Es el guitarrista de la (¿disuelta?) mítica banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Skay habló con DIARIO DE CUYO. El sábado se presenta en San Juan.
FUENTE: Diario de Cuyo (Miercoles 1 de Diciembre de 2004) Por Bety Puga
Eduardo «Skay» Beilinson fue durante casi 30 años no sólo el guitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, sino el alma mater de la banda, cuya voz era el Indio Solari. Al igual que George Harrison, Skay era el «Beatle (léase Redondo) silencioso», pero su estilo musical influyó no sólo a su grupo sino a todo el rock nacional.
Al separarse Los Redondos, Skay comenzó una carrera solista que ya lleva dos discos en su haber: «A través del mar de los Sargazos» (2002) y «Talismán» (2004), con el que llegará por primera vez a San Juan.
Reacio durante años a hablar con la prensa, accedió de una a conceder esta entrevista telefónica a DIARIO DE CUYO.
-Tenés 52 años, te da pudor confesar que estás en una etapa más espiritual y enamorado de la vida ¿Te sentís como un personaje de «Sabiduría garantizada», (película alemana en la que dos hermanos de mediana edad van a buscar un cambio de vida en un monasterio budista)?
-No. En realidad, se trata que la vida de uno es un montón de fragmentos y en el mejor de los casos lo que uno hace es transitar esa vida buscando esos fragmentos que han quedado perdidos. Sencillamente eso.
-¿Y en esta etapa estás buscando esos fragmentos para ponerlos en tus canciones? Por ejemplo uno de los temas de Talismán dice: Cerró sus ojos para no ver/tapó su boca para no hablar/apretó los puños para no gritar/guardó los sueños en el placard… ¿esa frase resume el fin de tu etapa «redonda»?
-No. Nada que ver. Describo al personaje El Golen de Paternal, que fue cerrando, tapando… En mi caso con Los Redondos, al contrario, fue de absoluta libertad.
-¿Ni aún en el sentido de que vos querías decir otras cosas que no te estaba dando en ese momento el grupo?
-Nooo. El momento era exactamente en el que yo quería estar. Es mi banda de toda la vida, desde el lugar que elegí lo que yo quise hacer. Llegó un momento en que hubo una encrucijada y cada uno tomó diferentes senderos. Ahora cada uno está haciendo su propio viaje personal.
-Estás en una búsqueda intimista, más parecida a lo que fueron las primeras tocadas de Los Redondos ¿no te da temor llegar a ese gigantismo que alcanzó la banda, porque empezaste en lugares pequeños y cada vez son más grandes?
-Primero no estoy volviendo a ningún lado. Yo estoy yendo para adelante. Coincide en que en este momento estoy tocando en lugares pequeños pero no tiene que ver con Los Redondos, y el tema de la convocatoria, uno no lo sabe. Cuando estábamos con Los Redondos, lo que nos obligó a hacer lugares más grandes era que el público no se bancaba que era un ciclo, quedaba mucha gente afuera y comenzaban los disturbios. Gracias a Dios ahora no hay problemas. Por ahí estoy tocando dos días seguidos y no hay disturbios. Esto permite manejarse de otra manera.
-A lo que iba es que ahora se puede disfrutar más la música porque antes el público se volvió protagonista en los recitales «ricoteros».
-Eso es muy relativo. En mi caso particular siempre lo principal fue la música, hubiera cien o setenta mil. El otro día leía que Degás decía que había que pintar un cuadro con la misma pasión con la que un asesino mata a su víctima.
-Tu música está catalogada como «rock culto», porque podés encontrar referencias históricas, como Lou Reed o Tom Waits, por ejemplo, o Los Redondos, obvio. ¿Te molestan las comparaciones?
-No. Creo que inevitablemente uno es una especie de esponja que va absorbiendo de la música que escucha a lo largo de su vida. Lo que es inevitable es que a mí me sale de una manera que dicen que es mi estilo. Hay influencias de todo tipo pero no son voluntarias. Uno educa a su propio oído con las cosas que escucha.
-Siempre decís que no sabés leer música, como aclarando que no sos músico de conservatorio; sin embargo estás considerado el mejor guitarrista de rock del país ¿has logrado convencerte de que no hay que saber música para tener talento?
-Eso lo supe desde siempre. La música no son las notas ni los pentagramas, es lo que está entre las notas y los pentagramas. Lo rico es lo que no está escrito. La música es un sentimiento. Se puede expresar con un llanto, un alarido o alguna otra destreza como tocar bien una guitarra y de eso sé algo….
-¿Te molesta que la gente en tus recitales empiece a corear «olé, olé, olé, que se junten otra vez»?
-Es parte del folclore. Hay gente que lleva banderas, hay otra que canta. No me molesta. Es como un chiste, un guiño de ojo más…
-¿Cómo elegís los temas de Los Redondos que tocás en tus conciertos?
-Son fundamentalmente temas en los que la parte musical es mía. Hay otros que son más compartidos con el Indio y me da pudor, pero hay otros temas que la gente tiene incorporados y que los está esperando. Es un poco un homenaje para los que han venido.
-Alguna vez dijiste «Los Redondos soy yo».
-No, no, no. Perdón si se entendió así pero éramos un montón de gente, los músicos, Rocambole…
-Pero la entelequia Patricio Rey eran el Indio Solari, La Negra Poli y vos y ahora ¿quién es Patricio Rey?
-Patricio Rey está. Es una especie de ente que va mutando y supongo que una parte quedó en mi corazón, parte en el corazón del Indio, parte en el de Poli y parte en el corazón de ustedes.
Skay Beilinson presentará mañana, desde las 22 en Demetrio, su nuevo disco «Talismán», que cuenta con la participación de los músicos Daniel Colombres (batería), Claudio Quartero (bajo), Oscar Reyna (guitarra) y Javier Lecumberry (teclados). El precio de la entrada es de 15 pesos (anticipadas en Implosión) y de 20, en el boliche.
