferente, por la variedad. Pero es muy difícil hoy en día meterse en una estructura donde lo tuyo – tenga la peculiaridad que tenga – pueda exceder, sobrenadar o desaforarse de la lectura general. Lo que no sé es si uno puede presentar un modelo; decir por ejemplo esto es una producción independiente, un grupo que se banca, al no haber una circunstancia social que lo apañe, a no ser la testarudez de un grupo de gente, como ha sido con nosotros el los últimos años. No sé como pueden plantearse unos pibes que recién empiezan si es que quieren tocar y que vaya gente a verlos, además de los amigos. En el caso nuestro tenemos la suerte de que cuando empezamos a tocar no había apremios, porque no había premios; no estábamos apresurados por lograr algo que en ese entonces no existía. Y cuando nos quisimos acordar ya teníamos un público. Es diferente cuando vos crees que el rock es éxito, que lo que tenés que hacer cuanto antes es «pegarla». Y en consecuencia tenés que aceptar toda una cosa y seguir la experiencia de aquellos que hacen que los grupos «triunfen». Cuando nosotros empezamos – vos lo sabés bien – eso se dio naturalmente, porque no había premios para nadie, entonces uno tocaba porque tenía ganas de tocar. Creo que si esa circunstancia se repite hoy, puede ser que vuelva a haber una música diversa, y que se puedan encontrar elementos de placer en todo eso. Pero tiene que haber una cosa más general sucediendo, para que a los pibes los premios que les pueden dar las productoras no sean más fuertes que lo que tengan como necesidad de hacer o sentir.


Pienso que también está en la cabeza de cada uno, no podemos sentarnos a esperar que acontezca esa circunstancia social de la que hablas.
Lo que pasa es que lo pibes que llegaros al rock después de Malvinas no tienen elementos para darse cuenta que el rock es algo más que los hits que pasan por la radio. Y encima los mismos músicos, que son los que tienen que dar el testimonio, terminan haciendo un borrón y cuenta nueva y preocupándose solamente por la producción, o contando su mundo íntimo, pero desde su circunstancia de músico cortesano, de agente más o menos bien remunerado del orden sistémico. Y eso no es lo mismo que decía del rock cuando formaba parte de una circunstancia social global. Para enterarse, los pibes precisan hacer una investigación que además no están impulsados a hacer, porque las radios FM recién ahora, este año, están pasando algunos temas viejos de rock, sino permanentemente estás escuchando el sonido que es el que «hay que hacer». Lógico: no les conviene tener 200 grupos descontrolados haciendo su experiencia, como pasaba en la época de la gran diversidad del rock, por más que eso sea muy rico para la cultura. Prefieren tener 3 grupos que son los que tienen fichados y pueden pasar todo el tiempo. Lo otro es caótico, inmanejable, antieconómico, está trasgrediendo. Pero ahora está volviendo un poco la variedad, hay tal cantidad de grupos que las corporaciones sacan sus productos pero se ven un poco desbordadas; hasta hace un par de años el mercado estaba mucho más circunscripto que ahora, internacionalmente.


Entonces, volviendo al principio: fuera de los puntos de continuidad hubo cambios de sonido, de temas, de integrantes. ¿Cómo son los Redonditos del ’87?
Bueno, ahora tenemos una nueva formación, que tiene a Walter Capricornio en batería, Skay Capricornio en guitarra, el Indio Capricornio en voz (risas), Semilla en bajo y un nuevo saxofonista, Sergio Dawi. En cuanto a la música nueva, la idea es que sea más cruda.
Hacer canciones, como siempre, con variedad, un poco de rock de banda, algo de pop. Hay muchos temas nuevos. La gente pide los temas que ya conoce, pero nuestra ambición en este momento es que se aprendan lo antes posible los temas nuevos, que son los que tenemos ganas de hacer. En cuanto a las letras, no voy a decir nada porque la gente nos reta. Pero si que a medida que alguien trata de ver como una ficción urbana, actual y rockera, entran a tener significación. El que más podrá leer en ellas es quien está dedicado a hacer una lectura social, desde todo punto de vista; desde la calle hasta el diario, desde la teletipo hasta el baño de un café, desde un tipo que anda de navaja en la mano hasta uno que está pensando en alguna pulsión muy dionisíaca que hoy en día está dejando de lado. Si no has tenido una preocupación social durante 20 años, para poder hacer comparaciones, analogías, metáforas, para tomar riesgos, para presentar una visión que se puede cumplir en los próximos 6 meses, si no podes entrar en ese juego, tenés que hacer letras más simples, que tengan que ver con una cotidianeidad inmediata. Pero a veces pasa lo mismo que con los discos de Marrone, los escuchas un par de veces y a la tercera es un chiste que ya te contaron. No tiene una lectura enigmática, donde podes entrar en ella por la simple resonancia que tiene el maridaje de dos palabras sonando fuerte musicalmente, pero que además suenan de esa manera porque desde alguna lectura tienen una significación. Por eso es que hay letras que se pueden leer durante muchos años. Por ejemplo, los Redonditos podemos hacer temas muy viejos; hay grupos que no pueden hacer canciones del año pasado, porque no han tenido esa visión. Las letras son visiones. Leés hoy a Morrison y tiene una actualidad increíble, porque tuvo una lectura donde captó un lugar, y la superficie amplitud en el código que utilizó. Poder utilizar por ejemplo palabras del futuro junto con palabras que inventas vos pero que suenan a futuro, una mezcla que proporciona una visión, que si tiene el suficiente sustento transciende el marco de un mero surrealismo para transformarse en una especia de futurismo del presente. Por eso el lenguaje poético es el más rico, el más vivo, el más libre y el más transgresor, aunque se ha ido bastardeando tanto que a veces se olvida. Eso de ir entendiendo la visión a medida que descubrís que la cosa está pasando a través tuyo, donde no estás cronicando un evento sino que está pasando por vos algo que te excede y que es mucho más grande.



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