Música escénica y bits electrónicos. Artificios o búsqueda de lo orgánico. Esos fueron los dilemas a los que se enfrentó Sergio Dawi a la hora de pensar cómo presentar Estrellados (historias de reincidentes), el primer disco como solista de quien fue durante años saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Diario La Nación, 14 de octubre de 2006

Música escénica y bits electrónicos. Artificios o búsqueda de lo orgánico. Esos fueron los dilemas a los que se enfrentó Sergio Dawi a la hora de pensar cómo presentar Estrellados (historias de reincidentes), el primer disco como solista de quien fue durante años saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Pero Dawi no sólo ha estado durante años participando de ese extraño y enigmático fenómeno que fue la banda liderada por el Indio Solari y Skay Beilinson; también, y desde hace años, integra junto a Damián Nisenson el dúo Dosaxos2, en el que ambos se dan el lujo de jugar con la música, los saxos y otros instrumentos, e incluso objetos varios devenidos inesperados instrumentos.
Por eso, en la forma de presentar sus canciones algo de eso se cuela. «No fue buscado -comenta-; surgió al decidirme a apostar por el tocar en vivo y armar una banda y no quedarme sólo con haber editado un CD. Pero tenía que encontrar mi forma, y descubrí que es muy diversa. El rock es en lo que más tiempo y con más intensidad estuve, pero en mis canciones quiero sumar algo así como una puesta escénica.»
Dice que es verdad que en principio quería algo más en la línea de Dosaxos2, pero que sin pensarlo ni premeditarlo se fue dando que la banda fuera tomando protagonismo. «Así, de estar pensando en música escénica, salió esto, un espectáculo en el que soy más decidor que cantante», asegura el hombre que también tuvo que encontrar su voz para entonar las letras que había compuesto para sus canciones.
Así, con esta banda que hoy completan Juan Benítez en guitarras; Mariano Pirato en guitarra, piano y coros; Martín Tabuyo en bajo; Pablo Belmes en batería y Rodrigo Collado en bandejas, fueron encontrando en el tocar una química que funcionara y que los retroalimentara.
«En la primera etapa de preparación del vivo, había querido usar una base electrónica, un clic, pero quedaba muy atado al 01010, así que decidí que fuera la banda la que se apropiara de los temas. A la vez, eso me dio más libertad para cantar.» Tampoco estaba apurado, según dice el músico que editó el álbum hace casi dos años. «Venía para acá pensando una parte de la letra que dice: «Un paso atrás, dos adelante», porque al principio parecía tan difícil hacer las cosas cuando no pertenecés a una compañía ni tenés una gran convocatoria, pero no quise prestarme al maltrato que en muchos casos significa tocar hoy. Y no quiero eso ni para la banda ni para mí.» Entonces, esperó pacientemente; armó el espectáculo; lo presentó varias noches en un ciclo en el sótano del Bauen y ahora siente que esta Trastienda es un paso adelante.
Dawi tampoco cedió a la demagogia de incluir guiños redondos en su show. «Sé la necesidad que tiene la gente de escuchar esas canciones, pero también sé que la gente quiere escucharlas por los Redondos. Y para eso, están los discos».
De todas maneras, algo de aquella pasión volvió a sentir cuando Solari lo invitó al segundo de los shows que dio en noviembre en La Plata. «Fue un encuentro muy feliz. El estuvo muy generoso. Fue una noche muy redonda, muy redonda de la época de los estadios. Lo viví, lo disfruté, pero no lo añoro», concluye.
