LETRA
Yo lo he visto en los andenes
o durmiendo en un vagón
caminando por las vías
siempre está buscando
a ese tren sin frenos
que lo lleve a Katmandú.
Ve la luna en la ventana
y se acurruca por ahí
va quedándose dormido
y entre los sueños
siempre está buscando
un tren para Katmandú.
Todavía no ha perdido
la esperanza de encontrar
en su marcha su destino
siempre está buscando
a ese tren sin frenos
que lo lleve a Katmandú.
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MÁS INFO SOBRE ESTA CANCIÓN
«Todavía no ha perdido la esperanza de encontrar, en la marcha, su destino. Siempre está buscando ese tren sin frenos que lo lleve a Katmandú.»
Vos, que viajaste bastante, ¿alguna vez estuviste en Katmandú?
Con la cabeza, no más (se ríe). Por más que viajé, nunca llegué hasta allá. Pero este tren es un pasaje para alguien que está acá, sometido a una situación de mierda, perdido en los andenes. Puede ser cualquier chico de la calle, que está soñando que alguna vez puede encontrar el tren que lo lleve a ese otro lugar.
Katmandú, como destino promisorio, pasó de moda
Sí (se ríe). Para nosotros era otra cosa. Los chicos de ahora encontrarán sus propios referentes… no sé si será Disneylandia, ¡qué sé yo! Un tren a Disneylandia… (se ríe). La verdad es que no sé…
No tenes computadora, pero ¿tenes noción de lo que hay colgado tuyo en Youtube?
Muy poquito, me han dicho que hay cositas dando vueltas, pero tampoco sé qué significa que «haya cositas dando vueltas» (levanta las cejas).
Una versión en vivo de este mismo tema, que todavía no salió en disco, por ejemplo, filmado en no sé qué show tuyo. Pero no lo llaman Tal vez mañana, lo llaman Tren a Katmandú
. ¡Mira vos! Estuvimos presentando canciones de Caín en lo que va del año, pero nunca más de un tema por show, como para ir ablandando… ¿Y se escucha bien?
Sí, muy bien… Y si buscas tu nombre en Youtube también aparece un cantante ucraniano que se llama Skay…
(Carcajada) ¡No me digas! ¡Buenisimo! ¡No te puedo creer!
El rock no es un lugar seguro. Revista La Mano, número 40, julio de 2007. Por Gloria Guerrero.
–De vuelta a Caín: en “Tal vez mañana”, la historia habla de un personaje desconsolado que sueña con ir a Katmandú, un lugar al que también apelan Pappo, Luca Prodan, Fito Páez…
–Es que fue el lugar mítico de toda nuestra generación… era la Meca del hippismo, el lugar donde uno iba a encontrar algún tipo de iluminación.
–La tierra sin mal.
–Posiblemente. Una tierra espiritual donde uno podía pasar otro tipo de experiencias y realidades.
–La canción es paradójica, porque el tipo que quiere ir a Katmandú es un loser que duerme entre andenes y vagones. Un desamparado que no puede moverse de ahí. ¿Es una manera de describir un escepticismo respecto de aquellos sueños?
–Yo veo al rock como una cultura que nació paralela a la oficial, como una contracultura que tenía paradigmas, valores, cuestiones relacionadas con la celebración de la existencia, diferente de lo que proponía la cultura del consumo. Era otra manera de vincularse con el trabajo, Dios, la naturaleza, la vida y la muerte. Lo que ocurrió es que toda esa contracultura fue absorbida por el sistema. Se transformó en slogan. Se perdió el sentido de red de cultura y todo quedó reducido a una cuestión de mercado. De todas maneras, son los mismos viejos sueños de la humanidad desde el principio de los tiempos. Y siguen siendo los grandes motores que impiden que el mundo se autodestruya en cualquier momento. La canción habla un poco de eso.
–Dados estos ideales colectivistas, más de anonimato, ¿cómo bancó haber sido parte de la banda más popular del rock argentino con el nivel de exposición que ello conlleva?
–Justamente, fue bueno entender que, cuando las cosas empezaron a carecer de aquel fuego que hacía que fuesen los Redondos, el tiempo ya había pasado. No sé si volverá a repetirse, pero uno debe ser fiel a sí mismo. También tiene que ver la edad. Cuando uno tiene cierta edad, hay un montón de cosas que dejan de tener el brillo, la zanahoria que tenían en otro momento. Las cosas más importantes empiezan a ser las más pequeñas y sutiles.
«Yo tengo el sonido de la guitarra grabado en los huesos»-. Diario Página 12 (Domingo 18 de Noviembre de 2007) Por Cristian Vitale
¿Estuviste alguna vez en Katmandú?
–Físicamente, no.
–¿Y en algún momento te gustaría ir?; físicamente, digo.
–Claro que sí.
–Pero ya no sería el viaje que se podría haber hecho en los sesenta o setenta…
–Bueno, uno nunca sabe. Los viajes tienen esa virtud, ese privilegio, te llevan a un lugar desconocido, a una aventura desconocida.
–Igual, en Tal vez mañana, Katmandú es una metáfora, representa una salida; quien piensa en aquel lugar como sitio de salvación podría ser el mismo muchacho de Ángeles caídos, como una forma de escapar de las cosas negativas que le toca enfrentar…
–Exactamente, siempre hay un lugar donde se puede resolver el conflicto, como refleja esa especie de esperanza de la que habla Tal vez mañana.
–Si bien vos no estuviste físicamente allá, ¿qué momento de tu vida podrías definir como tu viaje a Katmandú?
–De movida, viajes he tenido muchísimos, y aventuras también (ríe). Creo que en cada una de mis aventuras he encontrado una parte de Katmandú. Y, aun así, supongo que todavía hay un Katmandú posible por descubrir.
Skay, el chamán del rock. Portal Ciudad Abstraska – Mar del Plata (Viernes 14 de Septiembre de 2007) Por Christian A. Masello
FICHA TÉCNICA
Disco: La marca de Caín
Skay Beilinson y los Seguidores de la Diosa Kali
Duración: 04:06
Ficha técnica:
Skay y los Seguidores de la Diosa Kali
Javier Lecumberry: teclados y melódica
Claudio Quartero: bajos
Topo Espíndola: batería y percusión
Oscar Reyna: guitarra y mandolina
Skay: guitarra y voces
Grabado en estudios Conde y Aladino Mezclado y masterizado en Aladino
Composición y dirección: Skay
Coproducción y programaciones: Joaquín Rosson
Al mando de las consolas: Pájaro Randazzo
Asistente: Emiliano Cura
Arte visible: Rocambole
Operadora de conciencia: Poli
Cuerdas y vientos en Arcano XIV y Doble Marca a cargo de «La Pequeña Hipnofón»; Guadalupe Tobarías (violines), Alejandro Terán (violas), Julián Gandara (cellos), Axel Kryger (flauta), Miguel Ángel Tallarita (trompeta y flugelhorns), Santiago Castellani (trompetas y tuba), bajo la batuta de Alejandro Terán.

