Durante una entrevista se refirieron a la tragedia de Cromañon.
Extracto de la nota “Guitarra Dinamita” – Revista Soy Rock, Mayo de 2005.

Cuando hablábamos con Poli en el verano, nos contó que estaban de viaje cuando pasó lo de Cromañón. ¿Cómo les pegó?
Skay: Vivimos en un mundo en el que reinan la ignorancia, la irresponsabilidad, la prepotencia y la violencia. Con respecto al asunto de las bengalas, leí una conclusión que me pareció perfecta: era algo previsible o inevitable. O sea, es un acto de irresponsabilidad llevar a un lugar cerrado a un grupo que tiene un ritual de bengalas. También hay que reconocer que le podría haber pasado a cualquiera. Era previsible porque tarde o temprano, iba a pasar una cagada de este tipo. Pero no se podía frenar porque los pibes seguían metiendo pirotecnia por más seguridad que pusieras en la puerta.
Poli: Es como salir borracho con un auto a correr picadas en una avenida. El gran drama es que uno se cree que siempre maneja y domina toda la situación. Pero nadie puede controlar eso y es por eso que ocurren las desgracias. Ante una catástrofe, ¿quién es el culpable? No hay un culpable, ni dos, ni tres. La situación, las costumbres, lo que se venía practicando como fiesta.
¿Qué otras cosas creen que llevaron a que se produjera la tragedia?
Poli: La exageración, por ejemplo, de un ritual de pirotecnia en un lugar cerrado.
Skay: Creo que también tiene que ver con la tentación de jugar con el lugar de peligro. Posiblemente, tenga que ver con la falta de oportunidades y de sentido que perjudica la vida de algunas personas. Entonces, esa especie de frenesí de prender una bengala saca del letargo por un momento, en el que pasa algo. Sos protagonista.
Poli: (pone un tono comprensivo de madre) Por ese momento, el que prende la bengala tiene la atención del público. Para él es todo un acontecimiento llegar hasta el pié del escenario, aclamado por los amigos que lo llevan en andas.
Skay: Las heridas de un recital son como heridas de guerra, como condecoraciones. Cuando la realidad no ofrece ninguna posibilidad, algunos eligen salir a robar y otros se meten en los jueguitos de Internet para que, por un rato, su vida tenga un poco de conmoción y sentido.
Poli: Durante la adolescencia uno se siente omnipotente porque no le tiene miedo a la muerte. Un adolescente es inmortal. Y si piensa en la muerte, es romántica y heroica. Cuando el adolescente crece, comienza a encontrarle más sentido a cuidar la vida propia y la de los demás.
¿Creés que una tragedia como la de Cromañón podría haberle pasado también a los Redondos?
Skay: Le podría haber pasado a cualquiera. Por supuesto, cuando llegamos a un lugar, Poli revisa hasta el último rincón porque todo el tiempo hemos estado al borde de una catástrofe. Entonces, parte del trabajo de Poli, ha sido casi siempre prevenir. Pero no se puede evitar que, al menos, una bengala entre a un recital porque son cosas que nunca se pueden terminar de controlar totalmente.
Poli, vos fuiste a visitar a Omar Chabán a la cárcel, ¿cómo lo encontraste?
Poli: Lo fui a ver a los pocos días de estar detenido. No volví a tener comunicación con él, pero me parece que está bien, en el sentido de que puede estar dando un paso muy importante para su vida privada porque, en un abrir y cerrar de ojos, su vida cambió. Así que tiene que comenzar de nuevo.
¿Creés que Chabán es responsable de lo que pasó?
Poli: Son todos responsables. Puede ser que él lo sea por no haber puesto límites. Porque si yo te invito a mi casa y vos prendés fuego, yo te voy a frenar.
¿Pero la casa no era un poco insegura?
Poli: No, la casa tenía todo.
Skay: Hay lugares mucho más inseguros en Buenos Aires.
Poli: Chabán me comentó que les había dicho que no a las bengalas. Chabán nos dejó un mensaje en el contestador para invitarnos al show, pero nosotros no estábamos en Buenos Aires. El mensaje dice: “Los espero en el show. Aunque sea estamos un ratito y después nos vamos a comer a algún lugar porque es imposible ver algo porque prenden bengalas y es irrespirable”. Nosotros nunca habíamos visto a Callejeros, Omar me había dicho: “Son unos pibes bárbaros pero el público prende bengalas todo el tiempo”. Ahí es cuando él empezó a averiguar que el humo de las bengalas es cancerígeno. Por eso, cuando tocó Skay en Cromañón, le dije que iba a poner mi seguridad para que no entraran pirotecnia. Así y todo, hubo dos o tres bengalas cuando tocó Skay.
¿Qué opinás de Callejeros como grupo de música, Skay?
Skay: Seguramente los escuché en la radio, pero no puedo identificarlos porque no reconozco ninguno de sus tema.
¿Cómo creés que se va a desarrollar el rock en esas condiciones oscuras que antes mencionabas?
Skay: Ésa es la gran intriga. La situación es bastante difícil porque, por lo pronto, los encargados de firmar las habilitaciones de los lugares no quieren meter el gancho en el papel. Es un momento demente porque ni siquiera saben qué pedir para habilitar un lugar. Creo que la situación es muy dolorosa para los grupos chicos, que no tienen lugares.
¿No les parece que las bandas deberían hacer un reclamo más corporativo y no tan individual para que se regularice esa situación?
Skay: Pero eso también es bastante difícil porque el rock nunca se llevó del todo bien con las instituciones. Es más, arrancó como un movimiento contracultural y todo el tipo de componendas y transas que hay que hacer con los que ponen el gancho son complicadas. Realmente no sé que va a pasar.