«En la admiración Los Redondos ya son como Gardel»

Pinturas, escenografías y dibujos publicados e inéditos que terminaron en arte de recitales o portada de álbumes. Rocambole, un nombre que viene del héroe de un folletín francés del siglo XIX, considera que las tapas de los compactos de los Redondos son sólo «la punta de un iceberg». El artista, que es profesor en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y comparte con dos socios un estudio dedicado al arte digital, está vinculado con los comienzos del rock nacional, y también trabajó para Miguel Cantilo, Claudio Gabis y El Otro Yo.

Diario La Capital – 13/04/2002. Entrevista por Carolina Taffoni

En diálogo con La Capital, Rocambole dijo que prefiere que su obra esté expuesta en remeras o calcomanías antes que en museos, y aseguró que el fenómeno de los Redondos «es como Gardel, es eterno».

¿Cómo nace tu vínculo con el rock?
Yo escuché mi primer rock en 1956, en la película «Semilla de maldad». Yo tenía 13 años y recuerdo que fue una música generacional muy fuerte, fue todo un descubrimiento. Después estuve vinculado al nacimiento del rock nacional. En la época de Los Gatos armamos La Cofradía de la Flor Solar, en La Plata, que era una especie de comunidad de artistas. La fase más conocida de ese grupo fue un disco que salió en 1969. En esa época yo hacía la parte gráfica de la banda y trabajaba un poco como manager.

¿Cómo llegás hasta los Redondos?
Yo conocía a los integrantes de los Redondos antes de que el grupo se formara. Conozco a la Negra Poly desde que tengo 15 años y a Skay (Beilinson) desde que volvió de Europa en 1970. Hacíamos recitales de La Cofradía junto a distintos grupos que armaba Skay, y uno de ellos fue Los Redonditos de Ricota. El primer trabajo que hice para ellos fue pintarles el techo de la sala de ensayo.

¿Hubieses podido vivir del arte si no fuera por ellos?
Los Redondos son la última etapa de mi vida. Desde adolescente yo me propuse que iba a trabajar sólo con un pincel o un lápiz en la mano. De entrada renuncié a trabajar en una oficina o cavando zanjas. Empecé pintando carteles como letrista. También fui fileteador de colectivos y parques de diversiones. Hice esto toda mi vida.

¿Cómo definirías tu obra?
Yo no tengo una definición, pero una vez el Indio Solari dijo: «Es el viejo estilo siniestro». En el antiguo teatro italiano el personaje que entraba por la izquierda, por la siniestra, era el villano. El mío es un arte villano, mi obra es un trabajo simbólico y oscuro. Yo soy un dibujante e ilustrador, y en algunos casos pintor, siempre del lado de la representatividad. Soy de tendencia figurativa. Los temas que eligió tienen que ver con lo literario y lo dramático: el amor, la locura y la muerte. Tomo los sueños y las pesadillas y trato de vincularlos desde lo simbólico.

¿Cuál es el método de trabajo con los Redondos?
Los Redondos no son un cliente normal, entonces trabajamos paralelamente. Primero se toma la decisión política de grabar un disco o de hacer un recital. Después todo el mundo trabaja con ese objetivo, entonces se organizan algunas reuniones donde se define el concepto. Se puede partir de un relato, un cuento o una idea. Todos tiran ideas y cada cual se va a trabajar por su lado. Claro que ya hay un boceto de las letras, porque Solari está continuamente trabajando en su poesía.

¿Cuáles son tus principales influencias como artista plástico?
Admiro mucho a los dibujantes de historieta argentinos, como Alberto Breccia, Juan Giménez, Francisco Solano López y Fati. También hay un pintor argentino que es bastante desconocido, Fernando García Curten, que para mí es trascendental. El vive en San Pedro, donde tiene una casa museo, y no expone en otro lado ni le interesa.

¿Cuál es tu tapa preferida de los Redondos?
La del segundo disco, «Oktubre», porque es una pieza de diseño acabada y precisa. Con el mínimo de elementos se logró el máximo de expresión. Las dos primeras tapas las hicimos con nuestras propias manos, se imprimieron en serigrafía, una por una. Si se encuentra una edición de aquella época se puede ver que no hay dos exactamente iguales.

¿Cuántos años más creés que va a durar el fenómeno de los Redonditos?
Por sus características, el fenómeno de los Redondos no puede terminar, es como Gardel. ¿Alguien se imagina el día en que nadie escuche o admire a Gardel? Con los Redondos pasa lo mismo, alcanzaron un nivel del cual ya no pueden caer, son eternos. Es posible que los Redondos desaparezcan como grupo, pero en los recuerdos y la admiración ya son como Gardel.

«El arte no puede ser una competencia»

Rocambole aseguró que no tiene relación con el arte culto. «Concurro a exposiciones, estoy actualizado, pero no entro en ese circuito», comentó el artista plástico, y añadió:»·Los artistas que están en ese ambiente tampoco concurren mucho a mis muestras. Yo me presenté en muy pocos concursos, y nunca gané un premio. Para mí el arte no puede ser una competencia, no es un deporte».
El diseñador admitió que aún no se acostumbra a ver sus dibujos estampados en las remeras de los fanáticos de los Redondos. «Siempre me emociono, es una sensación extraña pensar que un trabajo tuyo, que a lo mejor hiciste en una noche de insomnio, de repente está plasmado en la espalda de un chico o en la calcomanía de una carpeta», comentó sin ocultar el entusiasmo que siente al ver la trascendencia que ha tenido su trabajo.

Asignatura pendiente

Rocambole diseñó muchas portadas de discos de rock, pero reconoce una asignatura pendiente. «Ya diseñé una tapa para un compilado de Frank Zappa, pero me gustaría hacerle una tapa a Leonard Cohen o a Nick Cave», confesó.


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