Crónica del show de Patricio Rey en el Centro de Artes y Música.
Revista Expreso Imaginario #26. 20 de septiembre de 1978. Por Claudio Kleiman

Al fin de produjo la presentación capitalina de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, una delirante banda platense que puede llegar a sacudir el almidón de nuestra música a fuerza de rock and roll y buen humor. La cosa se produjo en el Centro de Artes y Música, y la desafortunadamente no muy numerosa concurrencia tuvo oportunidad de presenciar un espectáculo que no se van a olvidar así nomás. Ya desde que aparecieron pudo verse que éste iba a ser un recital «distinto»; el guitarrista Sky vestido como un temible punk, Fentom comandando su bajo desde un deslumbrante traje de mosquetero, Indio Solari cantando enfundado en un overol blanco, Gabriel punteando su guitarra inaccesible en su frac azul con una enorme flor amarilla y Migoya, batiendo los parches vestido de no se qué cosa. Su entrada estuvo signada por el arrojo de papel picado y serpentinas, realizado por las entusiastas chicas del «ballet ricotero», el cuerpo femenino del grupo. Así fueron desfilando lo temas, un rocanrol tocando con toda la polenta, con una base rítima que marca como se sabe y un violero (Gabriel) que asombra por su velocidad y justeza. Pero hay más: el cantante, Indio, es una cosa seria. Hacía mucho que no veía alguien sobre el escenario cantar rock y blues con un sentimiento semejante. Van algunos nombres para que se den una idea: «Mariposa Pontiac», «La chica de la cafetería», «Supersport», «El Hidromedusa», «Spiroqueta», con un excelente solo de Migoya, «Maldición, hoy es un día hermoso», «Algo escandaloso sucedió en el bazar de Wakeman and Fripp», el impresionante «Blues del noticiero», un reggae bien en la onda Stones que no tiene título, y «Crecer, crecer», una hermosa canción bien cantada a dos voces por Sky y el Indio. Las sorpresas amenazaban no terminar nunca: en la mitad del recital se produjo un cambio de bajista, siendo Fentom sustituído por Néstor, otro mosquetero que se las trae. Al promediar, un voluminoso sultán rodeado por dos efebos que iluminaban su paso con estallidos de luces, se dedicó a repartir los auténticos redonditos de ricota entre la concurrencia, que los devoró con un apetito devastador Además, hubo varias apariciones del ballet ricotero que estuvieron a punto de provocar numerosos infartos, ya sea enfundadas en trajes de Superman, en buzos multicolores o las vestimentas más extrañas que se les puedan ocurrir. También el ballet tiene una solista, Cecilia, que hizo su número mientras el conjunto desgrababa un ritmo tropicalón, de título «Solista». ¿Qué más? El final fue una apoteosis: el grupo tocando la potente «Mariposa Pontiac», mientras un verdadero aquelarre de disfraces, bailes y pantomimas varias se desencadenaba sobre el escenario, ntentando devolverle al rock and roll el carácter festivo que parece estar perdiendo.
Lamentablemente, el espectáculo (donde no se rompió nada y terminó en perfecto orden, con la gente retirándose con enorme sonrisas en sus rostros) les pareció demasiado a los propietarios de la sala, que no permitieron la función programada para el sábado. Pero los redonditos no se desaniman y prometen volver. Seremos unos cuantos los que estaremos esperando ansiosos.

